viernes, 4 de septiembre de 2020

Oda a Salvador Novo




Carlos Pellicer


La luna no es República
—afirma el Padre Ripalda en su edición secreta—.
Esto es lo único que te faltaba saber
¡oh poeta!
¡Oh querido poeta
chofer!
En la bailada luna de la fuente
naufragan los rollos de música del siglo xix
y casi todos los del siglo xx.
Una huelga de adjetivos
paraliza el tráfico en mis versos
y todo es —¡al fin!— ya, como es:
montañas: montañas; ciprés: ciprés.
Mucho gusto, le digo a la basura
que me saluda fraternalmente.
La noche conspira a puertas cerradas
un nuevo despotismo retórico,
pero las piedras a boca cerrada
me lo comunican todo.
Supresión de pensiles
serenatas, pianos sumamente lejanos
y otras cosas azules, como marfiles.
El hipérbaton será fusilado por la espalda
para justificar sus traicioncitas.
Morirá también el “hado”
y una gran cantidad de princesitas.
Magnífico, dicen las piedras.
Espléndido, dice la basura.
Y si la luna se sigue poniendo pesada...
Pero si no es la luna,
esa pobre mujer nunca ha hecho nada
¿verdad, señor Schubert?
¡naturalmente! esa bija de la nada...
El silencio aplaudía a rabiar,
¡Ah! ¡si se nos escapaba el silencio!
Señores, un momento, he organizado un jazz band
soy el silencio jr.; mi padre será el que morirá.
Y a todo esto, la luna,
que administra todos los recuerdos,
deshojó margaritas, abrió cartas,
“erró por el azul del claro cielo”
y las flores cerraron su broche
cuando —precisamente— se oyó pasar un coche.
La luna no es república, pero será. Tú solo
saldrás en un fotingo hasta el cero del polo.
Es el tiempo del tiempo maravilloso. Viaja
la retórica en ondas aéreas. Una caja
de zapatos es suficiente. Napoleón
volvió a perder en Rusia su sangrienta ilusión.
Gloriosa la basura que alzó tan alto el fuego
y ha despejado a X para mirar mi juego.
Joyería de basuras pondremos algún día.
Quien la robe será nuestro aliado; sería
como poner en venta el infinito. Alguna
vez los dioses vendrán a comprar su oportuna
cuelga. Después, despueses, estos son los despueses,
siglos, años, fonógrafos y meses.
La luna no es República, y esto es lo que me puso
a cantar —un buen canto, naturalmente—.
Uso tacón de goma y otras cosas por el estilo.
(¡Qué buena consonante para Venus de Milo!)
Luna republicana, tus manos estadistas
harán. Los adjetivos van a ser comunistas.
¡Qué maravilla! El triunfo mayor de la basura,
hilachas con rocío a precios de montañas.
Un momentito: también cáscaras de cañas,
Salvador, salvarás a aquella pobre gente
de la filosofía. Serás el Presidente de la luna.
Impondrás los automóviles marca
Chopín para familias gordas
¡oh Novo Salvador!
inaugurarás el garage del amor
con películas incaico siberianas.
Serás el único y su propiedad
en medio de una cosa destartalada.
Ya te he dicho pues lo único
que te faltaba saber:
lo que dice el padre Ripalda
en su edición secreta, ¡oh poeta,
oh querido poeta
chofer!

                                                                       [1925]

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