Jaime García Terrés
Nos encontramos
en un atroz vestíbulo, cercados
por los fotógrafos y la demás gente curiosa,
con algunos recuerdos compartidos.
‘And you were glad and laughing
With a laughter not of this world.’
No,
no es el hospital de Saint Elizabeths,
no es Rapallo
ni tampoco Brunnenburg,
es un hotel de la ciudad soñada
por casi
todos los poetas,
un lago de silencio en el que las palabras
bogan intrusas contra la corriente.
Las manos del artífice descansan
y sus ojos prefieren vaciarse de miradas.
(Le pregunto si vive en paz,
y me responde:
Ah ¿de qué sirve
mi paz cuando los otros
quieren sólo pelea?)
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