Herberto Helder
La menstruación cuando en la ciudad pasaba
el aire. Las muchachas respirando,
comiendo higos -y la menstruación cuando en la ciudad
corría el tiempo por el aire.
Eran clavos en la nieve. Las muchachas
reían, gritaban -y las higueras soplando desde dentro
de los higos, con sus pulmones de esponja
blanca. Y las muchachas
comían clavos por el aire.
Ellas reían en la nieve y gritaban: era
el tiempo de la menstruación.
Las manzanas resbalaban en la casa.
Alguien hablaba: nieve. La noche venía
a partir la cabeza de las estatuas, y las manzanas
resbalaban en el tejado -alguien
hablaba: sangre.
En la casa, ellas reían -y la menstruación
corría por las cavernas blancas de las esponjas,
y se partían las cabezas de las estatuas.
Clavos -era alguien que hablaba así.
Y las muchachas respirando, comiendo
higos en la nieve.
Alguien hablaba: manzanas. Y era el tiempo.
La sangre escurría de los pescuezos de granito,
la niña abatía la boca negra
sobre la nieve en los higos -y ellas gritaban
en la sombra de la casa.
Alguien hablaba: sangre, tiempo.
Las higueras soplaban en el aire que
corría, las máquinas amaban. Y un pez
recorriendo, como una antigua palabra
sensible, la página de ese amor.
Y alguien hablaba: es la nieve.
Las muchachas reían dentro de la menstruación,
comiendo nieve. Las cabezas de las
estatuas estaban llenas de clavos,
y las niñas abatían la boca negra sobre
los gritos. La noche venía por el aire,
en la sombra resbalaban las manzanas.
Y era el tiempo.
Y ellas reían en el aire, comiendo
la noche, alimentándose de higos y de nieve.
Y alguien hablaba: niñas.
Y la menstruación escurría en silencio
-en la noche, en la nieve-
exprimida de las esponjas blancas, allá en la noche
de las muchachas
que reían en la sombra de la casa, resbalando,
comiendo clavos. Y alguien hablaba:
es un pez recorriendo la página de un amor
antiguo. Y las muchachas
gritaban.
Las vacas entonces acechando,
y en los hocicos se consumía la luz en silencio.
Por las ventanas los violines
pasaban por el aire. Y la menstruación en las muchachas
escurría por la sombra, y ellas
gritaban y comían arena. Alguien hablaba:
fuego. Y las vacas pasaban por los violines.
Y las ventanas en silencio escurrían
su fuego. Y las admirables
muchachas cantaban su canción, como
una palabra antigua escurriendo
en una página por la nieve,
coronada de higos. Y en el fuego las niñas
eran tocadas por el tiempo de la menstruación.
Se alimentaban apenas de higos y de arena.
Y por el tiempo afuera,
reían -y la nieve cubría su página de tiempo,
y las vacas resbalaban en la sombra.
En silencio su luz escurría de las esponjas.
Se partían las cabezas de los violines.
Las muchachas, cantando a sus niñas,
comían higos.
La noche comía arena.
Y eran clavos en las cavernas blancas.
Menstruación -hablaba alguien. El aire pasaba-
y por la noche, en silencio,
la menstruación escurría por la nieve.
A menstruação quando na cidade passava
A menstruação quando na cidade passava
o ar. As raparigas respirando,
comendo figos -e a menstruação quando na cidade
corria o tempo pelo ar.
Eram cravos na neve. As raparigas
riam, gritavam -e as figueiras soprando de dentro
os figos, com seus pulmões de esponja
branca. E as raparigas
comiam cravos pelo ar.
E elas riam na neve e gritavam: era
o tempo da menstruação.
As maçãs resvalavam na casa.
Alguém falava: neve. A noite vinha
partir a cabeça das estátuas, e as maçãs
resvalavam no telhado -alguém
falava: sangue.
Na casa, elas riam -e a menstruação
corria pelas cavernas brancas das esponjas,
e partiam-se as cabeças das estátuas.
Cravos -era alguém que falava assim.
E as raparigas respirando, comendo
figos na neve.
Alguém falava: maçãs. E era o tempo.
O sangue escorria dos pescoços de granito,
a criança abatia a boca negra
sobre a neve nos figos -e elas gritavam
na sombra da casa.
Alguém falava: sangue, tempo.
As figueiras sopravam no ar que
corria, as máquinas amavam. E um peixe
percorrendo, como uma antiga palavra
sensível, a página desse amor.
E alguém falava: é a neve.
As raparigas riam dentro da menstruação,
comendo neve. As cabeças das
estátuas estavam cheias de cravos,
e as crianças abatiam a boca negra sobre
os gritos. A noite vinha pelo ar,
na sombra resvalavam as maçãs.
E era o tempo.
E elas riam no ar, comendo
a noite,
alimentando-se de figos e de neve.
E alguém falava: crianças.
E a menstruação escorria em silêncio
-na noite, na neve-
espremida das esponjas brancas, lá na noite
das raparigas
que riam na sombra da casa, resvalando,
comendo cravos. E alguém falava:
é um peixe percorrendo a página de um amor
antigo. E as raparigas
gritavam.
As vacas então espreitando,
e nos focinhos consumia-se o lume em silêncio.
Pelas janelas os violinos
passavam pelo ar. E a menstruação nas raparigas
escorria pela sombra, e elas
gritavam e comiam areia. Alguém falava:
fogo. E as vacas passavam pelos violinos.
E as janelas em silêncio escorriam
o seu fogo. E as admiráveis
raparigas cantavam a sua canção, como
uma palavra antiga escorrendo
numa página pela neve,
coroada de figos. E no fogo as crianças
eram tocadas pelo tempo da menstruação.
Alimentavam-se apenas de figos e de areia.
E pelo tempo fora,
riam -e a neve cobria a sua página de tempo,
e as vacas resvalavam na sombra.
Em silêncio o seu lume escorria das esponjas.
Partiam-se as cabeças dos violinos.
As raparigas, cantando as suas crianças,
comiam figos.
A noite comia areia.
E eram cravos nas cavernas brancas.
Menstruação -falava alguém. O ar passava
-e pela noite, em silêncio,
a menstruação escorria pela neve.
Trad. Pedro Marqués de Armas (2006)
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