Rufino Blanco Fombona
Mirad cómo un
hombre de raza apolínea,
ebrio de canto y
sol,
recoge la ofrenda,
fragante y virgínea,
del viejo solar
español.
Del viejo solar
donde el árbol de vida
reverdece a
futuros de amor,
y oculta en la
copa garrida
la pluma de la
oropéndola y el nido del ruiseñor.
Cuando el
apolonida recoge el haz superno,
el haz florido de
emoción,
como si en cada
brizna palpitase un fraterno
y dolorido
corazón;
el árbol solariego
todo es aleo, cántico,
miserere,
querellas,
porque murió el
divino poeta trasatlántico,
Rubén Darío,
espigador de estrellas.
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