sábado, 16 de febrero de 2019

Poemas



Léon-Paul Fargue

1

Retorna a los lugares sin amor en donde se era cruel contigo.
Retorna a los lugares sin dulzura a donde se regresa siempre.
Están llenos de recuerdos que se detestan y se adoran.
Allí no se sabría estar orgulloso de lo que se abandona. Y nada se puede traer bacía lo que se reencuentra.
Allí el tiempo y la distancia pierden sus mirajes. Ninguna magia brilla.
Allí se han dejado envejecer vergüenzas e inconsciencia. Ellas os escuchan
caminar sobre la ruta, de no importa qué tiempo o distancia se venga.
Y allí tú vas a inclinarte una vez más, desde tu altura, como la más lejana
estrella en el fondo de un pozo en donde duerme el silencio, en los ojos muertos, sobre el cadáver de las tinieblas...

2

En un barrio que aduerme el olor de sus jardines y de sus árboles, la escala del sueño a lo lejos alza y baja sus acordes en este tiempo de Otoño…
¿Qué bellas miradas se inclinan sobre su blanco calvario? ¿Qué gestos hacen cantar los sueños dormidos e invisibles? ¿Qué manos han abierto las ventanas sobre paisajes en donde los recuerdos guiñan como los techos a lo lejos, por relámpagos?
Una linterna espera su hora al extremo de la alameda arenosa que conduce a la ciudad perdida bajo las hojas de donde aún cae lluvia ligera.
El ángel está allí, sin duda, en el teclado, bajo el ala de la sombra, y su bello rostro y sus manos en donde los anillos sacan sus garras a la luz, brillan con llama que se mueve apenas…
¡Pero el pájaro que sufre y se calla sobre un secreto de las Islas, se pone
a cantar en su canasta de oro!


 Una escalinata de Otoño. Una villa blanca colocada como una lamparilla en el extremo de la alameda del color amargo. Un pensamiento de oro desciende, con vuelo triste... Se han cerrado las persianas sobre las habitaciones en donde los idilios kan muerto.

3
(Fragmento final)

Un solo ser os falta
y todo se despuebla...

Te he buscado, te he llevado.
Por todas partes. En un parque desierto con el quiosco vacío en donde yo estaba solo.
Ante la reja del poniente que se hunde y apaga como un navío que arde detrás de los árboles...
Un día… en alguna ciudad provinciana de ojos entreabiertos que se agita y se apaga.
Ante la caricia precipitada de los expresos...
En alguna tienda en donde se mueven con aspecto de enojo figuras de ceniza;
En la plaza vacía donde sopla el olvido…
En las arrugas de las calles, en los gritos de los viajes...
A la aurora, fuera de las murallas, en un barrio de fábricas,
... Al doblar un muro, un aguacero de carbones lanzado por manos invisibles;
Un tubo que humea sollozando...
En los suburbios y en los callejones en donde mugen las sirenas, donde los aserraderos se lamentan, donde los bomberos son sorprendidos por un regreso de la llama a la Lora en que los ricos duermen...
Una noche, en un bosque, bajo la multitud atenta de las hojas que ven hacia arriba filtrarse a las estrellas.
En el olor de las primeras mañanas y de los cementerios.
En la sombra en que se apagaron los almuerzos campestres.
Donde los insectos desertaron los oficios...
Por todas partes en donde busqué a sorprender la vida.
En el signo de inteligencia del misterio.
Yo busqué, yo busqué lo Inencontrable...
Oh! Vida, déjame caer de nuevo, suelta mis manos!
Tú ves bien que ya no eres tú! ¡Es tu recuerdo el que me sostiene!

                                                                            (TRAD. L. C. y A.) 
                                                                             * Luis Cardoza y Aragón



 Revista de Avance, 15 de enero de 1929, pp. 277-79.



martes, 12 de febrero de 2019

Canción



St. John Perse

Nacía un potro bajo las hojas de bronce. Un hombre puso bayas amargas en nuestras manos. Extranjero. Que pasaba. Y he aquí que se habla de otras provincias a mi gusto... "Os saludo, hija mía, bajo el más grande de los árboles del año".

Pues el sol entra en Leo y el Extranjero ha puesto su dedo en la boca de los muertos. Extranjero. Que reía. Y nos habla de una hierba. ¡Ah! qué de soplos en las provincias! ¡Cuánta holgura en nuestras vías!  ¡y cómo me es delicia la trompeta y la pluma sapiente en el escándalo del ala!... "Alma mía, moza, tenías maneras que no son las nuestras".

Nació un potro bajo las hojas de bronce. Un hombre puso estas bayas amargas en nuestras manos. Extranjero. Que pasaba. Y he aquí un gran ruido en un árbol de bronce. ¡Asfalto y rosas, don del canto! ¡Truenos y flautas en las cámaras! ¡Ah! cuánta holgura en nuestras vías, ah, cuántas historias en la añada, y el Extranjero tiene sus maneras por los caminos de toda la tierra!... "Os saludo, hija mía, bajo el más bello traje del año".

(Anábasis).


Traducción de Jorge Zalamea


viernes, 1 de febrero de 2019

Objetos cedidos por su hija Piedad



Pedro Marqués de Armas


Unos espejuelos, un reloj,
un peine, un mechón de pelo
negro, otro cano, un retrato,
el último manuscrito

Cuanto quedó del poeta Zenea
según reproducción de 1913

No al salir de la bartolina
sino después, media
hora más tarde, para ser exactos
catapultado por los fusileros



miércoles, 30 de enero de 2019

Poema de siete caras


Carlos Drumond de Andrade

Cuando nací, un ángel tuerto
de esos que viven en la sombra dijo: 
¡Arriba, Carlos! Sé un inútil de la vida.

Las casas espían a los hombres
que corren detrás de las mujeres.
Si no hubiera tantos deseos,
la tarde tal vez fuera azul.

El tranvía pasa lleno de piernas:
piernas blancas negras amarillas.
Para qué tanta pierna, Dios mío,
pregunta mi corazón.
Sin embargo mis ojos
no preguntan nada.

El hombre tras el bigote es serio,
simple y fuerte.
Casi no habla.
Tiene pocos, raros amigos
el hombre tras los espejuelos y el bigote.

Dios mío, por qué me abandonaste
si sabías que yo no era Dios
si sabías que yo era un flojo.

Mundo mundo vasto mundo,
si me llamara Raimundo
sería una rima, no sería una solución.
Mundo mundo vasto mundo,
más vasto es mi corazón.

No debería decírtelo
pero esa luna
esa copita de cognac
lo ponen a uno como un diablo.


Poema das sete caras

Quando nasci, um anjo torto
desses que vivem na sombra
disse: Vai, Carlos! ser gauche na vida.

As casas espiam os homens
que correm atrás de mulheres.
A tarde talvez fosse azul,
não houvesse tantos desejos.

O bonde passa cheio de pernas:
pernas brancas pretas amarelas.
Para que tanta perna, meu Deus,
pergunta meu coração.
Porém meus olhos
não perguntam nada.

O homem atrás do bigode
é sério, simples e forte.
Quase não conversa.
Tem poucos, raros amigos
o homem atrás dos óculos e do bigode.

Meu Deus, por que me abandonaste
se sabias que eu não era Deus
se sabias que eu era fraco.

Mundo mundo vasto mundo,
se eu me chamasse Raimundo
seria uma rima, não seria uma solução.
Mundo mundo vasto mundo,
mais vasto é meu coração.

Eu não devia te dizer
mas essa lua
mas esse conhaque
botam a gente comovido como o diabo.


Versión: Pedro Marqués de Armas


lunes, 28 de enero de 2019

El extraño caso de Mister Wong


Mario Quintana

Además del controlado Dr. Jekyll 
y del irrefrenable Mister Hyde, 
hay también un chino dentro de nosotros: 
Mister Wong. 
Ni bueno, ni malo: 
simplemente gratuito. 

Entremos, por ejemplo, a este teatro. 
Tomemos este palco. 
Pues bien, mientras el Dr. Jekyll, 
muy convencido, es todo oídos, 
y Mister Hyde arriesga un ojo y el alma 
en el escote de la señora de al lado, 
nuestro Mister Wong, descansadamente, 
se pone a contar las calvas de la platea... 

¿Otros ejemplos? 
Procúrelos en sí mismo, ahora mismo. 
No pierda tiempo. 
¡Cultive su Mister Wong!


O estranho caso de Mister Wong

Além do controlado Dr. Jekyll
e do desrecalcado Mister Hyde,
há também um chinês dentro de nós:
Mister Wong.
Nem bom, nem mau: gratuito.

Entremos, por exemplo, neste teatro.
Tomemos este camarote.
Pois bem, enquanto o Dr. Jekyll,
muito compenetrado, é todo ouvidos,
e Mister Hyde arrisca um olho e a alma no
decote da senhora vizinha,
o nosso Mister Wong, descansadamente,
põe-se a contar carecas na platéia…

Outros exemplos? 
Procure-os o senhor em si mesmo, agora mesmo.
Não perca tempo. 
Cultive o seu Mister Wong!


Versión: Pedro Marqués de Armas (2013)