domingo, 13 de abril de 2025

Rémy de Gourmont (1858-1915)


Ezra Pound 


Dado que Rémy de Gourmont encontró su propia forma en la prosa, así también en la poesía, probablemente por influencia de los sequaires medievales (especialmente los de Goddeschalk, citados en su trabajo sobre el Latin mystique), recreó las letanías. Fue éste uno de los grandes aportes del "simbolismo", de la doctrina por la que el poeta tenía que "sugerir, no presentar"; en sus manos, este método indirecto se vuelve sumamente eficaz. La procesión de todas las mujeres hermosas se mueve delante de nosotros en las Litanies de la rose, y el ritmo es incomparable. No es poesía que se quede en el papel, tiene que avivarse en la audición, o bien en la más fina audición de quien sepa imaginar su sonido. Es necesario "oírla" de algún modo, y entonces, de esa ebriedad nace la belleza. No soy injusto con De Gourmont al citar este único poema. La Letanía de los árboles es igualmente hermosa, o casi. Los sonetos en prosa son diferentes; proceden del habla común, de la conversación. Quizá Paul Fort comenzó, o recomenzó a componer el parloteo común en parágrafos de prosa rimada, a veces bastante simpáticamente.

(Aquí citaba Les litanies de la rose, pero son demasiado largas para este "Suplemento", y suponen un problema especial.)


Escrito en Rapallo; traducción de René Palacios More. Editorial Swan, 1982. 



viernes, 11 de abril de 2025

El futuro del ojo


Joseph Brodsky


El ojo es el más autónomo de nuestros órganos. Ello es debido a que los objetos de su atención están inevitablemente situados en exterior. Salvo en un espejo, el ojo nunca se ve a mismo. Es el último en cerrarse cuando el cuerpo se duerme. Permanece abierto cuando el cuerpo es golpeado por la parálisis o la muerte. El ojo sigue registrando la realidad aun cuando no hay razón aparente para hacerlo, y en cualquier circunstancia. La pregunta es: ¿por qué? Y la respuesta es: porque el medio es hostil. La vista es el instrumento de adaptación a un medio que sigue siendo hostil a pesar de todos los esfuerzos por adaptarse a él. La hostilidad del medio aumenta en proporción directa al tiempo que se pase en él, y no me refiero solamente a la vejez. En pocas palabras: el ojo busca seguridad. Esto explica la predilección del ojo por el arte en general, y por el arte veneciano en particular. Explica el apetito de belleza del ojo, así como la existencia misma de la belleza. Puesto que la belleza consuela desde el momento en que es segura. No nos amenaza con la muerte, ni nos enferma. Una estatua de Apolo no muerde, ni tampoco el perro de lanas de Carpaccio. Cuando el ojo no logra encontrar belleza -consuelo-, ordena al cuerpo crearla o, si no le es posible, adaptarse para percibir virtud en la fealdad. En primera instancia, confía en el genio humano; en segunda, se vale de nuestras reservas de humildad. Esta última abunda más y, como toda mayoría, tiende a legislar. Ilustremos esta idea esta idea; por ejemplo, por ejemplo con una joven doncella. A cierta edad, uno mira sin gran interés a las doncellas que pasan, sin la pretensión de montarlas. Como un televisor encendido en un apartamento abandonado, el ojo sigue enviando imágenes de todos esos milagros de un metro setenta, acabados con cabellos castaño claro, óvalos faciales del Perugino, ojos de gacela, pechos de nodriza, vestidos de terciopelo verde oscuro y afiladísimos tendones. Un ojo puede apuntar sobre ellos en una iglesia, en alguna boda o, lo que es peor, en la sección de poesía de una librería. A una distancia razonable o con el consejo del oído, el ojo pue-de conocer sus identidades (que se acompañan de nombres tan vertiginosos como, digamos, Arabella Ferri) y, jay!, sus descorazonadoramente firmes convicciones románticas. Sin atender a la inutilidad de tales datos, el ojo sigue recogiéndolos. A decir verdad, cuanto más inútil es el dato, más perfecto es el enfoque. La pregunta es por qué, y la respuesta es que la belleza es siempre externa; tam-bién, que ésa es la excepción a la regla. Eso -su localización y su singularidad- es lo que determina que el ojo oscile salvajemente o -en términos de humildad militante- vague. Porque la belleza está donde el ojo descansa. El sentido estético es el gemelo del instituto de autopreservación, y es más fiable que la ética. La principal herramienta de la estética, el ojo, es absolutamente autónoma. En su autonomía, sólo es inferior a una lágrima.

En este sitio, se puede verter una lágrima en varias ocasiones. Admitiendo que la belleza es la distribución de la luz en la forma que más congenie con nuestra retina, una lágrima es una confesión de la incapacidad de la retina, así como también de la lágrima, para retener la belleza. En general, el amor llega con la velocidad de la luz; la separación, con la del sonido. Es la degradación desde la velocidad mayor a la menor lo que moja el ojo. Debido a que uno es finito, una partida de este lugar siempre se siente como final; dejarlo atrás es dejarlo para siempre. Porque partir es un destierro del ojo a las provincias de los demás sentidos; en el mejor de los casos, a las grietas y hendeduras del cerebro. Porque el ojo no se identifica con el cuerpo al que pertenece, sino con el objeto de su atención. Y para el ojo, por razones puramente ópticas, la partida no es el abandono de la ciudad por el cuerpo, sino el abandono de la pupila por la ciudad. Igualmente, la desaparición del amado, especialmente cuando es gradual, causa dolor, sin que importe quién, ni por qué peripatéticas razones, sea el que realmente se mueve. Tal como va el mundo, esta ciudad es la amada del ojo. Después de ella, todo es decepción. Una lágrima es la anticipación del futuro del ojo.

 

Traducción de Horacio Vázquez Rial

 

Marca de agua: apuntes venecianos, Edhasa, Barcelona, 1993.


sábado, 5 de abril de 2025

Vanitas varietatum

 

Luciano Erba


A veces me pregunto

si la tierra es la tierra

y si éstas entre las sendas del parque

son realmente las madres.

¿Por qué pasan una mano enguantada

sobre el lomo de perros fieles?

¿por qué niños escoceses

espían tras los árboles

a alguien, escolar o soldado,

que ahora abre un cartucho

de turrón o de algodón de azúcar?

Octubre es rojo y baja de los montes

de villa en villa

y de castaño en castaño

se aferra a las mantas

acaricia la tricolor en el bungalow

en el día en que los bersaglieri

entran todavía a Trieste.

Todo es por tanto suave bajos los árboles

incluso las madres y sus mantas anaranjadas

la tierra, la tierra y cada pena de amor

¿existe otra pena?

estoy más allá de los portones: así las Furias

y las obras no acabadas

 

Pero estas no son las madres,

lo sé, son los ciervos en espera.

 


Vanitas varietatum

 

Io talvolta mi chiedo

se la terra è la terra

e se queste tra i viali del parco

sono proprio le madri.

Perché passano una mano guantata

sul dorso di cani fedeli?

perché bambini scozzesi

spiano dietro gli alberi

qualcuno, scolaro o soldato

che ora apre un cartoccio

di torrone o di zucchero filato?

Ottobre è rosso e scende dai monti

di villa in villa

e di castagno in castagno

si stringe ai mantelli

accarezza il tricolore sul bungalow

nel giorno che i bersaglieri

entrano ancora a Trieste.

Tutto è dunque morbido sotto gli alberi

presso le madri e i loro mantelli aranciati

la terra, la terra e ogni pena d'amore

esiste altra pena?

sono di là dai cancelli: così le Furie

e le opere non finite.

 

Ma queste non sono le madri

io lo so, sono i cervi in attesa.

 

 

Traducción: Dolores Labarcena y Pedro Marqués de Armas


sábado, 29 de marzo de 2025

La comedia de la verdad




César Aira


El otro día me contaba un amigo su visita a Cuba; era una visita semioficial, y el chofer que le habían puesto se proclamaba furiosamente opositor, no paraba de hablar mal del régimen, de contar chismes procaces de los Castro, tanto que mi amigo no dudó de que era un espía de la policía, y se cuidó consiguientemente en su presencia. Yo pensé: qué buen trabajo consiguió ese hombre. Cómo se lo envidiarán sus compatriotas. En un régimen policial represivo, poder hacer con impunidad todas las críticas que se le antojen, dar voz a los rumores más escandalosos y descabellados, explayarse en los vicios, ineptitudes y hasta en los defectos físicos de los dirigentes, ¡y que le paguen por hacerlo¡

El gobierno crea estos empleos para saber la verdad. Para saberla debe montar la comedia de la verdad, con buenos actores que deban convencer a su empleador del dolor que sienten al mentir. Todo se vuelve transparente de pronto, como no lo hace nunca en sociedades liberales. Se necesita crear un aparato represivo y censor, mantenerlo durante años y décadas, hacer efectiva toda una tradición de castigos, exclusiones y miedo, para llegar a este triunfo explosivo de la verdad. ¿Y eso era la verdad, entonces? ¿Una mentira? ¿Por eso matan y encarcelan…?


 Ideas diversasBlatt&Ríos, 2024. 


sábado, 22 de marzo de 2025

Capiró

 

 

Lo seguiste en secreto incluso en series provinciales

en el Pontón y el D’Beche

con tal verlo a menos

de dos metros

 

Tenía un modo propio de pararse en home

sostenía el bate en alto 

como si apuntara a un punto 

(invisible)

tras las gradas

 

Lo seguiste en secreto incluso cuando se lesionó 

justo donde era firme

casi equino el pie

y desde luego a la salida del estadio

y cuando lo sacaron en andas

y al regresar más tarde (efímero)

y cuando no salió más 

(al diamante)

también lo seguiste


pero nunca le palmeaste el hombro

ni le pediste que te firmara nada

siempre a dos metros 

de él

 

era a fin de cuentas tu ídolo

tenías derecho a hacerlo

hasta el juego aquel en que

sin más

te saludó

no como a una sombra (por costumbre)

sino como el que advierte

otra forma de adoración

 

tú escribías en secreto su biografía

y él debió

entender


                                                                        Pedro Marqués de Armas