Slawomir Mrozek
Nowosadecki,
Majer y yo fuimos a uno de nuestros restaurantes de siempre.
—Mira, han
cambiado de nombre —observó Majer.
Ciertamente,
en vez de llamarse Del Ejecutivo Central, se llamaba ahora Arco iris Hawaiano.
—Es por la
reprivatización —explicó Nowosadecki—. El negocio ya no es propiedad del Estado,
sino de un particular.
Entramos y
nos sentamos en la mesa.
—¿Qué desean
los señores? —preguntó un camarero, que no nos reconoció, como nosotros
tampoco a él. Además del nombre, habían cambiado de personal.
—Lo de
siempre, medio litro por cabeza, lo que hace un total de litro y medio.
—Naturalmente,
medio litro. Pero ¿de qué?
—Si está
bromeando, yo ya me he reído lo mío —contestó Majer—, así que ahora póngase a servir.
—Tenemos Chivas Regal, Johnny Walker, Black Label,
Bushmills, Cutty Sark, Ballantines, Grouse, Bordeaux, Bourgogne, Beaujolais,
Champagne...
—¿No hay
vodka puro? —le interrumpió Majer, que no conocía lenguas extranjeras.
—Desde luego:
Smirnoff Vodka, Don Kozaken Vodka, Crystal Vodka, Colossal Vodka y Capital
Vodka.
—¿Y vodka
normal no hay?
—Normal del
todo, desgraciadamente, no.
—¿Qué tal Don
Kozaken? —propuso Nowosadecki. Al menos resulta familiar.
Pero resultó
que Don Kozaken superaba también nuestras posibilidades económicas, así que
abandonamos el Arco iris Hawaiano.
—Siento el
yugo del capitalismo oprimiéndome —dijo Majer una vez en la calle.
—Yo también
—estuvo de acuerdo Nowosadecki—. Tenemos que levantar el socialismo de
nuevo.
Traducción de Joanna
Albin
No hay comentarios:
Publicar un comentario