sábado, 27 de abril de 2024

Multifacético como un poliedro


Gastón Baquero


De los varios octavios paz que hay en Octavio Paz me quedo con el poeta Octavio Paz. Multifacético como un poliedro polisémico, como un verso de Mallarmé, este mexicanísimo don Octavio encierra en su corpachón de hombre recio y bien plantado el proteísmo en vivo, el giraldillo de alma despierta en carne viva.

Tengo recuerdos personales de otros mexicanos de mirada al mundo: José Vasconcelos, Alfonso Reyes, Jaime Torres Bodet. De Octavio paz tengo los recuerdos-cicatrices de sus grandes poemas de juventud y leídos a su vez en mi juventud bulimiosa de poesía.

Leer Piedra de sol es como ser invitado a un banquete donde el plato principal es alma hispanoamericana cocida a fuego lento. Vocación y pasión del hombre hispanoamericano es entremeterse en el Mundo, asistir a sus guerras y a sus fiestas, a sus odios y a sus amores. Vallejo se entrecruza aquí con Neruda, y Salomón de la selva se abraza con Porfirio Barba, y León de Greiff guiña el ojo a Eliot y a Bretón al mismo tiempo. De Piedra de sol se viaja hacia Semillas para un himno, viendo asomarse a la ventana A Vicente Huidobro. Luego el atlético Octavio Paz pega un salto empujado por el surrealismo de traje americano, que es dos veces surrealista. Se entra alucinadamente en la lectura de la prosa de ¿Águila o sol? con sus aforismos finales, rodrigón indispensable para seguir Octavio Paz adentro y disfrutar de Ladera este o/y el prodigio de puro poema que es Blanco, un trabajo fulgurante que lleva de la mano al Reino Poesía aun al más negado a descubrir cuánta belleza hay en palpar lo que da del vacío y de la nada. Tantas “lecturas” tiene un poema merecedor de su nombre.

La magnitud de la poesía de Octavio Paz se ve como opacada por los otros resplandores de este creador incesante, el del proteísmo alucinante. El ensayista Paz, el colaborador tenaz en periódicos y revistas, el padre de Taller ayer y de Vuelta hoy, el conferenciante, está-en-todas-partes-Paz, no dejan ver en su exacta dimensión la poesía de este gigante de gestos suaves y palabras amables. Tantas cosas hace y es Octavio Paz, que literalmente puede decirse que es la voz, la conciencia, la palpable y carnal presencia de México. Para un poeta grande esto puede resultar -como ha resultado ya- en el caso dañino para el conocimiento y el reconocimiento cabal de su poesía.

Insisto, en el momento de redactar este saludo que quiere ser auspicioso en los ochenta años de Octavio Paz, en que no debemos dejarnos distraer por los numerosos octavios paz de Octavio Paz, porque en realidad él es un caso más, doloroso por cierto, del intelectual hispanoamericano y español -pensemos en Ortega- triturado y torturado por las obligaciones y servidumbres extrapoéticas.

A este poeta hay que rescatarlo, precisamente ahora que estrena sus ochenta primaveras, de los cien otros quehaceres que estorban al creador, que merman su libertad, aunque esta le fuese acordada “bajo palabra”.

Quien escribió los poemas de Octavio Paz, bien exento está de pelear en otros frentes. Cierto que Hispanoamérica está huérfana de Guías, pero ya está bien de sacrificar a sus mejores hijos ante el altar vacío de dioses y de luz. El poeta grande al castillo vigía de sus poemas. Quede lo demás, las batallas pequeñas, para quienes no tienen el don de la palabra liberadora. Al Moloch de la historia currente pidamos que nos devuelva el poeta. Que de los varios octavio paz nos quedemos -se queda el Mundo- con el egregio Octavio Paz, el Poeta.



Tomado de Gastón Baquero. Geografía literaria (1945-1996), ed. de Alberto Díaz-Díaz, Madrid, Huerga y Fierro Editores, S.L.U., 2010. 

 

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