Si me detengo sobre este aspecto
del pensamiento de Baquero es por la saña con que se le ha querido reducir a
una caricatura grotesca del hombre de derechas, conservador y reaccionario (en
1963 Raimundo Lazo lo llama “escritor de ideas ultraconservadoras en su
madurez”), al tiempo que contemporáneos suyos, altas figuras del liberalismo
europeo y renegados del comunismo, se expresaban en sus obras con igual o mayor
rechazo de una doctrina y una práctica perversas. Fueran André Gide (Regreso
de la URSS, 1936), Arthur Koestler (El cero y el infinito, 1941),
George Orwell (Rebelión en la granja, 1945), Richard Wright (El Dios
que fracasó, 1949), Czeslaw Miłosz (El pensamiento cautivo, 1953).
Pero Baquero era un mulato oriental, católico y homosexual al que sus
opositores no le conceden el espacio de una polémica de ideas y toda
discrepancia deviene en diatriba y descalificaciones.
Pío E. Serrano
Ensayo completo: Aquí
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