Joyce Kilmer
Cuando contemplo un árbol pienso:
nunca veré un poema tan bello y tan intenso.
Un árbol silencioso que con ansia se aferra
a la dulce y jugosa entraña de la tierra…
Un árbol que mirando los cielos se extasía
y en oración levanta los brazos noche y día.
Y luce como gala gentil de primavera
nidos de pechirrojos sobre su cabellera.
En sus ramas la nieve forma cristal luciente;
y sabe con la lluvia vivir íntimamente.
Crearon los poemas, ilusos como yo:
los árboles, en cambio, sólo los crea Dios.
Traducción de Mariano Brull
Diario de la Marina, 10 de junio de 1927.
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