lunes, 10 de octubre de 2022

Lo que pasó, ¿pasó?

 


  Paulo Leminski



   Antiguamente, se moría.

1907, digamos, aquello sí

  que era morir.

Moría gente todo el día,

  y moría con mucho placer,

ya que todo el mundo sabía

  que el Juicio, al final, vendría,

y todo el mundo iba a renacer.

  Se moría prácticamente de todo.

De enfermedad, de parto, de tos.

  Y aun se moría de amor,

como si amar fuese mortal.

  Para morir, bastaba un susto,

un paño al viento, un suspiro y ya,

  se iba nuestro difunto allá

a la tierra de los pies juntos.

  Cumpleaños, boda, bautismo,

 Morir era un tipo de fiesta,

  una cosa de la vida,

como ser o no ser convidado.

  Los lamentos eran costumbre,

pero los daños pequeños.

  Descansó. Se fue. Dios lo tenga.

Siempre alguien tenía una frase

  que rebajaba aquello más o menos.

Tenía cosas que mataban, seguro.

  Pepino con leche, un aire clavado,

maldición de vieja o amor mal curado.

  Tenía cosas que tienen que morir,

cosas que tienen que matar.

  La honra, la tierra y la sangre

mandó mucha gente para aquel lugar.

  ¿Qué más podía un viejo hacer,

en los idos de 1916,

  salvo coger neumonía,

dejar todo a los hijos

y volverse fotografía?

Nadie vive para siempre.

  Al final, la vida es un upa.

No da para mucho más.

 ¿Quién lo mandó a no ser devoto

  de San Ignacio de Acapulco,

el Niño Jesús de Praga?

  El diablo anda suelto.

Aquí se hace, aquí se paga.

  Almorzó y se afeitó la barba,

tomó un baño y salió al viento.

  No tiene nada que reclamar.

Y ahora, vamos al testamento.

  Hoy, la muerte es bien difícil.

Tiene recursos, tiene asilos, tiene remedios.

  Ahora, la muerte tiene límites.

Y, en caso de necesidad,

  la ciencia de la eternidad

inventó la criónica.

  Hoy, sí, personal, la vida es crónica.

 


O que passou, passou?


   Antigamente, se morria.

1907, digamos, aquilo sim

   é que era morrer.

Morria gente todo dia,

   e morria com muito prazer,

já que todo mundo sabia

   que o Juízo, afinal, viria,

e todo mundo ia renascer.

   Morria-se praticamente de tudo.

De doença, de parto, de tosse.

   E ainda se morria de amor,

como se amar morte fosse.

   Pra morrer, bastava um susto,

um lenço no vento, um suspiro e pronto,

   lá se ia nosso defunto

para a terra dos pés juntos.

   Dia de anos, casamento, batizado,

morrer era um tipo de festa,

   uma das coisas da vida,

como ser ou não ser convidado.

   O escândalo era de praxe.

Mas os danos eram pequenos.

   Descansou. Partiu. Deus o tenha.

Sempre alguém tinha uma frase

   que deixava aquilo mais ou menos.

Tinha coisas que matavam na certa.

   Pepino com leite, vento encanado,

praga de velha e amor mal curado.

   Tinha coisas que tem que morrer,

tinha coisas que tem que matar.

   A honra, a terra e o sangue

mandou muita gente praquele lugar.

   Que mais podia um velho fazer,

nos idos de 1916,

   a não ser pegar pneumonia,

deixar tudo para os filhos

    e virar fotografia?

Ninguém vivia pra sempre.

   Afinal, a vida é um upa.

Não deu pra ir mais além.

   Mas ninguém tem culpa.

Quem mandou não ser devoto

   de Santo Inácio de Acapulco,

Menino Jesus de Praga?

   O diabo anda solto.

Aqui se faz, aqui se paga.

   Almoçou e fez a barba,

tomou banho e foi no vento.

   Não tem o que reclamar.

Agora, vamos ao testamento.

   Hoje, a morte está difícil.

Tem recursos, tem asilos, tem remédios.

   Agora, a morte tem limites.

E, em caso de necessidade,

   a ciência da eternidade

inventou a criônica.

   Hoje, sim, pessoal, a vida é crônica.



Versión M. Varón de Mena



Ideolágrimas

 


    Paulo Leminski



    el agua que me llama

en mi desagua

    la llama que me amarga 

 

a água que me chama

em mim deságua

    a chama que me mágua

 

                                     ***


dos hojas en la sandalia

 

el otoño

también quiere andar

 


duas folhas na sandália

 

o outono

também quer andar

 

                                       ***

     la estrella candente

me cayó aún caliente

    en la palma de la mano

 


    a estrela cadente

me caiu ainda quente

    na palma da mão


                                           ***

    nada me disuade

todavía voy a ser

    el padre de los hermanos Karamazov

 


    nada me demove

ainda vou ser

    o pai dos irmãos Karamazov


                                            ***

en el espejo

                      de un vistazo

el color del sueño

                                de ayer

 


no espelho

                     de relance

a cor do sonho

                            de ontem


                                         ***

    roba la flor

al crepúsculo color fruta

    pájaro tecnicolor

 


    furta a flor

ao crepúsculo cor de fruta

    pássaro tecnicólor

 

                                       ***


    la lluvia es rala

crezcan con fuerza

    lenguas de vaca

 

    a chuva é fraca

cresçan com força

    línguas-de-vaca

 


                                            ***

 

            las cosas están negras

 

           una lluvia de estrellas

           deja en el papel

           esta charca de letras

 

 

          as coisas estão pretas

 

          uma chuva de estrelas

          deixa no papel

          esta poça de letras



Versiones M. Varón de Mena



domingo, 9 de octubre de 2022

Aviso a los náufragos

 


 

Paulo Leminski


    Esta página, por ejemplo,

no nació para ser leída.

    Nació para ser pálida,

mero plagio de la Ilíada,

    alguna cosa que calla,

hoja que vuelve al gajo,

    mucho después de caída.


    Nació para ser playa,

quién sabe Andrómeda, Antártida

    Himalaya, sílaba sentida,

nació para ser última

    la que no nació todavía.

 

    Palabras traídas de lejos

por las aguas del Nilo,

    un día, esta página, papiro,

habrá de ser traducida,

    al símbolo, al sánscrito,

a todos los dialectos de la India,

   habrá de decir buenos días

a lo que se dice solo al oído,

   habrá de ser la aguda piedra

donde alguien dejó caer el vidrio.

   ¿No es así como es la vida?

 


Aviso aos náufragos


    Esta página, por exemplo,

não nasceu para ser lida.

    Nasceu para ser pálida,

um mero plágio da Ilíada, 

    alguma coisa que cala,

folha que volta pro galho,

    muito depois de caída.


    Nasceu para ser praia,

quem sabe Andrômeda, Antártida

    Himalaia, sílaba sentida,

nasceu para ser última

    a que não nasceu ainda.


    Palavras trazidas de longe

pelas águas do Nilo,

    um dia, esta pagina, papiro,

vai ter que ser traduzida,

    para o símbolo, para o sânscrito,

para todos os dialetos da Índia,

    vai ter que dizer bom-dia

ao que só se diz ao pé do ouvido,

    vai ter que ser a brusca pedra

onde alguém deixou cair o vidro.

    Não é assim que é a vida?



Versión M. Varón de Mena



sábado, 8 de octubre de 2022

Paulo Leminski


 

Haroldo de Campos 


Fue en 1963, en la Semana Nacional de Poesía de Vanguardia, en Belo Horizonte, que Paulo Leminski apareció, dieciocho o diecinueve años, un Rimbaud curitibano con físico de judoca, midiendo versos homéricos como si fuese un discípulo zen de Bashô, el Señor Banano, recién salido del templo neopitagórico del simbolista filelénico Darío Veloso.

Noigandres, como faro poundiano, lo recibió en la plataforma de lanzamiento de Invenção, lampiro-más-que-vampiro de Curitiba, chispeante de poesía y vida. Ahí comenzó todo. “Caipira cabotino” (como dice afectuosamente Julinho Bressane) o plurilingue parroquiano cósmico, como preferiría yo sintetizar en ideográfica fórmula de contrastes, ese caboclo polaco-paranaense supo, muy precozmente, deglutir el pau-brasil oswaldiano y educarse en la piedra filosofal de la poesía concreta (hasta hoy en el camino de la literatura brasileña), piedra de fundación y de toque, imán de poetas-poetas.

Desde las primeras invenciones a Catatau, desde la poesía contraventora y lírica (pero siempre construida, conocida, de fabbro, de hacedor) hasta el verso verde-verdura de la canción trovadoresca-popular, Leminski viene lloviendo en el endomingado picnic sobre la hierba en que se convirtió la poesía neoacadémica brasileña, dividida hoy entre institucionalizadas marginalidades plácidas y exploradores orfeónicos, de medallitas y brazaletes. Y es bueno que llueva, con piedras y zarzas y barro. ¡Evoé Leminski!

  

                                                                                       Sao Paulo, junio de 1983


Traducción M. Varón de Mena


Texto publicado en la primera edición de Caprichos e relaxos (1983), tomado de Paulo Leminski. Toda poesia (Companhia Das Letras, 2013, pp. 394-95. 



jueves, 29 de septiembre de 2022

Mi vida junto al arroyo


Liu Zongyuan

 

Me incomodaba hacía mucho

el birrete de mandarín.

Por fin me lo quitaron

al desterrarme al lejano sur.

Gozo de una vida sosegada.

Tengo por vecinos campos y huertos.

Soy el huésped de montes y bosques.

Al alba, aro la tierra

cubierta de rocío.

Cuando cae la noche,

mi barca vuelve del paseo

chapoteando entre los guijarros.

Vago de un lado a otro,

sin encontrar ni un alma.

Levantando la vista

hacia el azul del cielo,

canto a voz en cuello.


Traducción: Goujian Chen.


Poesía clásica china, Cátedra, 2001.