domingo, 11 de junio de 2017
Estudio de Estética
Ezra Pound
Unos cuantos chiquillos desastrados,
con raro entendimiento repentino,
dejaron de jugar, cuando pasabas,
y desde el barquichuelo, a voz en grito:
"Guarda! Ahí, guarda! ch´e be´a!"
Tres años después de esto, pude oir
a un Dante mozo cuyo apellido nunca supe,
porque hay en Sirmio veintiocho Dantes
mozos y treinta y cuatro Catulos;
y había brava pesca de sardinas,
y las mayores
las metían en grandes cajones de madera
para llevarlas a vender a Brescia,
y él saltaba, cogía los pescados
relucientes, y en vano le mandaban
los otros reprendiéndole: "Sta fermo!"
Como no le dejaban arreglar
el pescado en las cajas
daba golpes encima de las que estaban llenas
murmurando entre sí, de puro gozo,
con una frase idéntica:
"Che be´a."
Y eso me avergonzaba dulcemente.
Traducción E.D.C
[Enrique Díaz Canedo]
Diario de la Marina, 10 de julio de 1927.
viernes, 2 de junio de 2017
Traducciones del chino
Christopher Morley
Experiencia del Mandarín
Cuando el barco arribó al puerto
los reporteros de Nueva York
se apresuraron a asaltarme con preguntas.
Por alguna curiosa razón
querían indagar mis puntos de vista
sobre la Cuarta Dimensión
que era entonces
(según supe después)
asunto de discusión violenta
en las Secciones Dominicales Ilustradas.
Más bien complacido por su interés en tales cuestiones
dije, de toda buena fe:
"La Cuarta Dimensión es Supra Especial:
guarda la misma relación al Espacio
que el Espacio a un Plano.
Puede llamársele Continuidad,
o, poéticamente hablando, es la Sombra
que el Tiempo arroja sobre la Eternidad".
Pero los bien humorados Editores de la Ciudad
encontrando estos modestos pensamientos míos
insuficientemente ligeros
inventaron otros.
Esta tarde, con grandes cabezas salieron:
ANCIANO MANDARÍN DICE QUE LAS FALDAS CORTAS
LO HACEN SENTIRSE JOVEN NUEVAMENTE.
El Viejo Mandarín
Cuando visitaba América
vi dos cosas que me sorprendieron por extraordinarias:
gente empacada en el subway
balanceándose incómodamente en sus corvas
estudiando sin fin los periódicos
y gente empacada en los cines
mirando sin fin las películas.
Me dije:
si el pueblo norteamericano llega a desarrollar su mente
hay dos grandes industrias
que se arruinarán.
Inscripción para un casillero
A veces
al devanar las hojas de un libro
el ojo ase una frase luminosa
que una búsqueda metódica a través del volumen
no logra re-descubrir.
Así también, cada día,
hay momentos de brillante atonismo
que mi sobria retrospección
no puede nunca definir.
Aspecto útil del periódico
Y en cuanto a los periódicos
(dijo otro)
olvida usted que son el último amigo
que resta a muchos pobres diablos.
Vaya usted a Bettery Park
y vea a los chicos que yacen en el pasto.
Sus sábanas, sus almohadas,
son sombrillas, son periódicos,
periódicos sus biblias,
periódicos sus biblias.
Cuando todo lo demás se ha ido
un pobre diablo se agarrará a su periódico
como a su último lazo con la vida
Un místico americano
Pero usted no entiende el subway
dijo un místico americano
sentado junto a mí en el Rotary Club:
es una ermita viajera,
un monasterio en vuelo,
un convento que viaja a cincuenta millas por horas.
A sus ruidosos carros
descienden alegremente hombres y mujeres sensatos.
Saben que allí,
único lugar en la ciudad entera,
nadie podrá perturbar su meditación.
Traducción de Salvador Novo
Diario de la Marina, 10 de julio de 1927.
martes, 23 de mayo de 2017
Pesadilla de mediodía
Stephen Vicent Benet
No han abierto trincheras
en el parque —todavía.
Y no caen soldados desde
el cielo.
En el parque el día está
lindo y claro, brillante y cálido.
Los árboles están llenos
de hojas verdes, cargadas de verano.
Zumba un avión en lo alto,
pero nadie se asusta.
No hay por qué asustarse
en la ciudad hermosa y grande.
Que no fue edificada para
una guerra. Hay mucho
tiempo por delante.
En Noruega tenían tiempo
por delante, pero aquello cayó.
AI despertarse vieron los
aviones de las cruces negras.
Al despertarse oyeron los
cañones rodando por las calles.
Al principio no podían creerlo.
Era difícil de creer.
Si ellos habían sido
amables, y prósperos, e ingeniosos…
Si habían logrado hacer
artes dignas, y llevar vida honesta
y en paz por muchos años…
Parece que nada de eso fue
bastante.
Si allí había gentes que
escribían libros y que pintaban cuadros.
Y trabajaban, y llegaban
cansados a casa, con ganas de estar solos.
Si se habían reído de los
Césares falsos, que rugen
y echan espuma por la boca.
y echan espuma por la boca.
Si se habían reído de sus
aires, y del paso, y del brazo extendido…
Parece que nada de eso fue
bastante. Eso no era bastante.
Al despertar vieron los
aviones de las cruces negras.
Hay yerba en el parque. Y
los niños en la ancha pradera.
Al cuidado de unas monjas
sofocadas y apacibles.
Donde se da de comer a los
patos.
Están los niños negros y
los blancos y las solícitas maestras.
Que no cesan de contarlos
como si fueran pollitos.
Da mucho trabajo
Llevar al parque a tantos
niños;
Pero cuando hayan merendado
se marcharán para sus casas.
(Y eso que bien podrían
tener casas mejores en la rica ciudad).
Pero no habrá que
mandarlos a Kansas, o a Michigan
En un plazo de veinticuatro
horas,
Aturdidos, azorados,
abrazándose a sus juguetes rotos.
Llenando por cientos de
cientos los trenes oscuros
Para ponerlos a salvo,
para que puedan vivir y no se mueran.
Para que de algún modo no
se mueran, y vivan.
Eso sí siquiera se nos
ocurre. Hay mucho tiempo.
Sabemos que en Holanda
algunos niños tuvieron menos suerte.
Era difícil mandarlos a
otra parte de Holanda.
Es un país tan chico, y
aquello fue tan rápido..
Las bombas desde el cielo,
qué saben de los niños.
Los que ametrallan no
distinguen. En Rotterdam
Una cuarta parte de la
ciudad quedó hecha añicos
Y en ella había, como es
natural, edificios corrientes
Con las cosas usuales en
ellos, como gatos y niños.
Rotterdam era una ciudad
vieja y apacible,
Limpia, pulcra, llena de
flores
Pero parece que eso no era
bastante,
No fue bastante para
mantener a salvo a sus niños.
Todo acabó en una semana.
Y así acabó su libertad.
Aquí no hay todavía
sirenas de alerta en el parque.
Las ventanas que hay a su
alrededor aún tienen intactos los cristales.
El hombre que está sentado
en aquel banco lee un periódico en yiddish,
Y aunque parezca raro, no
van a matarlo por eso.
Ni a azotarlo siquiera, ni
a meterlo en la cárcel.
Todavía no; todavía no.
Se puede ser finlandés o
danés y ser americano
Se puede ser alemán o
francés y ser americano.
Judío, o europeo sucio,
negro, cochino irlandés —todos esos nombres
Con que nos insultamos —y
ser americano.
Estamos hechos a eso hace
ya rato.
Entra en la fonda de Joe y
di a los camioneros
Que eres de una Raza
Superior, y se reirán de tí.
“Qué es eso, tú,
¿jerizonza?
También yo aquí soy
extranjero, pero éste es un país libre.”
Es un país libre…
Claro que sí, que
reconozco nuestros defectos,
y cómo es la cosa por el otro lado,
La soga del que lincha, la
justicia comprada, las tierras baldías,
La escama de la hoja, el
gusano del trigo.
Los guardias con sus
porras, el ciclo gris de la beneficencia pública.
Toda la gran vergüenza de
nuestros corazones, y la gran desunión.
Pero yo sólo advierto que
como país, lo hacemos lo mejor que podemos.
Como país, yo creo que lo
hacemos.
En España trataron de
hacerlo, pero los tanques y los aviones
pudieron más.
pudieron más.
Allí lucharon bien, y
mucho tiempo.
Lucharon por ser libres,
pero parece que no fue bastante.
No tenían armamentos. Y
por eso perdieron.
En Finlandia trataron de
hacerlo. La resistencia fue sagaz,
Hábil, inteligente,
mantenida por unos hombres libres.
(Pero esa resistencia está
ya terminada)
Nosotros, pueblo de buen
carácter, despertamos despacio.
(Ese es nuestro pecado, o
nuestra virtud). Nos gusta colocar
A un hombre en lo más alto
del poder para tirarle piedras luego.
No nos gusta la guerra, y
nos gusta decir lo que pensamos.
Estamos hechos a ello.
Hay ciertas palabras,
Nuestra y de los otros, a
las que estamos hechos
—palabras que hemos usado,
Y oído, y tenido que
recitar, y olvidado;
Que ya han cogido lustre
en el bolsillo; que nos hemos dejado en casa,
de recuerdo;
de recuerdo;
Que heredamos; que
guardamos en el último cajón;
En el baúl cerrado con
llave, en el fondo del espíritu de paz.
Libertad, Igualdad y
Fraternidad
A nadie se penderá,
rehusará o negará el derecho y la justicia.
Y estas verdades las
creemos evidentes.
Pero yo me pregunto: y si
esas palabras pasaran?
Y si pasan, y se van, y ya
no son más,
Y quedan desentrañadas y
borradas del mundo?
Estamos tan hechos a
ellas, que casi las olvidamos.
Lo mismo que olvidamos el
aspecto de nuestra propia casa,
Y eso que podríamos
recorrerla con los ojos cerrados.
No podemos ponerle precio
a la luz del sol, o al aire
Y si no podemos ponerles
precio a tales palabras
es que serán como ellos,
naturales.
Costó mucho comprarlas,
con pasión y con fe.
Fueron compradas con la
sangre, amarga y anónima,
De labradores, maestros,
zapateros e ilusos.
Que rompieron el viejo
orden y el orgullo de los reyes.
Y algunos no vieron el
fin, y muchos se cansaron,
Dudando algunos, otros
confundidos.
Fueron compradas por los
desarrapados del Molino de Valmy;
Por los peones de Lexington
con sus largos cañones ligeros
Y sus impasibles rostros
de la Nueva Inglaterra;
Por los férreos barones
que escribieron la Carta Magna
Para su propio férreo
derecho que no era para el pueblo,
Y que sin embargo ese
pueblo tomó en las manos
Y firmó con su propio
sudor.
Tardamos en comprar esas
palabras.
Tardamos tiempo en
comprarlas y nos costaron mucho dolor.
Desde entonces y para
siempre libres.
Desde entonces y para
siempre libres.
“Nadie puede ser
encarcelado, multado o muerto
hasta no haber sido
juzgado por sus iguales”.
“Para formar una Unión más
perfecta”.
Los otros también tienen
sus palabras, sus fuertes palabras,
Fuertes como los tanques;
como las bombas, explosivas.
El Estado lo es todo,
¡adorad al Estado!
El Caudillo lo es todo,
¡adorad al Caudillo!
¡La fuerza lo es todo,
¡adorad a la fuerza!
¡Adorad, humillaos, o
morid!
Yo volveré a mi casa
atravesando el parque.
Esto no es Londres o
París.
Esta es una ciudad alta y
brillante, el lugar afortunado.
El lugar donde siempre
sobró tiempo para todo.
Los muchachos en mangas de
camisa, aquí: las muchachas primaverales,
bien plantadas;
Los ciclistas, los niños
con sus aviones de juguete;
Los amantes tendidos en el
césped sin importarles las miradas ajenas,
Como si estuvieran en una
isla fuera del tiempo.
Los chicos callejeros,
mojándose con agua de la fuente
Entre los silbidos del
guardia.
Los idiotas que escriben
“Jimmy es un idiota” en los muros del túnel:
Todos ellos están bien seguros,
que nada va a pasarles.
Claro que nada les va a
pasar.
Anda a decirle a Frank, en
Union Square, que “los Yankees no vienen”,
como en la otra guerra.
Anda a contar el nuevo
chiste con el que los bolsistas
se ríen del Presidente.
se ríen del Presidente.
Cualquiera que sea. Que va
a servir de mucho.
Tienes tiempo de beberte
el “highball” —mucho tiempo
Anda a decirle al fuego
que queme sólo en otra parte.
Anda a decirle a los
aviones de bombardeo que se equivocaron de señal.
Al huracán, que pase por
el otro lado.
Anda a decirle al
terremoto que no haga temblar el suelo
En la noche ha sonado la
campana y el aire se estremece con ella.
No voy a poder dormir esta
noche cuando sienta pasar el avión.
Versión de Eugenio Florit
Lunes de Revolución, no. 33, 2 de noviembre 1959.
domingo, 21 de mayo de 2017
Thanatopsis
William Cullen Bryant.
A aquel que por amor a la naturaleza mantiene
una comunión con sus formas visibles, ella le habla
un lenguaje diverso; para sus horas más felices
ella tiene la voz de la alegría, y una sonrisa
y la elocuencia de la belleza; y se desliza
en sus meditaciones más sombrías con una suave
y consoladora simpatía que borra
su aspereza antes de que él la note. Cuando los
pensamientos
de la última, amarga hora vengan como una plaga
sobre tu espíritu, y las tristes imágenes
de la dura agonía, y la mortaja, y el sudario,
y la oscuridad intensa, y la próxima morada,
te hagan temblar, y desfallecer tu corazón; -
Avanza, bajo el cielo abierto, y escucha
la doctrina de la Naturaleza, mientras de lo que te rodea
-la tierra y sus aguas, y las profundidades del aire-
surge una voz tranquila. Pasarán unos días, y a ti
el Sol que todo lo ve no te verá más
en toda su carrera; ni aun en la fría tierra
en la que con muchas lágrimas colocaron tu forma pálida,
ni en el abrazo del océano existirá
tu imagen. La tierra, que te nutrió, reclamará
tu crecimiento, que te resuelvas en tierra otra vez;
y perdida toda traza humana, rindiendo
tu ser individual, irás
a mezclarte para siempre con los elementos,
a convertirte en hermano de la insensible roca,
de la tarda tierra que el rudo zagal
voltea con su arado, y huella. El roble
alargará sus raíces y traspasará tu sustancia.
A ese lugar de eterno descanso, empero.
no te retirarás tú solamente - ni podrías desear
un lecho de mayor magnificencia. Reposarás
con los patriarcas de la infancia del mundo - con los
reyes,
los poderosos de la tierra - los sabios, los buenos,
bellas formas y canosos profetas de las edades
pretéritas,
todos en un sepulcro enorme. Las colinas
afianzadas en las rocas y tan antiguas como el Sol, - los
valles
que se extienden entre ellas con quietud pensativa;
los bosques venerables - los ríos que se deslizan
majestuosamente, y los arroyos que se quejan
y reverdecen las praderas; y alrededor de todo esto
el derroche melancólico y gris del viejo océano; -
no son sino el solemne ornamento
de la gran tumba del hombre. El sol de oro,
los planetas, todos los infinitos huéspedes del cielo,
brillan sobre la triste morada de la muerte
a través del lapso tranquilo de las edades. Todos los que
huellan
el globo, no son sino un puñado en comparación con las
tribus
que duermen en su regazo. Toma las alas
de la mañana, y atraviesa el desierto Barcán,
o piérdete en los bosques interminables
que el Oregón atraviesa, sin escuchar ningún sonido,
excepto el de sus propios embates.- Los muertos -empero- están
allí;
y millones en aquellas soledades - desde que
el vuelo de los años comenzó - los han colocado allí
para dormir el último sueño. Sólo los muertos reinan
allí.
Y de igual modo tú descansarás (¿Y qué sucedería
si te apartaras de los vivos sin que ellos lo notasen, y
ningún amigo
advirtiese tu muerte?). Todo lo que respira
compartirá tu sino. Los alegres se reirán
cuando ya estés muerto, la solemne estirpe de la zozobra
continuará trabajando con ahínco, y cada uno como antes
perseguirá
su visión favorita; todos estos, empero, dejarán
sus alegrías y sus ocupaciones, y vendrán
y harán sus lechos junto a ti. Mientras el largo tren
de las edades se desliza hacia lo lejano, los hijos de los
hombres,
los jóvenes en la verde primavera de la vida, y aquél
cumplido de años, y la matrona, y la doncella,
y el bebé encantador, y el hombre de cabeza gris,
uno a uno serán colocados a tu lado
por aquellos que a su debido tiempo han de seguirlos.
Vive, pues, de modo que cuando te llegue la citación para
unirte
a la caravana innumerable que marcha hacia
ese reino misterioso en el que cada uno
ocupará su estancia a lo largo de los silentes corredores
de la muerte,
no vayas, como el esclavo picapedrero por las noches
va, azotado, a la mazmorra, sino sostenido y confortado
por una verdad inquebrantable, acércate a la tumba
como aquel que arregla las ropas del lecho
en torno suyo, y se echa a dormir plácidos sueños.
Traducción de Roberto Friol
Revista de la Biblioteca
Nacional “José Martí”, enero-junio de 1965.
Árboles
Joyce Kilmer
Cuando contemplo un árbol pienso:
nunca veré un poema tan bello y tan intenso.
Un árbol silencioso que con ansia se aferra
a la dulce y jugosa entraña de la tierra…
Un árbol que mirando los cielos se extasía
y en oración levanta los brazos noche y día.
Y luce como gala gentil de primavera
nidos de pechirrojos sobre su cabellera.
En sus ramas la nieve forma cristal luciente;
y sabe con la lluvia vivir íntimamente.
Crearon los poemas, ilusos como yo:
los árboles, en cambio, sólo los crea Dios.
Traducción de Mariano Brull
Diario de la Marina, 10 de junio de 1927.
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