Ezra Pound
Dado que Rémy de Gourmont
encontró su propia forma en la prosa, así también en la poesía, probablemente
por influencia de los sequaires medievales (especialmente los de
Goddeschalk, citados en su trabajo sobre el Latin mystique), recreó las
letanías. Fue éste uno de los grandes aportes del "simbolismo", de la
doctrina por la que el poeta tenía que "sugerir, no presentar"; en
sus manos, este método indirecto se vuelve sumamente eficaz. La procesión de
todas las mujeres hermosas se mueve delante de nosotros en las Litanies de
la rose, y el ritmo es incomparable. No es poesía que se quede en el papel,
tiene que avivarse en la audición, o bien en la más fina audición de quien sepa
imaginar su sonido. Es necesario "oírla" de algún modo, y entonces,
de esa ebriedad nace la belleza. No soy injusto con De Gourmont al citar este
único poema. La Letanía de los árboles es igualmente hermosa, o casi.
Los sonetos en prosa son diferentes; proceden del habla común, de la
conversación. Quizá Paul Fort comenzó, o recomenzó a componer el parloteo común
en parágrafos de prosa rimada, a veces bastante simpáticamente.
(Aquí citaba Les litanies de
la rose, pero son demasiado largas para este "Suplemento", y
suponen un problema especial.)
Escrito en Rapallo; traducción de René Palacios More. Editorial Swan, 1982.
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