jueves, 4 de diciembre de 2014

Moscas de bronce



Octavio Armand


No todas las observaciones de la ciencia duran más que el papel y la tinta. Muchas se queman sin llamas. El olvido, casi siempre piadoso, le ha ahorrado a Proxágoras una luz incómoda. Hoy nadie recuerda que la palabra arteria registra un error suyo. Adumbrado por los siglos, solo el étimo afirma que estos vasos tan sanguíneos son conductos de aire. Es más fácil atreverse al fracaso que a la memoria. ¿Lo sabría Homero al pulsar unas alas transparentes? Su plectro nos ha dejado una razón secuestrada al fuego y otros olvidos: la tenacidad de las moscas. Envidiable para poetas y entomólogos. Esta embrionaria psicología del díptero logra algo inusitado: que lo repulsivo no esté reñido con el bronce. Ciertamente hay algo épico en el trajín de los insectos que revolotean entre aqueos y troyanos. Parecen de bronce. Pero de eso solo nos hemos dado cuenta gracias a Homero. Es posible que la imagen se le haya ocurrido en algún campo de batalla durante el fragor del combate. O días después. Ya no quedan ni valientes ni cobardes. No hay gritos de ira, ni lamentos, ni imploraciones, ni quejidos de moribundos. Solo cadáveres y moscas. El olor dulzón de la sangre a puntos coagularse huele a otra cosa. Al putrificarse han empezado a ser marmóreos los valientes y haces los cobardes. Las moscas, afanosas, ni reconocen ni valoran esos sutiles distingos. Les da lo mismo que este muriera con el pecho destrozado y aquel de rodillas o con una flecha clavada en la espalda. Testigo excepcional de este combate unilateral, minucioso, liliputiense –final pero nada decisivo-, Homero vislumbra un mundo que como los dioses no se hace visible para todos. Al zumbido de miles y miles de guerreros de cabeza elíptica que no le temen ni a valientes ni a cobardes, ni a Zeus ni a los muertos –ni siquiera a sus epítetos- quizás sueñe seis patas para Aquiles y ocelos para Héctor. En vano: los sueños sueños son. Ni una metaformosis podía despertar a los caídos; y él solo podría concederles la inmortalidad. Eso hizo.


 Caracas, 19 de abril de 2005.






martes, 2 de diciembre de 2014

Ravena




Pedro Marqués de Armas


La explosión del cuartel ocurrió a las 3:30 de la tarde del 18 de mayo de 1910, justo cuando mi abuela, que vivió 103, cumplía 17 años. El origen fue un fatal martillazo sobre una de las cajas de explosivos que hizo explotar una y otra vez la antigua construcción. Fallecieron 77 personas y otras 145 resultaron heridas.

Resuena en mi cabeza desde la infancia por unas décimas que mi abuela María se sabía de memoria. Pero no vine a saber del asunto hasta hace muy poco, cuando, leyendo viejos periódicos, caí en la cuenta que se trataba del Cuartel de Infantería de Pinar del Río, más conocido como Ravena.

De esas décimas dolorosísimas que mi abuela recitaba cada vez que le echábamos una moneda podría no quedar ni rastro, salvo que alguien las haya recogido (lo que no parece), o perduren archivadas en algún cerebro de segunda o tercera descendencia, lo cual es poco probable.

Aun así, fijaron el acontecimiento durante generaciones, emocionalmente hablando, quiero decir. A estas alturas no queda otra que revolver gacetillas y hurgar entre los cronistas. Para ese día se esperaba la aparición del cometa Halley, por lo que muchos pinareños imaginaron, aterrados, en los primeros instantes, que la explosión era originada por la birlocha de fuego en su choque con la tierra.

Versos alusivos a la desesperación y el luto que se apoderó de las familias, las estrofas que María recitaba eran ellas mismas desesperantes y trasmitían, pese al paso del tiempo (hablo de los años 80), una sensación de vívido, removido sufrimiento.

Aquí o allá algún nombre, alguna alusión al celo de las autoridades, etc., pero se detenían, sobre todo, en detalles escabrosos, como piernas y brazos volando al son de cada estallido o cadáveres abrazados (y no solo abrasados) entre el lamento de los heridos que asomaban –incluso días más tarde- desde los escombros.

Vesubio y crónica roja, siempre las identifiqué como las “décimas del acabose”, usando una expresión cara a María –que también fuera, en su infancia, María Platanito, tal como la tropa de Maceo la bautizó a su paso por San Luis por llevarle ella en agasajo racimos a montones que no eran sino el mensaje conciliador de sus padres canarios.

Así se explayaba un periódico de época:

“El cadáver del joven Emilio Sánchez fue extraído de los escombros por su hermano, el licenciado Leopoldo Sánchez, juez correccional de la Tercera Sección. Se encontraba abrazado de dicho joven el cadáver de su prima, la señorita Lazo, que también trabajaba en la Jefatura de Obras Públicas”.

Nombres que suenan como ya oídos, no me perdono el no haberlos grabado en la voz de María... Hasta volvió a pasar el cometa Halley.




lunes, 1 de diciembre de 2014

Aguas tiñosas





Guillermo Cabrera Infante



Dice Cuba en la mano: "Aura tiñosa (Cathartes Aura, familia Vulturidas): Ave de rapiña, diurna, de aspecto repugnante, plumaje negro, cabeza desprovista de plumas, con arrugas detrás del cuello y sobre el occipucio, pico rosado amarillento en la base, ojos de color carmín con un cerco azul alrededor de las pupilas y pies rosados. Afirma el doctor Gundlach que no ha visto otra ave que vuele de un modo más perfecto. Cuando busca alimento, el Aura vuela en todas direcciones o en línea recta, describiendo grandes círculos, sin dar aletazos. Al distinguir el cadáver de un animal, desciende achicando los círculos cada vez más, y entonces aletea hasta posarse a poca distancia de su inmóvil presa".
Pero hay tiñosas políticas. Una muestra temprana de aura tiñosa fue Roberto Fernández Retamar (a quien Pablo Neruda en sus memorias llamó "el sargento Retamar") entrevistado por la televisión de cable americana. Cuando le preguntaron por mí dijo que yo era un contrarrevolucionario visceral olvidando que el corazón es también una víscera. Preguntado por qué mis libros estaban prohibidos en Cuba respondió con un proyecto de Aura: "Cuando se muera", aseguró, "entonces lo publicaremos". Las otras auras tiñosas lo imitaron. Después de todo, todos no hacían más que copiar el método soviético: allá publicaron a Nabokov y a Stravinsky después de muertos. Antes, mencionarlos siquiera era una actividad condenada por el Estado.
Ernesto Lecuona, el eminente pianista y compositor cubano, murió en el exilio de Islas Canarias, pero pidió que no lo enterraran en Cuba bajo Fidel Castro. Está enterrado en Nueva York. Durante años su música no fue oída en Cuba, hasta que descubrieron que los derechos de autor de Lecuona daban múltiples beneficios para las arcas cubanas. Lecuona está todavía enterrado en Nueva York pero su música se toca y se oye y se silba en Cuba castrista.
El caso de Lydia Cabrera es más singular. Exiliada temprana (ya estaba establecida en el exilio en 1960) Lydia era una contraria formidable. Cuando murió se editó en Cuba su obra maestra El monte, un libro capital de la religión afrocubana y una muestra impecable de antropoesía. El libro fue impreso y sus ejemplares guardados en el almacén de la imprenta -de donde desaparecieron de la noche a la mañana-. Todos. Se supo que los habían robado ladrones ocultos pero se podían comprar ejemplares que se vendían a precio de dólares en los rincones oscuros de La Habana Vieja. El libro era un tesoro que los practicantes de la santería querían tener. No hubo una segunda edición.
Labrador Ruiz tenía una lengua afilada que practicaba como un florete en su esgrima contrarrevolucionaria. Cuando murió en Miami no se publicaron los hechos de su vida, sino que uno de esos miñones del ministerio de Cultura escribió un perfil de Labrador en el exilio que era una obra maestra -de la mendacidad-. Allí se decía que Labrador y su mujer Cheché vivían en la penuria más extrema. Sucede que la verdad es contrarrevolucionaria. Labrador y Cheché vivían en un confortable apartamento pagado por el municipio de Miami y recibía todos los días una cantina con su comida favorita cocinada por un restaurante modelo.
Carroña temprana fue la de Jorge Mañach. Ensayista y un demócrata ejemplar, había llegado en su oposición a Batista a escribirle a Fidel Castro el discurso que ofreció al tribunal, que lo condenó, y al pueblo de Cuba. Esa pieza oratoria tenía como nombre una cita directa de Hitler, tomada del Mein Kampf: "La historia me absolverá". La misma historia condenó a Mañach a un exilio temprano. Toda su biblioteca fue confiscada y sus libros hechos picadillo de papel. Al poco tiempo de morir se podía citar a Mañach como un ejemplo de intelectual equivocado pero estimable.
Lino Novas Calvo es, quizás, el más grande cuentista cubano, aunque nacido en Galicia. Durante su juventud desempeñó los más variados oficios (entre ellos chofer de taxi habanero) y se hizo comunista y fue un temprano ejemplo de intelectual comprometido: llegó a ser redactor del diario comunista Hoy. Su exilio fue también temprano y ejerció en Estados Unidos como profesor en una universidad americana. Por un tiempo fue silenciado y ninguneado y hecho desaparecer del panorama literario cubano que una vez prestigió. Cuando murió en Nueva York se hizo una edición cubana de su novela Pedro blanco, el negrero y se publicaron volúmenes con sus cuentos maestros. Hasta se hizo una frase: "Regresa, Lino. Todo está perdonado".
El caso de Manuel Moreno Fraginals no es sui generis pero sí es ejemplar. Moreno Fraginals estuvo escribiendo por más de diez años una monografía que sería su opus magnum. Titulada El central era un estudio total del azúcar desde la plantación o cañaveral hasta el azúcar blanca. El central tenía una dedicatoria que era un contrasentido: decía "a... Che Guevara". Sucede que Guevara fue el enemigo acérrimo del azúcar. Antes había un lema, "Sin azúcar no hay país", que declaraba cuánto debía Cuba al azúcar como producto de exportación. Guevara se dio a la tarea de demostrar que sin azúcar sí había país y en su empeño destruyó la industria azucarera. El libro de Moreno Fraginals, publicado en Cuba cuando el autor residía en la isla, casi un coffee table book por sus excelentes ilustraciones, fue recibido con elogios dentro y fuera de Cuba. Pero sucedió que Fraginals decidió exiliarse en Miami y su libro cayó en un olvido voluntario: no aparecía por ningún lado en Cuba- hasta que Fraginals murió y su obra maestra fue rescatada del olvido a que la habían condenado en la isla-. Fue casi un renacer de El central. El autor murió y con su muerte hizo volver a la vida a su libro.
El caso más reciente y más extremo fue el de Reinaldo Arenas. Como saben los que han leído su testamento político o hayan visto su biografía fílmica, Antes que anochezca, Reinaldo fue un exiliado combativo (y combatido desde Cuba con el silencio) y un vocero contrarrevolucionario. Tanto que es su testamento político (que la película omitió) y allí declara culpable de su suicidio no al régimen sino a Fidel Castro directamente. Antes que anochezca tiene como epílogo una visión de PM, el corto metraje que hicieron Saba Cabrera, mi hermano, y Orlando Jiménez. Allí, después de la fiesta de colores que es la película, era una esquela en blanco y negro, la peliculita siempre una obra maestra. El éxito de Antes que anochezca, la película, se reflejó en las ventas de las memorias de Arenas y ha sido vista en todas partes como su testamento y su memoria póstuma.
Ahora viene la última edición de rescate de Arenas. Hay que recordar que Reinaldo en Cuba sólo mereció el silencio y la calumnia y la cárcel y que era un enemigo acérrimo del régimen de Castro y una víctima histórica y, lo que es más flagrante, literaria también. Pero hay una coda que es un festín para las auras. Acaba de aparecer en Cuba una entrevista ¡con la madre de Arenas! Esta pobre señora fue una madre que Reinaldo veneraba. Ahora es una buena revolucionaria que ha perdido a su hijo que deviene, en sus palabras, un revolucionario equivocado, a punto de regresar a Cuba, después de fugado y calumniado y odiado como ninguno. La madre ejemplar ha recibido un premio y Fidel Castro le ha dado un apartamento en un edificio dedicado a alojar a escritores y artistas del régimen. A cambio sus palabras hieren la memoria de Arenas de una manera abominable. Hay que hacerse, sin embargo una pregunta, ¿quién de los poetas y pintores y escritores desaparecidos en el exilio y ausente de la historia revolucionaria reaparecerá como una carroña digestible? Puedo proponer varios, el eminente historiador Levi Marrero, muerto en Puerto Rico hace dos años, el poeta Eugenio Florit, muerto nonagenario en Miami (noticia de último minuto: ya se prepara en La Habana una antología del poeta que nunca mencionaron en Cuba vivo) y, ¿por qué no decirlo, para volver a la proposición de Retamar, yo mismo? La costumbre me hace poner al pie de página un aviso de copyright, que el régimen comunista no reconoce, y no se salta porque me exalta.





Tomado de El País, 2004.




domingo, 30 de noviembre de 2014

Treinta proposiciones




Leonardo Sinisgalli


1. La poesía no se desarrolla: se edifica.
2. La poesía está completamente cerrada por todos lados.
3. La sustancia de la poesía es inalterable.
4. No hay devenir para la poesía; está completa desde su nacimiento.
6. La poesía está acabada tan pronto como existe. Se cierra sobre sí misma en todos sus puntos.
7. Para la poesía, el crecimiento es indiferente. 
5. La poesía está excluida del tiempo, en el que no se mueve. Su naturaleza le impone un reposo absoluto.
8. La poesía tiene simpatía por ciertos números y por ciertas figuras.
9. En el curso de su formación, la poesía no se deja desviar.
10. La poesía tiende a volverse como inanimada.
11. La poesía necesita el sostén de leyes perfectas: no puede subsistir laboriosamente.
12. la poesía es pensamiento vuelto sensible.
13. Solo la poesía existe sin la menor interrupción de su modo de ser.
14. Eternamente aislada, la poesía no conoce otra cosa que ella misma. Es forma, es memoria, es conciencia.
15. Es imposible determinar el instante en que nace la poesía; su nacimiento mismo no es pensable.
16. En un poema las palabras se ignoran, aunque tengamos la impresión de que una arrastra a otra en cierta dirección.
17. La poesía no es nacimiento: es un accidente, es un desastre.
18. La poesía está ligada al tiempo por algo abrupto: una cortadura, una amputación, un sobresalto, un chorro, algo que llega enteramente en un instante incalculable, de un solo golpe, sin progresión.
19. La poesía nace de una gran voluntad de conservación.
20. En alguna medida puede sostenerse que todos los hombres tienden a expresarse en verso.
21. Una sola cosa le importa a la poesía: el estado último de su formación; si no lo alcanza, es como si estuviera arruinada, negada.
22. Puede decirse sin temor a exagerar que la historia de los hombres se edifica sobre las ruinas de los versos.
23. Cuando la poesía pierda el control de la naturaleza, la naturaleza se hundirá.
24. La poesía, desde el soneto hasta las palabras en libertad, se degrada hacia la prosa para dar alimento y cuerpo a la vida que, sin esa poesía, es decir sin su ruina, nunca habría sido.
25. Si la vida no hubiera nacido nunca, el mundo habría permanecido en el deseo de las palabras.
26. La poesía es una forma severa, inaccesible, incompatible con la vida. Sin embargo, desfallece constantemente por volverse vida.
27 La poesía nunca se deja plegar: la naturaleza nunca puede ejercer sobre ella una acción decisiva.
28. La poesía no puede reconocer nada fuera de sí, ni siquiera a su semejante.


Los anillos de esta cadena de proposiciones fueron transcritos del bellísimo tratado sobre los cristales de J. Killian. La transcripción por substitución, procedimiento caro a Lautréamont, sigue siendo muy útil para deducir de una ley de medida, una ley de posición.





Versión de Aurelio Asiain


Tomado de Vuelta, México, marzo de 1991.


sábado, 29 de noviembre de 2014

Poemas de Almelio Calderón Fornaris



Fugacidad

Soy un pequeño loco de estación gris
vivo en la soledad yo la he visto
el bisturí que muy pronto cortará los dedos
de mi corazón creado tres veces por los mecánicos del alma
no tengo enigmas para mis deseos
sólo este silencio que uso como gatillo
defiendo mi emblema de estrella
mi historia que no se llama salvación
me muerdo y desmuerdo
como un sueño que se repite y se repite
en este mundo donde el espejo es lo sagrado
la imagen del es
la gloria del fue
los peldaños del será
la vida en una selva con destino
me clava sus peces
pero yo soy uno solo
ése que se enfrenta al ciego tren de estas ferreterías.


Dialéctica

Los que quieran saber la historia
que sepan la historia.
Los que quieran aprender a saltar
que aprendan de saltos.
Los que quieran decir que su corazón
es de arena que lo digan.
Los que quieran decir como Anaximandro
que el hombre nació de un pez
-cuidado con los pescadores.


Balnearios

La balanza cree en su templo aunque esté despoblada de promesas.
Sólo el azar de sus llamas hace de los signos puertas que son atlas
hacía la sabiduría. La paciencia se desliza como archipiélago que
devora el tiempo.

¿Qué alas hay para otro vuelo, para otra marea? Las alas quieren
alejarse de la finitud del hombre. Escucho como caen los dioses en
estos balnearios donde la ola es una hebra más del muro.

                                                        
                                                         ...  
     

Antes era un homeless. Dormía en la calle, cerca de una Iglesia.
No puedo asentir que me influya la opinión del mundo.
Su mala prosa me provoca náuseas.
Sigo expuesto a la intemperie.