domingo, 21 de mayo de 2023

Adiós

 

Enrique Molina 

 

Un día más, sólo un minuto más, para estar vivo

y despedirme de cuanto amé.

Para decir adiós a las cosas que vi y toqué mientras moría

desde el instante mismo en que nací.

Y vino el niño con el premio que sacó en el colegio por su sabiduría,

y el ala de la gaviota golpeando en lo infinito con su vuelo,

vino la cabellera derramada y el rostro de la misteriosa

mujer que estuvo a mi lado, en el lecho, sin que yo lo supiera,

y el río con su lenta corriente musculosa

a través de cada mueble, cada objeto y cada gesto

de quien me ve parir, ¡oh Dios mío!

 

Un instante más aún en el suelo que pisé,

en el aire de mi respiración

sofocada por el amor, en los vestigios de la pasión,

con cuanto -mosca o sol- me deslumbró en este extraño

planeta, donde perdure año tras año, presintiendo

este límite de espumas, este revuelto torbellino

de la despedida, yo, que tanto fui deslumbrado

por centelleante atracción de la tierra,

por cuanto fue caricia o solamente un espejismo del mundo

es mi destino.

 

Así, pues, despidiéndome de los caballos, de la canoa,

los pájaros, el gato y sus costumbres. Déjame

una vez más mirar las flores y la lluvia. Es éste

el trágico instante en que uno descubre

el delirio misterioso de las cosas, sus raíces secretas,

el instante supremo de decir adiós.

a cuanto se adoró en esta vida.



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