jueves, 17 de mayo de 2018

El queso


Luciano Erba


Será bueno hablar de mi manera
de habitar el mundo del presente
(un sistema espacial donde intercambio
forma y cuerpo con lo que me rodea
con las cosas a cuyo encuentro voy
para vivir en ellas y ellas en mí)
será bueno revelar que tal manera
de estar próximo a lo cotidiano
me resultó clara ab initio una mañana,
eran tiempos de guerra, tenía hambre,
miré de lado a lado por los agujeros
de una fina lasca de queso
tan absorto que me sentí secuestrado
y era un poco de aquí y un poco de allá.


Il formaggio

Sarà bene parlando di un mio modo
di abitare nel mondo del presente
(un sistema spaziale dove scambio
forma e corpo con quanto mi sta attorno
con le cose alle quali vado incontro
per vivere in loro e loro in me)
sarà bene riveli che tal modo
di stare vicino al quotidiano
mi fu chiaro ab initio una mattina
avevo fame, era tempo di guerra
da parte a parte guardavo nei buchi
di una fetta sottile di formaggio
così assorto mi sentivo rapito
ed ero un po' di qua e un po' di là.



Traducción: Dolores Labarcena y Pedro Marqués de Armas


martes, 15 de mayo de 2018

Lucca




Giuseppe Ungaretti

En mi casa, en Egipto, tras la cena,
después de rezar el rosario,
mi madre nos hablaba de estos lugares.
Mi infancia fue toda esa maravilla.
La ciudad tiene un tráfico temeroso y fanático.
Entre sus paredes sólo se está de paso.
Aquí la meta es partir.
Me siento al fresco en la puerta de la hostería
con gente que habla de California como de sus granjas.
Con terror me descubro en sus modales.
Siento correr cálida por las venas
la sangre de mis muertos.
También yo tomo una azada.
En los muslos humeantes de la tierra me sorprendo riendo.
Adiós deseos, nostalgias.
Del pasado y del porvenir sé cuanto un hombre puede saber.
No me queda nada por profanar, nada por soñar.
Conozco ya mi destino, y mi origen.
No me queda más que resignarme a morir.
Criaré, pues, tranquilamente a mi prole.
Todo lo he gozado, y sufrido.
Cuando un apetito maligno me lanzaba
en amores mortales, agradecía la vida.
Ahora que, también yo, considero el amor
como una garantía de la especie,
tengo en vista la muerte.

Lucca

A casa mia, in Egitto, dopo cena, recitato il rosario, mia madre
ci parlava di questi posti.
La mia infanzia ne fu tutta meravigliata.
La città ha un traffico timorato e fanatico.
In queste mura non ci si sta che di passaggio.
Qui la meta è partire.
Mi sono seduto al fresco sulla porta dell'osteria con della gente
che mi parla di California come d'un suo podere.
Mi scopro con terrore nei connotati di queste persone.
Ora lo sento scorrere caldo nelle mie vene, il sangue dei miei morti.
Ho preso anch'io una zappa.
Nelle cosce fumanti della terra mi scopro a ridere.
Addio desideri, nostalgie.
So di passato e d'avvenire quanto un uomo può saperne.
Conosco ormai il mio destino, e la mia origine.
Non mi rimane che rassegnarmi a morire.
Alleverò dunque tranquillamente una prole.
Quando un appetito maligno mi spingeva negli amori mortali,
Lodavo la vita.
Ora che considero, anch'io, l'amore come una garanzia della specie,
ho in vista la morte.


Versión: Pedro Marqués de Armas


lunes, 30 de abril de 2018

Glosa a las aventuras de Hans Rockle


Cintio Vitier


En cuanto a mí –dice Eleonora Marx en sus Recuerdos–, de todas las innumerables y maravillosas historias que me contaba Mohr, la que más me gustaba era la historia de Hans Rockle. Es raro que nadie se haya ocupado de escribir estas historias llenas de poesía, de espíritu y de humor…

Sin duda es raro.
Más raro, aún, todo el asunto.
Cierto que eran pasatiempos; pero un juego
que duraba «meses y meses»,
con la coherencia de un solo relato,
es algo que exige una extraña, secreta energía.
Quisiera oír el timbre
de las risas, ver las ropas, el brillo de los ojos.
Siendo esto imposible, me pregunto:
¿tal vez la fantasía y la ternura
iluminan el socavón de su trabajo,
como el sueño vinculado a la vigilia?
Lo cóncavo ajusta en lo convexo.
Si Mohr salía de la estructura y la superestructura
para entrar, con su hija, en las historias de Hans Rockle,
algo sabía Hans Rocle de Mohr
que Mohr no sabía de sí mismo.
Sus historias venían del cuento original.
Los narradores son indiferentes,
como es indiferente que escriban o no escriban:
el cuento prosigue ramificándose como un árbol
que es siempre el mismo y distinto.
Pero este contador, paseando con su hija
por las calles y los parques de Londres,
llenos de olores y colores sepultados con ellos,
pensadlo bien, no es un contador indiferente,
ya que de su maciza cabezota estaba saliendo
la revolución contra los dioses.
Porque él adoptó el lema de Prometeo:
«En verdad a todos los dioses odio».
Porque él en verdad estaba haciendo la revolución
«contra todos los dioses,
celestiales y terrenales,
que no reconocen la conciencia que tiene el hombre
de ser la divinidad suprema»,
según dijo.
De la batalla que él había entablado
contra todos los dioses
¿Qué sabía Hans Rockle,
saliendo de su sueño, en la cálida voz paternal,
frente a los ojos maravillados de la niña?

Hans Rockle –sigue diciendo Eleanora en su Recuerdos– era un mago a lo Hoffman, con una tienda de juguetes y ningún dinero en la bolsa. En su tienda se encontraban los objetos más extraordinarios: hombres y mujeres de madera, gigantes y enanos, reyes y reinas, maestros y operarios, cuadrúpedos y aves tan numerosos como en el arca de Noé, mesas y sillas, equipajes y cajas grandes y chicas. Aunque fuese un mago, Hans jamás podía pagar sus deudas ni al diablo ni al carnicero, y por eso tuvo que vender al diablo todas sus cosas una por una. Después de muchas, muchísimas aventuras y quid pro quos, todas las cosas volvían siempre a la tienda de Hans Rockle.

Un mago hoffmaniano
en su fantástica juguetería
no tiene escapatoria:
es un hijo impulsivo de los sueños.
¿Qué mensaje nos trae
con su gorro puntiagudo?
Lástima que el viejo Jung
no le arreglase las cuentas al viejo Mohr.
En todo caso, el simpático Hans Rockle
es bastante elocuente para un simple aficionado.
El viejo Mohr soñaba con una fuerza
capaz de poseer todas las cosas
convertidas en simulacros;
y capaz de engañar al Diablo,
aunque estando siempre en deuda con él.
Si el Diablo quería esas imágenes
es porque representaban otras tantas almas vivas.
Si Hans Rockle se las daba una a una,
para seguir viviendo,
es porque tenía con él secreto pacto.
Si las imágenes volvían a su tienda
es porque Hans Rockle había vendido su alma
a cambio de la magia de poseer
las imágenes materiales de todas las cosas.
¿Qué tenía el mago en su almacén?
Antes que nada, «hombres y mujeres de madera».
Recordemos al quiché: «Y al instante fueron hechos
los muñecos labrados en madera.
Se parecían al hombre, hablaban como el hombre
y poblaron la superficie de la tierra.
Existieron y se multiplicaron;
tuvieron hijas, tuvieron hijos los muñecos de palo;
pero no tenían alma, ni entendimiento,
no se acordaban de su Creador, de su Formador».
¡Qué habían de acordarse –eh, Hans?
El Diluvio, dice el quiché, los aniquiló.
Por eso el mago también tenía
«cuadrúpedos y aves tan numerosos
como el arca de Noé».
Sólo que no estaban vivos como en el Arca,
ni suponían ninguna salvación,
sino el encadenamiento de todas las cosas
al juego pavoroso del mago y el Diablo.
El buen Mohr inventaba las historias
para divertir a la niña. La niña crecía.
El tiempo cruzaba como el chal de un hada.
Por la noche, diminuto, burlón, fosforescente,
Hans Rockle se asomaba a curiosear
las gigantescas páginas que había escrito el viejo Mohr.

Algunas de tales aventuras –termina Eleonora en sus Recuerdos– daban frío y ponían los pelos de punta; otras eran cómicas.

(Nota final del glosador: Exactamente
así es).

La Habana, 13 de febrero de 1964


Ver aquí el excelente “Tres notas sobre Cintio Vitier", de Ernesto Hernández Busto, donde analiza y reproduce el poema de Vitier (incluido en Inventario de saldo. Ensayos cubanos, Leiden, Bokeh, 2017).  

Marx


Pablo de Rokha

La voluntad socrática, ardiendo con fuego aritmético,
cuadrado y helado, regía
aquel gran corazón sin entrañas.

Su horizonte astronómico
de las máquinas biológicas la precisión teniendo, 
y lo dramático y lo dinámico,
era del material relativo del infinito;
algo muy duro, como hecho, limitable en volumen inminente,
y cuya expresión cristalina buscaba las aguas.

Piedra y hierro besándose por amor preciso y definitivo.
Amaba con el cerebro,
a aquella humanidad eterna de su laboratorio.

Un mapa sonoro atravesábale las vísceras,
y el animal que habla y que llora,
era un hecho, no era un sueño en su estatura.

Y anhelaba, matemáticamente, lo armónico.

Su sentimiento era un pensamiento pensando,
y existir era su misterio.
Sin embargo, creía en la vida regida por el hombre.

Huían los dioses hacia la superestructura histórica,
frente al puñal cerebral del materialismo y sus métodos,
como una gran bandada de navíos;
la canalla metafísica, hoy, en el instante de la verdad
heroica y el enorme cara a cara a la existencia,
el celeste crimen ahorca en el palo solar del oriente que adviene.

Primero el hombre, el hombre y su dominio,
la verdad-sociedad, generando la historia expresada y
definida en héroes,
mañana el arte gigante y sin clase, como mito.
Comer y procrear, certidumbres,
flor de la lira marxista, escalonándose en pirámides,
santo del álgebra, poesía comunista.

Expresando la razón técnica,
en la escala jerárquica de los valores, la conciencia específica,
intuye los fondos obscuros,
arrasa la causalidad temporal-espacial y emerge
su actitud, goteada de espanto,
ortodoxa y estupenda de razonamientos,
y la pálida matemática.
Cabeza de libro, Marx,
y un orden del orden que canta, rimando su gramática,
clavel de miel sociológica.
Bramaba la tonada de la plusvalía,
el poema de los cálculos matemáticos, y la belleza y
la justicia económica,
la canción funeral, a la verdad burguesa;
y el viento de fuego de los héroes, azotando su esperanza,
hacía flamear su ideal, como un pabellón rojo.

Lección de virtud científica,
piedad ecuménica, bondad astronómica, arrasando
la compasión capitalista.

Presencia, energía, dureza,
un metal infantil, modelándose en grandes edades.

Dios sin leyenda.

sábado, 28 de abril de 2018

La revolución



Juan Breá (Neneno)

un grito de "¡fuego!
ha encendido el ocaso burgués
de la larga espera
en las manos ociosas de los parados
han crecido las uñas hasta hacerse bayonetas
en la taquicardia fatal de las ametralladoras
aprenden los obreros
su primera lección de taquigrafía
contra el suelo se estrellan pesados
los huevos de dinamita
que ponen los aviones en el cielo
en multicolor confetti de metralla
se salen las granadas en el aire
la tierra coqueta
se pinta con sangre la boca
y con humo de pólvora el negro de los ojos
sobre el lomo del viento
galopa un olor sonoro de epopeya
es que las balas de la revolución
han silbado la tragicomedia burguesa
y a Jesucristo socialdemócrata
le han operado la cruz y el domingo
no comprendéis? Es Carlos Marx que pasa
se han apagado un momento
los grillos en todos los relojes
empieza una hora distinta
de la ceniza apagada de su canción de cuna
se enciende el canto colorado de los gallos
y la luna? ¡Mierda para la luna!
y para ese crepúsculo capitalista
que explota los mejores colores de mi corbata
ya suena una hora distinta
ya se enciende para todos los obreros
una nueva alba de oro
en el culo quemado de sus pipas 

                                   Habana y enero 1932

                                  
 Agora. Cartelera del Nuevo Tiempo, número 4, 15 enero 1932. 

 Tomado de poetassigloveintiuno.blogspot.com.