sábado, 30 de enero de 2021

El abrazo del oso




Fernando Savater


Dice la voz popular que en la turbia luz del crepúsculo todos los gatos son pardos. También en el lento crepúsculo de las dictaduras, que a veces dura décadas y siempre dura demasiado, los últimos burócratas que se aferran al poder tratan de legitimarse secuestrando para su causa a quienes la padecieron y se resistieron a ella. O sea, haciendo ver que ya son también pardos, como el resto de los gatos domésticos sobre los que siempre ejercieron su control. De modo que intentan echar el lazo a escritores y artistas relevantes de la disidencia: si aún viven exiliados, les ofrecen un regreso honroso a la patria, pero honroso sobre todo para quienes les acogen después de haberles exiliado; si han muerto en su rebeldía, fingen un reconocimiento tardío a sus méritos ensalzando sus logros creativos para mejor difuminar su oposición al régimen, que queda soslayado como algo circunstancial y menor.

Tal es la operación que pretenden hoy llevar a cabo los gestores del castrismo casi póstumo con la figura intelectual del autor que de modo más duradero, insobornable y consciente encarnó la denuncia de la dictadura caribeña: Guillermo Cabrera Infante. Una instancia oficial, la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, edita un estudio sobre su obra que abarca los primeros años del escritor hasta su alejamiento definitivo del régimen y su abandono del país sojuzgado. En él se da a la palabra a intelectuales que viven en la isla o fuera de ella para que cuenten recuerdos e impresiones sobre GCI. Como no he leído todo el libro no me atrevo a opinar, aunque en los fragmentos que conozco hay cosas digamos...pintorescas.

Pero lo más chocante no son las presencias, sino una gran ausencia de esas páginas. Falta la voz esencial de la compañera constante y más íntima colaboradora del escritor, Miriam Gómez. Cuantos conocimos a Guillermo no podemos recordarlo ni imaginarlo siquiera sin Miriam. Fue la primera lectora de todas y cada una de sus páginas, la destinataria de muchas y la mecanógrafa que puso en limpio la mayoría. Ahora es ella quien se encarga con amoroso cuidado de preparar para la edición sus obras póstumas, así como de gestionar el resto de sus escritos, tras haber rechazado ofertas sospechosamente generosas del oficialismo cubano, probablemente más deseoso de enterrar esos libros que le comprometen que de sacarlos a la luz. La ausencia de Miriam de esa tesis es más significativa, más devastadoramente significativa sobre ella que todos los testimonios recogidos allí.

Se quiere presentar la pieza académica como la reconciliación de Cuba con GCI. Pero eso es un gran fraude, porque Guillermo jamás estuvo enfrentado ni enemistado con Cuba ni con los cubanos. Todo lo contrario, nunca la isla ni sobre todo La Habana fueron literariamente celebradas con mayor amor, con más desgarradora nostalgia y con mejor conocimiento. Y nadie vivió como él tan pendiente de la libertad secuestrada y los padecimientos de los cubanos en la isla o en el exilio. No hay que reconciliar a GCI con Cuba, con su Cuba: pero es el caso que con quien quieren "reconciliarle" a título póstumo es con el castrismo, porque son los castristas quienes consideran a sus enemigos "anticubanos" lo mismo que los franquistas llamaban a los opositores del régimen "la anti-España". Y esa reconciliación mientras la dictadura sigue machacando a los cubanos jamás la hubiera consentido Guillermo.

Este es el abrazo del oso, el abrazo doloso que el castrismo agonizante quiere dar a su incansable opositor para aprovecharse de su nombre. En cambio, quienes deseen recordar de otro modo al verdadero GCI pueden leer el número de homenaje que la revista ARS Magazine le dedica, gracias a los desvelos de Zoé Valdés (el ejemplar se consigue en http://arsatelier.magcloud.com). No sólo excelente por las colaboraciones, sino por las fotografías realmente únicas que las acompañan: Guillermo puro, sin indeseables aditivos ni colorantes.



El País, 13 de septiembre de 2011.



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