María
Villar Buceta
Carezco
en absoluto de rasgos distintivos: ni una joroba hilarante, ni un miembro
contrahecho me destaca de la abrumadora unanimidad del montón.
Visto
siempre de blanco o de negro. Vivo como todo el mundo. Soy cortés y ceremoniosa
con las mujeres. Y con los hombres. Y con los niños. Una desesperante
regularidad rige mi vida. En política soy inevitablemente gubernamental. En las
cuestiones internacionales me obstino en ser neutral. Jamás doy mi opinión a
nadie: cuando no carezco de ella, la oculto avaramente.
Soy
prudente hasta la cobardía. Me dejo atropellar …por comodidad. No utilizo el
derecho de protesta. Vivo como anestesiada a todo sentimiento de rebeldía.
Soporto con evangélica mansedumbre la charla de las comadres, los gritos de los
chiquillos y las impertinencias de los tontos. Oigo con estúpida curiosidad
todas las conversaciones. No me intereso por nada, pero me entero de todo,
aunque nunca sé “hacerme cargo”…
Uniforme
en mi actitud, soy inmune a todo proceso de evolución. El estoicismo es la piedra
angular de mi carácter. Dijérase que estoy orgánicamente incapacitada para
iniciarme y definirme en nuevas actitudes.
Mi edad
es indefinible, como toda mi persona sin personalidad.
Ejemplar
de una especie asexual, inclasificable, la suficiencia de los analistas
estréllase ante mi amorfidad intelectual. Y piensa, sin querer, en El hombre
mediocre, de Ingenieros. Y no se vuelve a acordar de mí, porque yo soy así: ¡el
arquetipo del ente perfectamente vulgar!
Mas… he
aquí que un buen día me doy cuenta de que vivo en las tinieblas y quiero salir
de ellas, a toda costa. Un megalómano anhelo de “figurar” invade y turba la
inacción de mis células cerebrales. En mi espíritu enfermo de oscuridad bulle
la obsesión de una aurora que lo reivindique: ya no se resigna a ser un factor
negativo en la sociedad. Y el ente-nulidad se convierte en el ente-iniciativa.
Y organizo concursos literarios, y pronuncio conferencias, y me afilio a
academias y ateneos. Y mando mi retrato a todos los periódicos y revistas, con
el correspondiente autobombo. Los demás entes que andan por el mundo se agrupan
en torno a este ente de talento excepcional, que es el “cerebro del día”.
Llegaré a ser académica, o miembro de jurados de escultura. Se me verá, lento
el paso, grave el rostro, con las manos cruzadas a la espalda: estaré
resolviendo seguramente …la cuadratura del círculo. Acaso, al andar de Cronos,
ingrese en la Sociedad Protectora de Animales. O me siente bajo la cúpula de
los Inmortales.
Para
entonces, ¡oh amigos!, ¡oh poetas!, si me encontráis al paso, descubríos. ¡Es
la Villar-Buceta, superhembra, que pasa!
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