viernes, 6 de septiembre de 2024

El verdugo


Henri Michaux 


A causa de la debilidad de mi brazo, nunca hubiera podido ser verdugo. No hubiera cortado ningún cuello limpiamente, ni incluso de cualquier otro modo. El arma, en mis manos, hubiera chocado no sólo con el obstáculo imperial del hueso, sino también con los músculos de la región del cuello de estos hombres acostumbrados al esfuerzo, a la resistencia.

Un día, sin embargo, se presentó para morir un condenado con el cuello tan blanco, tan endeble, que se acordaron de mi candidatura para el puesto de verdugo; trajeron a condenados cerca de mi puerta y me ofrecieron matarlo. 

Tan oblongo y delicado era su cuello, que hubiera podido cortarlo como una rebanada. Me di cuenta enseguida, era una verdadera tentación. No obstante, rehusé educadamente, dando efusivas gracias.

Casi enseguida, lamenté mi rechazo; pero era demasiado tarde, el verdugo oficial ya le cortaba la cabeza. Se la cortó como de ordinario, al igual que cualquier otra cabeza, según lo que acostumbraba con las cabezas, desinteresado, sin ni siquiera ver la diferencia.

Entonces lo lamenté, sentí despecho y me reproché haberlo rechazado como lo hice, deprisa y nerviosamente y casi sin darme cuenta.


Traducción: Marta Segarra.


La noche se agita y Plume precedido por Lejano interior, Barcelona, Círculo de Lectores, 1994, p. 225.



domingo, 1 de septiembre de 2024

Vidas de escritores fatales



Nueva entrega de Potemkin ediciones. Literatura de cajón: vidas de escritores fatales rescata las trayectorias de tres figuras importantes del siglo XX hoy olvidadas, así como obras principalísimas de estos autores. De Étienne Moreau, novelista, dramaturgo y ensayista francés nacido en Pamiers en 1897 y radicado en Barcelona hasta la caída de la Segunda República -cuyo legado sigue en disputa por sus herederos-, recuperamos la pieza teatral en cinco actos Paraninfo de los estados limítrofes, absurdo pleno con toques futuristas, escrita en los años cincuenta y que ha resistido la prueba del tiempo. Silvano Russo, poeta italiano que navegó al margen de las principales corrientes del novecientos, con vínculos en su juventud con el Grupo 63, y sin dudas una de las voces más irónicas de la Emilia-Romaña, pasó casi toda su vida fuera de su país donde solo recientemente comienza a ser reconocido. Por último, el poeta y cónsul cubano Diwaldo Salom y Andraca de la generación de Arpas Amigas, tal vez el más olvidado entre los bardos de la isla, muerto por inmolación en Palma de Mallorca en 1928, y al que devolvemos con total exhaustividad al lugar que merece en la poesía hispanoamericana. Seguro que esta selección no defraudará.



viernes, 30 de agosto de 2024

El sombrero de Zequeira

 

Francisco Morán

                                                             para Pedro Marqués de Armas


Por la puerta de ayer de Monserrate

traje las joyas y el manto de la piña,

el reloj de la Habana, la lampiña

fuente de la sed y el disparate.

 

Traje la pompa y el aire que me abate,

el hedor de la muerte, la rapiña,

los ojos asustados de la niña

por un viejo color de escaparate.

 

Por la puerta de ayer de la Tenaza

llevé el agua a las quintas, la modorra,

los triunfantes despojos habaneros,

 

e instalé mi locura en las terrazas,

en la ciudad incesante que se borra

cada vez que me pongo este sombrero.



miércoles, 14 de agosto de 2024

La educación por la piedra

 

Para la Feria del Libro

 

                                                        A Ángel Crespo

 

Hojeada, la hoja de un libro retoma

lo lánguido vegetal de hoja hoja,

y un libro se hojea o se deshoja

como bajo el viento el árbol que lo dona;

hojeada, la hoja de un libro repite

fricativas y labiales de vientos antiguos,

y nada finge viento en hoja de árbol

mejor de lo que el viento en hoja de libro.

Sin embargo, la hoja, en el árbol del libro,

más que imitar al viento, lo profiere:

la palabra en ella urge a voz, que es viento,

o ventolera, que barre la podredura a cero.

 

Silencioso: sea cerrado o abierto,

incluso lo que grita adentro, anónimo:

sólo expone el lomo, puesto en el estante,

que apaga en pardo todos los lomos;

modesto: sólo se abre si alguien lo abre,

y opuesto tanto al cuadro en la pared,

abierto toda la vida, como a la música,

viva apenas en cuanto vuelan sus redes.

Pero a pesar de eso y a pesar de lo paciente

(se deja leer donde quieran), severo:

exige que le extraigan, o interroguen;

y jamás exhala: cerrado, lo mismo abierto.

 

 

Para a Feira do Livro

                                                       

                                                        A Ángel Crespo

 

Folheada, a folha de um livro retoma

o lânguido vegetal de folha folha,

e um livro se folheia ou se desfolha

como sob o vento a árvore que o doa;

folheada, a folha de um livro repete

fricativas e labiais de ventos antigos,

e nada finge vento em folha de árvore

melhor do que o vento em folha de livro.

Todavia, a folha, na árvore do livro,

mais do que imita o vento, profere-o:

a palavra nela urge a voz, que é vento,

ou ventania, varrendo o podre a zero.

 

Silencioso: quer fechado ou aberto,

incluso o que grita dentro, anónimo:

só expõe o lombo, posto na estante,

que apaga em pardo todos os lombos;

modesto: só se abre se alguém o abre,

e tanto o oposto do quadro na parede,

aberto a vida toda, quanto da música,

viva apenas enquanto voam as suas redes.

Mas apesar disso e apesar do paciente

(deixa-se ler onde queiram), severo:

exige que lhe extraiam, o interroguem;

e jamais exala: fechado, mesmo aberto.


                                           Ver o bajar libro entero Aquí



sábado, 10 de agosto de 2024

Ferdydurkistas

  


Virgilio Piñera 


Ferdydurke produjo en los círculos de la élite polaca una fuerte conmoción. Según el juicio de un crítico: “admiración rayana en la idolatría”. Aquí en Buenos Aires, en pequeños grupos, esta obra despertó una curiosidad inusitada. En mi sentir (y creo que para las quince o veinte personas que ayudaron a su traducción) la lectura de una página más me confirmaba que Ferdydurke estaba a la par de las cumbres de la literatura contemporánea. El hecho de sacrificar largos meses en la difícil, casi ímproba versión de Ferdydurke, quitará, supongo, a mis palabras todo sabor de barato elogio. Por otra parte, como ningún libro teme más, odia más y presta más valor al juicio humano que éste, conviene hablar con sinceridad.

Ferdydurke es un libro de choque, de combate. Estas humorísticas aventuras de un hombre infantilizado constituyen un escándalo literario, pero escándalo de la más alta seriedad. Atacando ¡y con qué audacia! ciertas básicas falsificaciones del mundo actual que hasta ahora se nos escapaban, Ferdydurke nos procura una especie de alivio psíquico, o dicho de otro modo, representa una descarga.

Artísticamente, es obra de una riqueza enorme. El lector mismo se dará cuenta de la calidad de esta poesía violenta y baja, del brillo y la profundidad de este teatro grotesco y locamente humorístico, de la amplitud y fuerza del estilo, y sobre todo, de tantos y tantos descubrimientos artísticos y psicológicos diseminados en sus páginas. El ultramodernismo de Gombrowicz, por juntarse con la sencillez de espíritu, espontaneidad y frescura de alma, se vuelve vital y natural. Nada de los estériles refinamientos que caracterizan al arte moderno. Aquí un hombre contemporáneo, realista y cuerdo, dotado de fuerte personalidad, busca y encuentra sus propios medios de expresión. Y esto le basta.

Mirado Ferdydurke por su lado intelectual constituye una revisión de todo nuestro modo de ser cultural. Se puede estar o no de acuerdo con las sorprendentes tesis de Gombrowicz, pero no cabe duda de que Ferdydurke apunta y acierta a uno de los más drásticos y sensibles nervios de nuestra cultura. Y es una revisión especialmente valiosa para Hispanoamérica -clásico continente de la inmadurez.

Resulta difícil prever la suerte de este mensaje entre nosotros, sobre todo cuando no nos llega de París… Creo, sin embargo, que con estas breves líneas no hago otra cosa sino disparar el primer tiro en la batalla que tarde o temprano van a librar los ferdydurkistas de Hispanoamérica. Téngase bien presente que en el caso de este libro no se trata de una novela más.

 

Texto de solapa a Ferdydurke de Witold Gombrowicz, Buenos Aires, Argos, 1947.