lunes, 21 de septiembre de 2020

El cementario de los pájaros

 



Pablo Antonio Cuadra


Arribé al islote
enfermo
fatigado el remo
buscando
el descanso de un árbol.
No vi tierra
sino huesos.
De orilla a orilla
huesos
y esqueletos de aves,
plumas calcinadas,
hedor
de muerte,
moribundos
pájaros marinos,
graznidos
de agonía,
trinos tristes
y alguna
trémula
osamenta
aún erguida
con el pico
abierto al viento.

Con débil brazo
moví los remos
y di la espalda
al cementerio
del canto.


domingo, 20 de septiembre de 2020

Libertad de pensamiento

 


Ernesto Mejía Sánchez


                                  I

Yo fui durante años, por propia voluntad y estudio,

a los archivos de la Santa Inquisición

de la Nueva España. Me empantané

en herejías y supersticiones,

en oraciones mágicas y bailes deshonestos,

en crímenes cortesianos y judaizantes.

Podría superar fácilmente la bibliografía

especializada. He visto confesiones y delaciones

firmadas con la sangre de los inocentes,

he visto marcas de fuego en la abierta

libertad de los libros, el mal amor,

la maldad, la cobardía y el miedo,

el falo ofrecido a la Virgen

y la dogmática embriaguez.

He visto el delirio y la perversión de la fe,

el juramento falso y la crueldad,

el empecinamiento y la fortaleza.

Yo podría contarles muchas historias,

como don Artemio de Valle-Arizpe.

Pero prefiero callar este borrón puerco

de los hombres o sacar una lección de pudor

y respeto para el pensamiento de mis hijos.

 

                                   II

Y yo que quería escribir lo que me viniera

en gana, como un hombre, y ellos me dijeron

que eso era pura mariconería, que las ideas

debían ser revisadas. Yo les dije que la poesía

se escribía con palabras y que la política,

sin ideas. Y me dijeron (los muy sabidos)

que el tipo ese se pasó la vida abanicándose

con los abanicos de Mme y Mlle Mallarmé, y

que todo eso me iba a pesar, porque instalarían

la dictadura del bien, perfecta e infalible.

Y a mi hermana la monja la dejaron desnuda

en plena calle y a mis niños les dieron un silabario

perfecto, intolerante, sin elogio de la locura.

Yo no tengo nada contra los negros

ni contra la repartición de la tierra; pero no estoy

conforme con la sumisión de las letras negras

de la imprenta ni con el despilfarro de balas

rojas de odio. El capitalismo está sentenciado.

Yo moriré con él, dicen, y muchos más morirán.

¡Pobres de nosotros, y sin haberlo gozado!



jueves, 17 de septiembre de 2020

Ritornelo


José Coronel Urtecho

  

Como la marea

cuando se retira

como la marea

 

Como una campana

que suena lejana

como una campana

 

Como una guitarra

colgada de un clavo

como una guitarra

 

Como un chunche viejo

vivo arrinconado

como un chunche viejo

 

                                                             diciembre, 1989


jueves, 10 de septiembre de 2020

Ezra Pound en Atenas



Jaime García Terrés 

 

Nos encontramos

en un atroz vestíbulo, cercados

por los fotógrafos y la demás gente curiosa,

con algunos recuerdos compartidos.

‘And you were glad and laughing

With a laughter not of this world.’

No,

no es el hospital de Saint Elizabeths,

no es Rapallo

                           ni tampoco Brunnenburg,

es un hotel de la ciudad soñada

        por casi todos los poetas,

un lago de silencio en el que las palabras

bogan intrusas contra la corriente.

Las manos del artífice descansan

y sus ojos prefieren vaciarse de miradas.

(Le pregunto si vive en paz,

y me responde:

Ah ¿de qué sirve

mi paz cuando los otros

quieren sólo pelea?)




sábado, 5 de septiembre de 2020

Naufragio



                                                                              A Carlos Pellicer 


Salvador Novo


Que me impregne 
el vendaval de las horas!
Huyo de los hongos cúpulas
paraguas paracaídas y caídos.

¡Viento, lluvia, azótame,
amásame un alma olorosa
agua que fuiste cenagosa
y te purificaste
en los azules tendederos!

Sepúltame contigo
no esperes de mí un impulso,
he sido siempre solamente un cajón
con un espejo y vidrios de colores.

¡Corramos a la lluvia!
Nunca ha estado tan orquestada,
es el Placer-que-Dura-un-Instante
y además ya inventaron los pararrayos.

Esta ola de viento
sabe a torsos y a hombros desnudos
y a labios y huele a miradas.

Mar, mar adentro
y luego húndeme y desgájame,
no quiero nunca guardar nada más.

Romperé mis anteojos verdes
y el sol bailará para mí
como un niño idiota que busca
el juguete que naufragó.

                                                                  
                                                                           [1925]



 "Salvador Novo", retrato de Manuel Rodríguez Lozano (1924).