Haroldo de Campos
vi a Oswald de Andrade
el padre
antropófago en el 49
reclinado en
un sillón
leyendo trópico de cáncer de henry miller
(maría
antonieta la rosa de los alkmin lo mimaba
mientras él
iba aplastando contumaces cabezas
de diamante
con el martillo de nietzsche)
vi a ezra
pound en el 59
en via
mameli rapallo
(tuesday
four pm ore sedici)
levantando
en las manos el gato de gaudier-brzeska
forma felina
que ocupaba todo el espacio
de una
exigua pieza de mármol ceniza
(a esas alturas el viejo ez ya empezaba a callarse
y sus ojos
rubios centellaban en la inútil
búsqueda de punti luminosi)
vi a roman
jakonbson en la jolla
california
año 56
(a su lado
krystyna pomorska rubia cabeza altiva)
pasé rápido
el test de las palabras cambiadas:
v zviózdi vriézivaias / “entremezclado a las estrellas”
agujero
negro en la primera estrofa
del poema de
maiakovski a serguei esenin
venga a oir
krystyna un poema brasileño
que resolvió
el problema de la rima al revés
en la
traducción de los versos de vladimir)
me convidó
entonces a comer comida árabe
y fueron
muchas las veces y lugares en que nos vimos
encuentros
marcados por luminosas dosis de vodka
(albo lapide notari –decían los romanos)
y hasta me
envió una carta
abierta
tras leer
las coplas de martin codax
sobre el mar
de vigo
vi a francis
ponge en bar-sur-loup
año 69 diez
años después de parís rue lhomond
cuando me
extendiera delante de los ojos
el sena
un poema
desplegable fluente como un río
y
suspendiera a la pared del estudio su araña
tutelar
-l’ araignée mise au mur –magnífica
rectora de saliva
de abolenga
progenie mallarmeana
pero ahora
en provenza en bar-sur-loup
en los
límites de su vaso de agua
él estaba
entero
franciscus
pontius nemausensis
sobrio
lapidario de gres y piedra pómez
separando
palabras como quien escoge
minerales de
texturas y colores diferentes y los perfila
a contra luz
uno por uno
vi a max
bense
celebrando
con estudiantes en drei mohren
stuttgart /
estugarda año 64
la solución
del enigma rembrandt
programada
en la fórmula de birkhoff:
el cociente
de belleza emergía purísimo
de una
retícula violeta
como venus
afrodita surgiendo desnuda
de la espuma
del mar color vino
vi a julio cortázar
años más tarde
en parís rue
de l´ éperon
me llamó
cronopio como hacía
con los
amigos
(él
cronopísimo el mayor de todos)
nos gustaba
comer en un restaurante griego
cerca del
hotel du levant
en la arpegiante
calle de la harpe
y un día me
hizo entrar en uno de sus cuentos
donde me
puso a transcribir de atrás palante en lengua muerta
un soneto
suyo corredizo como un zipper
(después me
describió como un cachalote de barbas de neptuno
en el centro
exacto del círculo
de sus
amigos brasileños)
vi todo eso
y vi otras muchas cosas
como por
ejemplo en la via del consolato
murilo
mendes entre cuadros de volpi
preguntando
por la edad del serrucho
y en esa
misma roma de fachadas amarillo-huevo
en la
trattoria del buco
ungaretti el
leonardo ungaretti
(que
acostumbraba conversar con leopardi
en el
locutorio de las estrellas)
me preguntó
una vez en tono de confidencia:
ci sono
ancora quelle mulattine a san paolo?
(no había
ninguna mulatica –era sólo
me explicó
después paulo emilio-
la fogosa
fantasía del poeta)
vi en fin
todo eso
todo eso y
mucho más
y ahora
tengo derecho a cierta ciencia
y a una
cierta impaciencia
por eso no
me manden manuscritos dactiloscritos telescritos
porque sé
que la filosofía no es para los jóvenes
y la poesía
(para mí) se va pareciendo cada vez más
a la
filosofía
y ya que
todo al final es niebla-nada
y mi tiempo
(consideremos) puede ser poco
y hasta
ahora sólo he traducido unos doscientos setenta versos
del primer
canto de la Ilíada
y no domino todavía
las ganas
de aprender árabe y yoruba
y la
necesidad de reunir todas las fuerzas disponibles
para
resistir a mefisto y no vender el alma
y seguir
firme
en posición
de loto
mientras
todos esos recados ambiguos (digo: vida)
entran en el
contestador automático
Traducción: Pedro Marqués de Armas
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