martes, 14 de noviembre de 2017

Los plátanos de la avenida



Nelo Risi


Los plátanos de la avenida
hacen de pantalla
a la farola, cortan
hojas sobre mi catre
en la oscuridad cuento ovejas
si juego si hablo si como
ni siquiera lo noto pero
no es la primera vez
que lo siento agigantarse

Se me cierran los ojos
y no puedo dormirme
temo que se adormezca
incluso la respiración; la vigilo
la contengo con miedo
¡regresa aliento regresa! –hasta
que soplo tras soplo
el tapón se atenúa
la mente se distrae...

La respiración vuelve habitual.


I platani del viale

I platani del viale
fanno da paralume
al lampione, ritagliano
foglie sul mio lettino
nel buio conto le pecorine
se gioco se parlo se mangio
neanche me ne accorgo però
non è la prima volta
che lo sento ingigantire.

Mi si chiudono gli occhi
e non riesco a dormire
temo che si addormenti
anche il respiro; lo spio
lo trattengo ne ho terrore
torna respiro torna! fin-
chè un soffio dopo l'altro
l'inciampo si attenua
la mente si distrae...

Il respiro ritorna abituale.


Versión Pedro Marqués de Armas


viernes, 10 de noviembre de 2017

Manos


Luciano Erba


Manos que te acariciaron la cabeza
manos de curas de tías de verduleros
mano del compañero de escuela
que escribía con tinta verde
manos de Berta secas por el viento
si colgaba la ropa sobre el cordel
anchas manos polacas
que trozaban la madera en el Arbeit Lager
manos y dedos desgarbados
de los amigos hindúes
mano descarnada
que toma la pluma para firmar
mano que llega de noche
acaricia la gata más negra.


Mani

Mani che ti hanno accarezzato sopra la testa
mani di preti di zie di ortolani
mano del compagno di scuola
che scriveva in inchiostro verde
mani di Berta asciugate dal vento
se appendeva il bucato sopra i fili
larghe mani polacche
che spaccavano la legna nell’Arbeit Lager
mani e dita affusolate
degli amici indiani
mano scarnita
che prendi la penna per firmare
mano che arriva la sera
accarezzi la gatta più nera.



Traducción: Pedro Marqués de Armas



viernes, 20 de octubre de 2017

Los errantes



Jean Lorrain

I
Sombríos exasperados, bebedores de ilusiones, cazadores extenuados de quimeras enervantes, ¿a dónde corréis así, hijos malditos por vuestras madres, con esos negros coágulos de sangre en vuestros harapos?
II
...Y en la sombría estepa, presa de las visiones, la banda de los proscritos de trazos patibularios, responde, designando los cielos crepusculares: marchamos hacia allá abajo, hacia los postreros rayos solares!
III
¿Y hacia donde corréis vosotras, pálidas vírgenes moribundas, fijando un sueño ausente de vuestros ojos agrandados; y vosotras, vosotras que parecéis sombras crepusculares, mujeres de pies sangrantes y de mamas agotadas?
IV
¿Hacia dónde corréis en banda a la caída del día, sobre esta tierra inculta y estas hierbas mustias? Y el tropel mudo y triste responde en sordo coro: ¡Ay, ay!... Nosotras vamos hacia el amor, hacia el amor para el que nacimos, y que, sin embargo, no conocemos todavía!
V
Sobre sus pasos, medio ocultos en la sombra de los cálices y los hábitos, con los dedos del pie desnudos, con los ojos ardientes bajo la cogulla oscura, la plegaria en los labios, sobre el ritmo pesado y áspero de la marcha al suplicio, avanza un tropel de monjes flagelantes.
VI
Vosotros, que en el sufrimiento habéis puesto vuestro goce, que desprecias el amor y condenáis los cálices de las flores, los besos de las mujeres y los senos blancos!
VII
¿Qué hacéis en la derrota humana, monjes que desdeñáis el vino, la carne y el oro? Sobre el paso de los proscritos, y entre el aire tibio todavía del desfile amoroso de las mujeres; junto a los flotantes mechones de aulagas, batidos cruelmente por el viento del Norte, ¿qué hace vuestro odio? ¿Qué hacéis vosotros mismos, tan lejos de vuestras celdas?
VIII
...Y los monjes, alejándose en el frío crepúsculo, exclamaron con voz llena: Nosotros vamos marchando hacia la muerte!
IX
En mitad de las filas, tres mujeres llevan un crucifijo de plata velado de negro, y cada una agita en la sombra un incensario, y cada una desgrana místicas palabras...
X
Tal desfila el cortejo... Yo le veo aún moverse, y serpentear largo tiempo, muy largo tiempo, entre las hierbas locas. ¡Y no hay una sola aureola sobre esas frentes descarnadas! ¡El Cristo de plata no derrama una sola claridad sobre la interminable noche de los errantes!


Traducción: José Manuel Poveda

El Pensil, Santiago de Cuba, núm. 3, 15 de octubre 1909

jueves, 12 de octubre de 2017

El estanque muerto



Jean Lorrain

Como un lejano estanque bañado en luz de luna,
mi pretérito emerge en la sombra del olvido.
Entre los juncos, mi alma, despojo envilecido,
se corrompe en el agua amarillenta y bruna.

Las creencias de antaño se esfuman una a una,
y en el suave horizonte que ya ha palidecido,
vagas voces de trompa, eco desfallecido
que estremece el silencio adormido en la duna.

Oh lívida visión! Oh estanque crepuscular!
Sueña en paz! Llora en vano, legendario cantar,
nostalgiero de estíos que ya no volverán!

Con las frentes sangrantes, las esperanzas muertas,
de gladiolos ajados y de lises cubiertas,
a tu son hechicero jamás despertarán.



 L'étang mort

Comme un lointain étang baigné de clair de lune,
Le passé m'apparaît dans l'ombre de l'oubli.
Mon âme, entre les joncs, cadavre enseveli,
S'y corrompt lentement dans l'eau jaunâtre et brune.

Les croyances d'antan s'effeuillent une à une,
Tandis qu'à l'horizon suavement pâli,
Un vague appel de cor, un murmure affaibli
Fait vibrer le silence endormi sur la dune.

O blême vision, étang crépusculaire,
Songe en paix. Pleure en vain, olifant légendaire,
O nostalgique écho des étés révolus !

Un trou saignant au front, les Espérances fées
De longs glaïeuls flétris et de lys morts coiffées,
Au son charmeur du cor ne s'éveilleront plus.


Traducción de José Manuel Poveda

El Pensil, Año II, Núm. 17, 31 de agosto de 1910, p. 195; José Manuel Poveda. Obra poética, Letras Cubanas, 1988, p. 257. 

sábado, 30 de septiembre de 2017

El niño que se duerme


                                                                       

Charles Péguy

Nada es tan bello como un niño que se duerme haciendo su plegaria, 
   dice Dios.
Yo os lo digo: nada es tan bello en el mundo.
Yo no he visto jamás nada tan bello en el mundo.
Y no obstante yo he visto todas las bellezas del mundo.
Y yo me conozco. Mi creación reboza de bellezas.
Mi creación rebosa maravillas.
Son tantas que no se sabe dónde colocarlas.
Yo he visto millones y millones de astros rodar bajo mis pies 
  como la arena del mar.
Los días estivales de junio, de julio y de agosto.
Yo he visto las noches de invierno posadas como un manto.
Yo he visto las noches de estío calmas y dulces como una caída 
   del paraíso,
Consteladas de estrellas.
Yo he visto los collados de Mosa y las iglesias que son mis propias casas.
Y Paris y Reims y Rouen y las catedrales que son mis propios palacios 
    y mis castillos.
Tan bellos que los guardaría en el cielo.
Yo he visto la capital del reino y Roma capital de la cristiandad.
He oído cantar la misa y las triunfantes vísperas.
Y he visto los llanos y valles de Francia
Que son más bellos que todo.
Yo he visto la profunda mar, la foresta profunda, y el corazón 
    profundo del hombre.
Yo he visto los corazones devorados de amor durante vidas enteras.
Perdidos de caridad,
Ardiendo como llamas.
Yo he visto a los mártires henchidos de fe
Tenerse como una roca sobre el potro,
Bajo los dientes de hierro
(Como un soldado que se mantuviese firme toda la vida,
Por la fe,
Por su general (aparentemente) ausente).
Yo he visto a los mártires flamear como antorchas
Preparándose así las palmas siempre verdes.
Y yo he visto brotar bajos las garras de hierro
Gotas de sangre que resplandecían como diamantes.
Y yo he visto brotar las lágrimas de amor
Que durarán más tiempo que las estrellas del cielo
Y yo he visto las miradas de súplica, las miradas de ternura,
Perdida de caridad,
Que brillarán eternamente en noches y noches.
Y yo he visto las vidas enteras, del nacimiento a la muerte,
Del bautismo al viático,
Desenlazarse como una bella madeja de lana.
Y yo lo digo, dice Dios, no conozco nada tan bello en todo el mundo
Como un niño que se duerme haciendo su plegaria.
Bajo el ala de un ángel guardián.
Y que sonríe a los ángeles comenzando a dormirse;
Y que ya confunde todo y no comprende más nada;
Y introduce las palabras del Padre Nuestro, revueltas y extraviadas 
    en las palabras del Te Saludo, María.
Mientras que un velo desciende ya sobre sus párpados,
El velo de la noche sobre su mirada y sobre su voz.
Yo he visto los más grandes santos. Pues bien, yo os lo digo,
No he visto jamás nada tan gracioso y en consecuencia no conozco 
  nada tan bello en el mundo 
Como ese niño que se duerme haciendo su plegaria
(Como ese pequeño ser que se duerme de confianza)
Y que mezcla su Padre Nuestro con su Te Saludo, María
Nada es tan bello, y es al mismo tiempo un punto
En el que la Santa Virgen está acorde conmigo.
Y bien puedo decir que es el único punto en que estamos de acuerdo.
Pues generalmente tenemos pareceres opuestos,
Porque ella está hecha para la misericordia.
Y está bien que yo sea para la justicia.


Fragmento de “El misterio de los Santos Inocentes”, en Clavileño, núm. 2, septiembre de 1943. 


Traducción de Gastón Baquero