Josephine Miles
Mi Packard Bell fue colocado en el solar vacío junto al tronco
del viejo durazno cortado. Cerca, una banca para novios
verde y pardusca nos decía las palabras del confort.
Y muchos miraban sobre nuestros hombros,
o sentados en el suelo, ¿por qué no?
Ciertamente faltaban ceniceros.
Y empezó allí en el aparato.
Sobre las mostazas del valle corrieron las voces,
sobre las piedras de pizarra soleadas corrieron las caras,
una barda a la izquierda y una barda a la derecha,
porque al fin y al cabo era propiedad privada:
Y esto es lo que dijeron:
el estado soberano de Alabama
os da un líder del pueblo para el pueblo
todos los días de su vida.
Igual oportunidad de educación, oportunidad política,
oportunidad económica,
habilidad, honestidad, integridad, viudas y huérfanos.
La Zona del Canal considera un privilegio
secundar la nominación de ese gran
todos los días de su vida.
Esto es lo que dijeron. Esto es lo que Cooper Blane
representando el estado soberano de New Jersey dijo.
Ahora todas las manzanas de nuestro manzanar
van hacia el otoño madurándose
y en las estacas los frijoles se van volviendo verdes
las vainas alertas al sol.
Y el rastrojo en el campo sigue todavía creciendo
en frescas matas, blancas bocanadas de matas de margaritas,
el gato tras los topos
y la brisa brusca.
En las orejas del Packard Bell es brusca la brisa
sube el volumen y lo avienta lejos, bocanadas de volumen
se amontonan en las esquinas de la barda
donde el gato anda activo.
¿Y nosotros qué entendemos?
En primer lugar, sabemos que los oradores están hablando en inglés.
Lo podemos saber nosotros desde la banca de novios,
y los otros están de acuerdo.
En segundo lugar, ambos hablan fuerte,
ambos están animados, y son dos.
¿Con quién estas tú?
Ahora entra, arriba a la izquierda, por la cuesta,
un perro. Tras el gato.
Por un rato dejamos la campana,
pero después el perro se acerca en busca de cariño.
Lo acarician el contribuyente y el contribuido.
Ahora entra, arriba a la derecha, un pescador.
Se reclina en la barda para oír lo que suena en la pantalla
después sin decir nada desaparece
por el lado verde y las gradas del acantilado
hacia la bahía rugiente, sin dejar su voto.
Señoras y señores, cuando yo les hable por última vez
en Pawtucket, Maine, la ola estaba viniendo
con un rugido largo contra el guijarro del mundo.
Y señoras y señores yo les digo
voten ahora contra la corrupción, la calumnia,
el crimen, el mal, y la corrupción,
porque la ola está viniendo
con un largo rugido extranjero contra el mundo.
Contra Winthrop Rockefeller, el juego limpio,
dinero al agricultor, los carteles, el bourbon, los cinco
distritos del mundo.
La luna sale lentamente tras la conejera de Lottie,
levantando en el cielo la protesta de sus barrotes de luz,
pero el voto en el medio-oeste se mueve en otro ciclo de
desesperada medianoche.
South Dackota cinco nos,
Robert J. Martin del quinto distrito, no.
Y después del slogan cuatrocientos ochenta
el sí y el sí que sobrevivirá en la noche.
Una cosa cierta es
que los fuertes tubos de este pequeño y viejo Packard Bell
saltando y zangoloteándose a la luz de la tarde y de la luna
excitados como avispas,
no pegaran fuego a los frijoles, y no
quemaran al gato, y no
nos calentaran siquiera aquí donde estamos sentados viendo,
sino que se apagaran
con un brillo de luciérnagas de verano
para recoger el ultimo si y el ultimo no del verano
y registrarlo en el pálido semblante de la luna.
¿Con quién estas tú?
Traducción de Ernesto Cardenal y José Coronel Urtecho
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