sábado, 6 de junio de 2020

El pueblo ha de perdurar




Carl Sandburg 


             El pueblo que aprende y desatina perdurará.
Le engañarán, le venderán, le volverán a vender
y volverá a la tierra a nutrir sus raíces;
el pueblo tan extraño en renovarse y regresar,
que no podemos reírnos de su capacidad de aguante,
el mamut descansa entre sus dramas ciclónicos.

El pueblo tan a menudo dormido, cansado, enigmático,
es un vasto conglomerado de unidades que dicen:

           “Me gano la vida.
           Gano bastante para ir tirando
           y eso me lleva todo el tiempo.
           Si tuviera más tiempo.
           haría más por mí
           y tal vez por los otros.
           Leería y estudiaría
           y discutiría las cosas
           y averiguaría…
           Eso lleva tiempo.
           Ojalá tuviera tiempo.”

El pueblo tiene dos caras: es trágico y es cómico:
héroe y rufián: fantasma y gorila que
gime con su boca de gárgola: “Me
compran y me venden…como si fuera un juego…
un día me soltaré…”

           Después de haber sobrepasado
Las márgenes de la necesidad animal,
La torva línea de mera subsistencia,
Entonces llegó el hombre
Al ritual más profundo de sus huesos,
A las luces más livianas que cualquier hueso,
Al momento de pensar en las cosas,
A la danza, a la canción, al cuento,
A las horas entregadas al ensueño,
 Después de haber marchado.

Entre las infinitas limitaciones de los cinco sentidos
y los anhelos sin fin del hombre por lo eterno
el pueblo se agarra al insulso imperativo de comer y trabajar
mientras tiende la mano, cuando se presenta la coyuntura,
hacia las luces que están más allá de la prisión de los cinco sentidos,
recuerdos más duraderos que el hambre y que la muerte.
Y este tender la mano es cosa viva.
Los alcahuetes y mentirosos lo han violado y hollado.
Pero aún está vivo este tender la mano
para alcanzar luces y recuerdos

El pueblo conoce la sal del mar,
la fuerza de los vientos
que azotan las esquinas de la tierra.
Toma el pueblo la tierra
de tumba de descanso y cuna de esperanza.
¿Quién más habla por la Familia Humana?
El pueblo está a tono y paso
con las constelaciones de la ley universal.

El pueblo es policromo,
es espectro y es prisma
apresado en movible monolito,
un órgano de temas que varían,
un clavilux de poemas de color
en donde el mar ofrece niebla
y la niebla se disipa en lluvia
y el ocaso del Labrador se reduce
a un nocturno de estrellas claras,
sereno en el rocío disparado
de la aurora boreal.

El cielo de altos hornos está vivo.
El fuego rompe en blanco y zigzaguea
disparado en metálico crepúsculo.
El hombre tarda mucho en llegar.
El hombre todavía triunfará.
Aún puede el hombre marchar hombro con hombro con su hermano:

Este viejo yunque se ríe de tanto martillo roto.
           Hay hombres que no se venden.
           Los nacidos en fuego se hallan bien en el fuego.
           Y las estrellas no hacen ruido.
           No se puede impedir que el viento sople.
           El tiempo es el gran maestro.
           ¿Quién vive sin esperanza?

En lo oscuro con un gran fardo de penas el pueblo marcha.
En la noche, con una paletada de estrellas encima
para siempre, el pueblo marcha:
           “¿Adónde? ¿Y ahora qué?”


Traducción Eugenio Florit


Antología de la poesía norteamericana contemporánea, Unión Panamericana, 1955, p. 17-20.


domingo, 31 de mayo de 2020

Muerte de Clarice Lispector





Ferreira Gullar


Mientras te enterraban en el cementerio judío
de Caju
(el soterrado resplandor de tu mirada
resistiendo aún)
el taxi recorría conmigo la orilla de la Lagoa
en dirección a Botafogo
Y las piedras y las nubes y los árboles
en el viento
mostraban alegremente
que no dependen de nosotros



Traducción: Pedro Marqués de Armas



miércoles, 27 de mayo de 2020

Mallarmé



André Gide 


Habría que prohibirse expresamente protestar ante las críticas, responder a las acusaciones; pero hay algunas que le iluminan a uno y a las que habría que estar agradecido por obligarle a uno a examinar bajo una luz nueva un viejo problema.

Desde ese momento ya no se trata de defenderse; pues es perfectamente justo decir, por ejemplo, que las cuestiones sociales, los impedimentos exteriores, etc., no figuran en mi obra. Puede ser incluso perfectamente justo reprochármelo y dudo hoy de si fue muy hábil por mi parte abstraer de ese modo mi literatura; pero está fuera de duda que no lo hice sin darme cuenta, ni sin quererlo, sino deliberadamente.

Creo, bien mirado, que Mallarmé fue la causa de ese extraordinario desvío respecto a la vida que fue la consigna de los poetas de esa época y de ese clan (me refiero al de sus admiradores). Ciertamente protesté contra ello, y todo mi esfuerzo, muy pronto, fue por el contrario el de acercar mis escritos a la vida. Pero, allí donde me creí muy hábil y donde quizá me equivoqué —y ello también bajo la influencia de Mallarmé— fue al no tomar en cuenta (y al pensar que no merecía ocupar nuestro arte) más que emociones, pasiones, sentimientos y resentimientos, susceptibles de ser sentidos por todos los hombres.

Es más: pretendí aclarar ciertos problemas, ciertos dramas, inherentes a la naturaleza misma del hombre (como el de Prometeo por ejemplo) independientes de los accidentes exteriores, de lo que llamábamos entonces las «contingencias»; no porque ésas no pudieran ser importantes a su vez; sino porque me parecía que se arriesgaban a falsear, por su intervención, un problema que se trataba en primer lugar de aislar convenientemente.
     
Todo eso estaba estrechamente ligado a la idea de duración, muy mallarmeana. Hoy día ya no se comprende que, sin estar loco, el artista pueda preocuparse de lo que se hará de su obra después de su muerte.

                                                                  Diario, 8 de febrero 1933

Traducción: Laura Freixas
Imagen: Retrato de Mallarmé por Paul Gauguin


domingo, 24 de mayo de 2020

Los lirios amarillos




Luciano Erba 


Los muchachos partieron por la mañana
en junio cuando el aire bajo los plátanos
parece contener dentro otro aire
los muchachos partieron de pesca
con un único sedal pero provistos
cada uno de canastas a bandolera,
se sientan ahora en silencio en el trolebús
que arribó raudo a la terminal
y en el sueño inventan que Milán
tiene valles azules más allá del Castillo
donde saltan los peces en el torrente.
Sobre los prados queda un poco de niebla
la tenca en su pozo de fango
se vuelve a dormir. Madrugadora
una carpa ronda entorno a los bordes
de un canal tranquilo. La carpa
es astuta y no muerde nunca.
Los pescadores no tendrán fortuna. Pero
subiendo los canales y arroyos
de prado en prado y de viñedo en viñedo,
llegarán los muchachos donde es espeso
el verdor de las zanjas, donde son amarillas 
las flores de los lirios y como espadas
las hojas cortan frescas corrientes
bajo la sombra de los sauces.
Llegarán hasta las flores distantes
los pescadores sin fortuna
¡los niños en un viaje a la llanura!

  
Gli ireos gialli

I ragazzi partiti al mattino
di giugno quando l'aria sotto i platani
sembra dentro rinchiudere un'altra aria
i ragazzi partiti alla pesca
con un'unica lenza ma muniti
di un paniere ciascuno a bandoliera,
in silenzio ora siedono sul filobus
arrivato veloce al capolinea
e il sogno rifanno che Milano
abbia azzurre vallate oltre il Castello
dove saltino i pesci nei torrenti.
Sui prati rimane un po' di nebbia
la tinca nella sua buca di fango
ricomincia a dormire. Mattiniera
la carpa perlustra attorno ai bordi
di un tranquillo canale. La carpa
è astuta e non abbocca mai.
I pescatori non avranno fortuna. Ma
risalendo i canali e le roggie,
di prato in prato, di filare in filare,
arriveranno i ragazzi dove è fitta
la verzura dei fossi, dove gialli
sono i fiori degli ireos e come spade
le foglie tagliano fresche correnti
sotto l'ombra dei salici,
Arriveranno fino ai fiori lontani
i pescatori senza ventura
i ragazzi in gita nella pianura!



Traducción: Dolores Labarcena y Pedro Marqués de Armas 


La máquina de escribir




Alfred Polgar


Espíritu, fantasía, inspiración: todo eso está muy bien. Pero hay algo más importante: la máquina de escribir. Con su ayuda se hace la poesía veinte veces mejor. Lápiz y pluma son material muerto. Desgraciadamente no basta tornarlos en la mano y dejarlos correr sobre el papel para escribir. Hay que obligarlos a formar letras y palabras. Eso es algo muy pesado y carga con responsabilidad.

La máquina de escribir, en cambio, no puede sino escribir, es su idioma, su única y natural expresión. Tecleteas con los diez dedos, y si tienes un poquito de suerte, antes de darte cuenta tienes terminada una poesía moderna con cuatro copias.

La máquina de escribir vive. Así como el piano está lleno de sonidos, ella está llena de palabras y sentido.

No hay palabra ni sentido posibles que no estén contenidos en ella. Es una fuente inagotable de poesía, un padre Nilo de la literatura, fertiliza los dedos que la acarician. Mi amigo y vecino, excelente escritor, tiene una máquina de escribir. Es decir ella posee a él (pero este detalle no tiene importancia). Él es uno con ella… no se sabe dónde el termina y donde ella empieza... igual como el jinete y el caballo. Durante todo el día está sentado delante de la máquina y no llega a dar alcance a su producción. Su fertilidad asombra a la coneja más despabilada. Confiesa sin orgullo: Es obra de la máquina de escribir. En realidad parece que en ella una palabra diera a la otra. Inconscientemente se teje la cadena bajo los dedos movibles. Si el instrumento se ha calentado entonces juega con el jugador. He aquí el misterio·

He aquí también la diferencia entre la máquina de escribir, y todas las demás máquinas: no hace solamente trabajo físico, sino también intelectual. Ahora el poeta por lo menos el cincuenta por ciento del sudor creador. Las veinticuatro letras obedientemente reunidas tienen poder inspirador, son duendes siempre listos para el trabajo que invitan a que se aproveche de ellos, seres sumamente inteligentes que desean unirse en matrimonios entre sí y que excitan los instintos copuladores de los hombres. El fino trae-trae de los tipos, el tono metálico del transportador cuyo timbrecito, una vocecita clara de niño, anuncia el fin de una línea: todo eso da un ritmo en el que se mueve el mismo cerebro, una melodía que invariablemente aspira texto. ¡Qué falto de fuerza es a su lado el rasgar de la pluma o el silencioso murmullo del lápiz!

Otra ventaja incalculable de la máquina de escribir consiste en que permite poetizar con las dos manos. Así la escritura conquista lo que hasta entonces ha sido privilegio de la oratoria. Pero la literatura tendrá su mayor ventaja de la máquina cuando ésta llegue a producir sin necesitar el poeta adjunto. El progreso debe dirigirse, en la máquina de escribir, como en toda máquina, en el sentido de disminuir más y más la colaboración humana. El día en que se habrá alcanzado la eliminación completa del escritor y la máquina de escribir funcione sola, ese día se iniciará la edad grandiosa de la nueva poesía.


Cuentistas de Alemania libre; compilación y traducción de Alfred Kanh. Buenos Aires, Ediciones Imán, 1936.