martes, 9 de julio de 2019

Trieste



Umberto Saba


Atravesé toda la ciudad.
Subí después la cuesta,
al principio poblada, luego solitaria,
rodeada por un muro bajo:
un rincón donde me siento
a solas; y donde parece acabar
también la ciudad.

Trieste tiene una gracia
hosca. Si gusta
es como un chiquillo áspero y voraz,
de ojos azules y manos demasiado grandes
para regalar una flor,
como un amor
receloso.
Desde la cuesta descubro cada iglesia,
cada calle, si lleva a la playa, ardua,
o a la colina en donde, en la punta,
pedregosa, una casa, la última,
se aferra.

En torno
circula en cada cosa
un aire extraño,
un aire tormentoso,
el aire nativo.

Mi ciudad, tan viva en todas partes,
tiene ese rincón para mí, para mi vida
absorta y esquiva.


Trieste


Ho attraversato tutta la città.
Poi ho salita un'erta,
popolosa in principio, in là deserta,
chiusa da un muricciolo:
un cantuccio in cui solo
siedo; e mi pare che dove esso termina
termini la città.

Trieste ha una scontrosa
grazia. Se piace,
è come un ragazzaccio aspro e vorace,
con gli occhi azzurri e mani troppo grandi
per regalare un fiore;
come un amore
con gelosia.
Da quest'erta ogni chiesa, ogni sua via
scopro, se mena all'ingombrata spiaggia,
o alla collina cui, sulla sassosa
cima, una casa, l'ultima, s'aggrappa.
Intorno
circola ad ogni cosa
un'aria strana, un'aria tormentosa,
l'aria natia.

La mia città che in ogni parte è viva,
ha il cantuccio a me fatto, alla mia vita
pensosa e schiva.


Versión: Pedro Marqués de Armas

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