Marosa di Giorgio
Todas la muerte y la vida se colmaron de tul.
Y en el altar de los huertos, los cirios humean. Pasan los
animales del crepúsculo, con las astas llenas de cirios encendidos y están el
abuelo y la abuela, ésta con su vestido de rafia, su corona de pequeñas piñas.
La novia está todo cargada de tul, tiene los huesos de tul.
Por los senderos del huerto, andan carruajes extraños, nunca
vistos, llenos de niños y de viejos. Están sembrando arroz y confites y huevos
de paloma. Mañana habrá palomas y arroz y magnolias por todos lados.
Tienden la mesa; dan preferencia al druida; parten el pastel
lleno de dulces, de pajarillos, de perlitas.
Se oye el cuchicheo de los niños, de los viejos.
Los cirios humean.
Los novios abren sus grandes alas blancas; se van volando
por el cielo.