Josefina Ludmer
Este homenaje –In memoriam Puig: Sarduy‐
lleva un título literario que forma un espejo con los dos puntos entre los dos
escritores. Ese espejo de nombres se refiere también a las escrituras de Puig y
Sarduy, acosadas de dobles y reflejos. El título trasciende las inquietudes literarias
al presentarlo como un homenaje a la memoria de dos escritores latinoamericanos
que no solo cambiaron la representación en América latina, sino que además
murieron de sida y en el exilio.
Quisiera
unirme a homenaje y al título en espejo del congreso con algunos recuerdos personales
de estos escritores que se asocian para mí con el espíritu de los ’60 y los ’70,
con la transgresión y la revolución de los ’60 y los ’70. O sea con la
modernización literaria en América latina. Con Puig fuimos bastante amigos a
principios de los ’70: cultivábamos lo viejo y salíamos a vagar de noche por
las zonas viejas de Buenos Aires, y veíamos películas viejas y fuimos juntos a
brujos y tarotistas. Vivía con sus padres. Las paredes de su cuarto estaban
tapizadas de fotos de estrellas y eso me fascinaba y me hacía revivir mis 13
años. Nunca hablábamos de literatura, sino de nuestros nombres o nuestra
presencia pública en la sección literatura. Puig pudo ver claramente la
relación directa entre los medios y la literatura que se abrió en América latina
en ese mismo momento. Escribía de mañana, iba todos los mediodías al correo y a
la tarde visitaba sistemáticamente, cada dos o tres días, a los amigos de las
redacciones de los diarios y revistas de moda en aquellos años. Les llevaba su
foto estilo Tyrone Power y alguna novedad sobre su obra.
En
Buenos Aires, en esos años, Puig era no solo el escritor de vanguardia, sino
también “el pesado” de las redacciones.
Unos
años más tarde bailé tangos con Sarduy en la Boca, que es el viejo barrio
napolitano y proletario de Buenos Aires transformado en lugar kitsch, turístico
y pintoresco. El había dado ese día una conferencia donde enunció el ranking
literario definitivo. Dijo Sarduy: “Primero Góngora, segundo Lezama, tercero yo”.
Puig
y Sarduy no hablaron conmigo de literatura sino de su presencia material en la literatura.
Por eso, y por su literatura, los ubicaría en la vanguardia de uno de los
momentos más importantes de modernización cultural de América latina en este
siglo. Representaron esa modernización desde su vanguardia, y por lo tanto no
dejaron de representar la transgresión. En los ’60 se elaboró la equivalencia
metafórica entre la violación de los tabúes sexuales y la violación de las
normas discursivas que hoy asociamos con la teoría de la textualidad. La
transgresión en literatura, las representaciones de la transgresión, casi siempre
acompañan los movimientos de modernidad textual y cultural en América latina.
Puig
y Sarduy fueron los escritores que representaron la transgresión en todas sus
formas: transgresión discursiva, erótica, subversión cultural, literaria y
política. Fueron escritores escandalosos, pero yo los reivindicaría hoy como escritores
políticos. Fueron acosados por la censura latinoamericana. En el caso de Puig
(que es el que más conozco) desde el comienzo mismo de su escritura: La
traición fue censurada en
España y en la Argentina. Triunfó en Francia, con la edición de Gallimard. En
1973, The Buenos Aires Affair fue secuestrada por la censura porque se representaba
allí la masturbación de una mujer. El
beso de la mujer araña, prohibida en 1976 por la dictadura militar, ganó en
1982 en Italia el premio a la mejor novela latinoamericana. Allí se representa
directamente, sexualmente, la relación transgresiva entre dos revoluciones y
sus discursos y cuerpos. La revolución política, la revolución, tenía que
unirse íntimamente con la revolución sexual y literaria.
Puig
y Sarduy, con sus transgresiones, no solo muestran la nueva relación entre la
literatura latinoamericana y los medios, sino toda una configuración literaria
nueva, un nuevo modo de representación, y o que eso significó en la cultura
latinoamericana, un cambio total, una revolución literaria.
Escribieron
textos sobre los signos y la circulación, y también inventaron nuevos tonos y ritmos
literarios. Experimentaron con géneros diferentes, y también inventaron nuevos
modos de narrar y nuevas subjetividades. Trabajaron con la cultura popular, con
su mezcla de localismos y de imperialismos. Y experimentaron con las fronteras
y el espacio, con temporalidades múltiples que coexisten, con barbaries o minorías,
nacionalidades y voces diversas, posiciones dominantes, márgenes, resistencias
y enfrentamientos, exilios y diásporas.
Texto
leído en In Memoriam‐ Puig: Sarduy First Yale University
Graduate Conference on Spanish and Portuguese Literatures Saturday, February
26, 1994, Clarín, Buenos Aires, jueves 21 de abril de 1994.
No hay comentarios:
Publicar un comentario