sábado, 22 de julio de 2017

En la muerte de un metafísico



George Santayana


Soñador infeliz que trasvolaste
la apacible región de lo que amo,
trascendiendo la luz y el trigo de oro
y la radiosa lumbre del hogar:
¿no estaba en paz con Dios tu vanidoso
corazón?, dí: ¿por eso tú inquirías,
sin dar gracias de sus ocultas frondas,
el horror y el abismo de la noche?

¡Ah, el helado aire de la luna!
Te ví caer, caer, loco de muerte
que en el éxtasis de tu alma aterida
gritabas ser un dios, o ir a serlo;
y oí la débil queja de tu aliento
murmurar con jactancia todavía
desde el fondo del grave mar de Icaro.


Versión de Cintio Vitier


Clavileño, Núm. 1, agosto de 1942

sábado, 8 de julio de 2017

Las islas



Hilda Doolittle

I

Qué son las islas para mí,
qué es Grecia,
qué es Rodas, Samos, Quios,
qué es Paros enfrentándose al oeste,
qué es Creta?

Qué es Samotracia,
alzándose como un navío,
qué es Imbros, desgarrando las olas tormentosas
con su pecho?

Qué es Najos, Paros, Milos,
qué el círculo en torno a Lycia,
qué el blanco collar
de las Cyclades?

II

Qué es Grecia…,
Esparta, alzándose como una roca,
Tebas, Atenas,
qué es Corinto?

Qué son las islas para mí,
qué es Grecia?

III

Qué puede darme el amor de la tierra
que tú no tengas,
qué puede despertar en mí el amor de la lucha
que tú no tengas?

Aunque Esparta entre en Atenas,
Tebas arruina a Esparta,
y todo cambia como el agua,
todo salta, descargando su terror
y cayendo de nuevo.

IV

“Qué te ha dado el amor de la tierra
que yo no tenga”
He preguntado a los tirios
mientras descansaban
en sus barcos negros,
cargados de riquezas;
he preguntado a los griegos
de los barcos blancos
“qué te ha dado el amor de la tierra?”
Y ellos contestaron… “paz”


V

Pero la belleza permanece separada,
la belleza es lanzada por el mar
como una roca estéril,
la belleza es edificada
con restos de navíos
sobre nuestra costa, donde la muerte guarda
la apariencia apacible de la orilla,
donde la muerte, avanza hacia nosotros
desde el fondo.

La belleza permanece separada:
los vientos que acuchillan su playa,
arremolinan la tosca arena
lanzándola hacia las rocas.

La belleza permanece separada
de la islas
y de Grecia.

VI

En mi jardín
los vientos han abatido los lirios;
en mi jardín, la sal ha marchitado
los pétalos primeros del narciso.
y el jacinto postrero;
la sal ha reptado en mi jardín
bajo las hojas del blanco jacinto.

En mi jardín
hasta la flor -del viento- rueda mustia,
rota finalmente por el viento.

VII

Qué son las islas para mí
si te has perdido,
qué es Paros para mí
si retrocedes,
qué es Milos
si te espantas ante la belleza,
terrible, tortuosa, aislada,
como una roca estéril?

Qué es Rodas, Cretas,
qué es Paros, enfrentándose al oeste,
qué, la blanca Imbros?

Qué son las islas para mí
si tú vacilas,
qué es Grecia para mí,
si retrocedes
ante el terror
y el frío esplendor del canto
y su desnudo sacrificio?


Versión de Gastón Baquero


Tomado de Clavileño, febrero de 1943. 


jueves, 6 de julio de 2017

Juguetes



Coventry Patmore


Mi hijo pequeño, el de ojos pensativos
y andadura y lenguaje de persona mayor,
habiendo transgredido siete veces mi ley,
le pegué, y despedí
con ásperas palabras, sin besarlo
–su madre, tan paciente, muerta ya.
Y luego, temeroso de haberlo desvelado,
hasta su cama fui,
mas lo encontré dormido en un sueño profundo,
los párpados sombríos, y las pestañas húmedas
del sollozo final.
Y yo, con un gemido,
sus lágrimas besé, dejando en vez las mías,
pues vi que en una mesa, muy cerca de su almohada,
había puesto a su alcance
unas fichas, su piedrita veteada de rojo,
un pedazo de vidrio pulido por la playa,
cinco o seis caracoles,
un frasco con caléndulas azules,
dos o tres centavitos franceses, todo en orden
para aliviar su triste corazón.
De modo que al rezar aquella noche
a Dios, llorando dije:
“Ah, cuando al fin, frenado ya el aliento
para no molestarte con mi muerte,
y tú recuerdes los juguetes



El aroma del original

A Diego García Elío

En Conversación con los difuntos, una selección de las traducciones que he podido, no querido, hacer a través de los años, y que fue publicada en México por Ediciones del Equilibrista en 1992, argumentaba yo que uno escribe los poemas que se le imponen, no los que quisiera escribir. Como prueba aducía precisamente “Los juguetes”, de Coventry Patmore, pues jamás he distinguido entre los procesos de escribir y traducir poesía. De pronto, como para contradecirme, aparecieron “Los juguetes” en la página.

Cierto es que la dificultad mayor se ocultaba en un solo verso del original inglés. En el poema, Patmore se refiere a un incidente con su pequeño hijo, huérfano de madre. El verso en cuestión dice, con desgarradora e intraducible sencillez “His mother, who was patient, being dead”.

Estas palabras tienen una fuerza escueta, inapelable. La clave está en el gerundio: being. “Being dead” supone una duración, una continuidad de la estancia en la muerte. La solución más fácil, “estando muerta”, no me parece buen español.

El incidente familiar de que hablé me presionaba desde adentro a buscar una solución rápida y satisfactoria. Sucede que mi hijo mayor había regañado con inusitada violencia a mi nieto, y yo deseaba llamarle discretamente la atención.

La fórmula apareció como un relámpago. No podía ser más breve. El adverbio ya sugiere algo que ha sucedido antes del momento en que se habla:

su madre, tan paciente, muerta ya.

A mi parecer, el adverbio sugería una continuidad, una duración en la muerte. Además, tiene toda la fuerza de un monosílabo.

Lo que se aviene con mi modestísima tesis –tomada, como se advierte en el prólogo de aquella selección, del poeta inglés Walter de la Mare– de que a lo más que puede aspirar un traductor es al eco, o mejor, “el aroma”, del original.

Roto así el hechizo que me paralizaba, fueron apareciendo los otros versos que sin duda esperaban pacientes su turno, y ahí están.

Nota y versión de Eliseo Diego



Tomado de Letras Libres, 31 de marzo de 2007.