domingo, 14 de septiembre de 2025

Cioran: del suicidio y la obsesión por la muerte

 

-G. L.: Se le puede reprochar que existe un desfase entre lo que usted hace y lo que dice: echa pestes contra la vida pero cuida excesivamente de su salud; no ha cesado de elogiar el suicidio, y sin embargo todavía está entre nosotros. 

-E. M. C.: Yo nunca he dicho que hubiera que suicidarse; simplemente he dicho que sólo la «idea» del suicidio podía ayudarnos a soportar la vida. La idea de que está al alcance de nuestra mano poner fin a nuestros días, de que en cualquier momento podríamos suicidarnos representa un alivio enorme. Al menos esta perspectiva me ha ayudado mucho personalmente y he expuesto este razonamiento a todos aquellos que me han confesado que se querían matar. Porque, sabe usted, en París, la tentación del suicidio es un fenómeno bastante corriente. Mire, hace algunos años, un tipo, un ingeniero, relativamente joven, vino a verme. Había leído mis historias sobre el suicidio y quería acabar con todo. Estuvimos paseando durante tres horas por el jardín de Luxemburgo. Y le expliqué que el suicidio, que la idea del suicidio era una idea positiva en la medida en que hacía la vida más soportable. 

-G. L.: Ofrece la perspectiva de un refugio supremo.

E. M. C.: Uno toma conciencia de que no es solamente una víctima, de que en última instancia puede disponer de sí mismo, y de que en ese sentido es dueño de su vida. «Usted que tiene veintiséis años, le dije, y que se gana muy bien la vida -se trataba de un chico muy competente- tiene tiempo de sobra para sufrir. Intente, por tanto, resistir todo lo que pueda, y si en un momento determinado se da cuenta de que la idea del suicidio ya no le resulta de ninguna ayuda, ¡entonces termine!» Tres años más tarde, me crucé con él y me dijo: «He seguido su consejo y, mire, todavía estoy vivo. -¡Perfecto. Siga así!» ¿Comprende el razonamiento? Nunca he incitado a nadie al suicidio. Una sola vez hice algo bastante estúpido, tanto que dudo si contárselo. Bueno... Ocurrió durante la guerra, y yo había conocido a una mujer muy rica y muy bella. Un buen día, expresé, en su presencia, algunas consideraciones sobre el tema del suicidio, de la inutilidad de la vida, etc. «Me gustaría que viniera usted conmigo, me dijo entonces, porque tengo una amiga que quiere suicidarse. Si usted pudiera hablar con ella... Para hacerle un favor a esta mujer -la verdad es que me gustaba mucho- acерté, y fuimos a ver a la mujer del suicidio. Le dije: «Tiene usted toda la razón en querer suicidarse, en el fondo es la solución, la única a decir verdad, para qué obstinarse en vivir», y así sucesivamente. Y entonces ocurrió algo extremadamente interesante. La mujer en cuestión, la del suicidio, se volvió hacia su amiga y le dijo: «A este señor no lo conozco. Que me impulse a suicidarme es cosa suya. Pero que tú, que eres mi amiga, lo traigas aquí para... ¡Pues bien, ya no me suicido! ¡Y pase lo que pase, ha terminado nuestra amistad!».

Ve usted, son cosas muy complicadas, en muchas ocasiones se basan en falsos sentimientos. A pesar de todo creo que mi teoría según la cual no se puede vivir sin la idea del suicidio es totalmente válida. Con excepción de Werther, nadie se ha suicidado nunca con esta idea en mente. Voy a contarle otra historia. Durante años conocí a un tipo, un funcionario de Correos, que desempeñaba importantes funciones pero que estaba un poco loco. Venía a verme a menudo; el suicidio le obsesionaba. Un día me contó lo que sigue: «Anteayer intenté suicidarme, pero de repente me di cuenta de que tenía los pies sucios. -No comprendo, le contesté, -Sí, hombre!, pensé que a pesar de todo no podía suicidarme con los pies sucios. -¿Pero qué más le daba tener los pies sucios o no? Ah, no!, en ningún caso me suicidaría con los pies sucios». A partir de ahí se inició una gran discusión... Aquel tipo terminó por suicidarse, pero esta historia tiene algo extraordinario. Tenía todos los motivos para matarse. Comprende -me había contado su vida, etc.- pero dependía por encima de todo de su historia con los pies: Estaba a punto de... pero cuando me vi los pies..... Mire qué detalles tan grotescos o cómicos pueden asociarse a la idea del suicidio.

-G. L.: Durante toda su vida ha escrito sobre el tema de la muerte. ¿Facilitará eso su encuentro con la muerte? 

-E. M. C.: Para mí la obsesión por la muerte no tiene nada que ver con el miedo a la muerte. La muerte me ha interesado en la medida en que concluye la historia de una locura. Quiero decir con esto que la muerte es una obsesión legítima, no es un problema más entre muchos otros, sino el problema, el problema por excelencia. En primer lugar, no se trata de un problema que se pueda resolver y clasificar. Además, no se sitúa en el mismo plano que los otros problemas, sino que anula a todos los demás. Es totalmente imposible que uno se diga: «Bueno, ahora voy a pensar en la muerte. después reflexionaré sobre otra cosa». O bien se piensa en ella todo el tiempo, o bien no se piensa en ella en absoluto.

-G. L: ¿Pero se considera usted mejor preparado para la muerte que otras personas?

-E. M. C.: En absoluto. Como le he dicho, se trata de un problema irresoluble ante el cual cada uno reacciona como puede. El hecho de morir se convierte en algo secundario en relación con el interés que presenta este hecho desde el punto de vista de la vida. Lo más extraordinario es que la idea de la muerte justifica cualquier actitud; puede ser invocada y puede servir para todo, puede justificar la eficacia y también la ineficacia. Uno igual puede pensar: «Para qué hacer cualquier cosa, para qué luchar si de todas maneras voy a morir o por el contrario: «Como tengo el tiempo contado, tengo que darme prisa en hacer algo en la vida cueste lo que cueste». Precisamente porque se trata de un problema sin solución, la muerte nos permite adoptar cualquier actitud y nos resulta útil en todos los momentos esenciales de la vida. El borracho de Rasinari del que le he hablado anteriormente, que durante dos años se emborrachó de la mañana a la noche... también hablaba a su manera de la muerte y «a su manera» tenía razón. La muerte es un problema infinito que lo justifica todo.

-G. L: ¿Y usted, qué ha justificado en su nombre?

-E. M. C.: Ya se lo he dicho: la libertad, no tener obligaciones, ni responsabilidades, hacer sólo lo que quiero, no tener horarios, no escribir más que sobre las cosas que me interesan. Y no tener más objetivos que ésos.

-G. L: ¿Y ése es el único éxito por el que se congratula? ¿Haber hecho sólo lo que ha querido? 

-E. M. C.: ¡No está nada mal!

-G. L.: ¿Le gustaría volver a ver Rasinari? ¿Va usted a volver?

-E. M. C.: No lo sé, no puedo decírselo. Temo volver a ver los lugares que han sido tan importantes en mi vida. Fui demasiado feliz en ese pueblo. Temo reinvestir el paraíso.

  

Final de entrevista realizada en París, en el apartamento de E. M. Cioran, los días 19, 20 y 21 de junio de 1990.


lunes, 1 de septiembre de 2025

Colección Betania/Del polvo no he venido

 


Nueva entrega de la editorial Betania: Del polvo no he venido (2025), del poeta cubano Omar Rodríguez García. Selección y prólogo de Mirladys Ventura Portal. 246 pp. Colección Antologías. Edición digital e impresa. Coordinó este proyecto: Carlos Ramos Gutiérrez. ISBN: 978-84-8017-474-9. PV: 20.00 euros ($25.00).

Esta obra puede considerarse como un libro que intenta paliar el olvido de la obra poética de Omar Rodríguez García (Remedios, 1952-2009). Además fue narrador y dramaturgo, preso político y poco reconocido en su país o totalmente desconocido en el exilio. Como bien señala la prologuista Mirladys Ventura Portal se trata de "resarcir la injusticia de un silencio -tal vez cómplice- al que fue sometido este poeta y, peor aún, su obra".





miércoles, 27 de agosto de 2025

Paraninfo de los estados limítrofes

 

Dolores Labarcena

IV

 

Lavabo del camerino. El poeta teletransportado se encuentra completamente desnudo sentado en el inodoro con los pies dentro de la jofaina con hielo. Lo rodean la maquilladora con un cayado, los dramaturgos y la cantante de ópera con los guantes puestos y un espejito de manos.

PRIMER DRAMATURGO (al poeta teletransportado): Es usted una incógnita. ¿Tanto le cuesta confesar que es actor, periodista, o quizás crítico de teatro?

CANTANTE DE ÓPERA (al público): Todo esto es muy absurdo. Hemos perdido una hora de ensayo. Si es un actor, que confiese. (Socarronamente.) Nadie ha muerto por interpretar a Hamlet.

VOZ EN OFF: Nadie ha muerto por interpretar a Hamlet.

Silencio.

POETA TELETRANSPORTADO (lívido, con la cabeza apoyada en la pared del lavabo y con los ojos clavados en el techo declama): En Madrid ahora mismo nieva. Y yo ardo, ardo, ardo... Soy un hombre en una ciudad observando y dejándose observar, dejándose mutilar por la mirada del tiempo, frágil, entre las luces de neón... Por humanidad, señores, lo imploro, déjenme en paz. 

MAQUILLADORA (mete el cayado en la jofaina con hielo): ¡¿Por humanidad?! (Ríe a carcajadas.) Conque esas tenemos… Humanidad… Venga, hombre, es usted más cursi que el bocadillo que repite una y otra vez como un papagayo. (Menea el cayado en la jofaina con hielo.) Si sigue en sus trece lo teletransportarán de cintura para arriba, ¿sabe? (Al público.) Y vean, vean, ¡tiembla! ¡Ya no suda! (Ríe a carcajadas.)

CANTANTE DE ÓPERA: ¿Ya no suda?

SEGUNDO DRAMATURGO: Ya no suda. Por lógica, no es hiperhidrosis.

PRIMER DRAMATURGO (le quita el cayado a la maquilladora para señalar al poeta teletransportado desde la puerta del lavabo): De acuerdo, de acuerdo. No es hiperhidrosis. (Al público.) Pero que hable. ¡Hable, señor teletransportado! ¿Tanto le cuesta confesar que es actor, periodista, o quizás crítico de teatro?

MAQUILLADORA (zarandeando por los hombros al poeta teletransportado): ¡Confiese, confiese!

POETA TELETRANSPORTADO (tirita): Por… por un fi… por un físico andaluz… (Tose.) me he… me heeee pueeesto un albornoz… (Vuelve a toser.) un albornoz co… como si… como si fuese un esmoquin.

CANTANTE DE ÓPERA (colérica): ¡Qué físico andaluz ni qué niño muerto! Exprésese sin tanta rimbombancia que usted no es Góngora. Observe...

Con el espejito de manos la cantante de ópera le enseña al poeta teletransportado sus extremidades inferiores donde se advierten los signos de entumecimiento.

PRIMER DRAMATURGO (al poeta teletransportado): Eso, observe.

CANTANTE DE ÓPERA: ¡Hable, por Dios, que cogerá gangrena!

MAQUILLADORA (irónica): Y la gangrena no es un simple resfriado.

El primer dramaturgo se dirige al centro del camerino. Se apoya en el cayado con estudiada postura. Lo secunda la maquilladora.

PRIMER DRAMATURGO (al público): No. La gangrena no es un simple resfriado.  

SEGUNDO DRAMATURGO (al primer dramaturgo): ¡Cállate! (Autoritario.) ¡¿Te quieres callar de una puñetera vez?! Qué ansias de protagonismo… (Al poeta teletransportado) Señor teletransportado, escúcheme, esto no es un interrogatorio. ¡Bastaría más con los tiempos que corren! Pero sepa que nos preocupa su integridad física. ¿Podría decirnos dónde se encuentra el teletransportador que lo teletransportará en su teletransportación al futuro?  ¡Dese prisa, hombre! (Lo zarandea por los hombros.) Mire lo malparado que lo ha dejado lo de la supuesta teletransportación. (Le arrebata el espejito de manos a la cantante de ópera. Obliga al poeta teletransportado a observar.) ¿No se ha visto las piernas? Esto irá a peor. O para ser más exacto, puede quedarse irremediablemente aquí, extemporáneo y sin piernas. (Le devuelve el espejito de manos a la cantante de ópera.) Repito. El tiempo corre. ¿Me escucha?

El poeta teletransportado se desmaya. Lo sacan en volandas del lavabo. 




Acto IV de la obra de  teatro "Paraninfo de los estados limítrofes", perteneciente al libro Electra y el extraterrestre amarillo  (Potemkin ediciones, 2025). 



martes, 19 de agosto de 2025

Colección Betania/ Caminando sin halo ni alas


Aquí presentamos Caminando sin halo ni alas. Imágenes y aforismos / Wandering Without Wings or a Halo. Images and Aphorismos (Betania, 2025) poemario bilingüe (español-inglés) de la poeta cubana Laura Ymayo Tartakoff (Case Western Reserve University) residente en Cleveland, EE UU. Edición digital e impresa; 64 pp. ISBN: 978-84-8017-476-3. PV: 15,00 euros ($20.00).

Otros poemarios de la profesora Laura Ymayo Tartakoff en Betania:

Entero lugar (1994).

Íntimo color. Cuaderno de Poesía, música y viajes (2002).

* Ángeles y peces: Los mitos y el misterio. Un breve libro bilingüe de poemas /  Angels and Fish: Myths and Mystery. A Brief Bilingual Book of Poems 
(2021).









domingo, 17 de agosto de 2025

Pasaje para cien poetas


 

"Este dossier recoge los vínculos entre Vicente Huidobro y Cuba; más una relación por fuera que por dentro de la literatura insular, involucra a Alejo Carpentier en París, y a Gastón Baquero en el firmamento poético. Salva documentos como el "Canto a Lindbergh", cuya versión original -publicada en La Habana en 1927- se suponía desaparecida, o la entrevista que concedió para Bohemia. Una serie de sospechas, de hilos quebrados, a modo de seguimiento, de investigación de rastros. Hay mensajes remotos y lejanos proyectos, un diálogo sobre mecanización de la música, crónicas, reseñas, cartas, fotografías y hasta un autógrafo".

Lo que comenzó como una revista casera, Potemkin ediciones (2013-2016),  y que contó con la colaboración de numerosos escritores cubanos, acompañando al archivo Hotel Telégrafo, se presenta ahora como un proyecto más allá de lo digital. 

El catálogo incluirá material previamente publicado en el blog, obras rescatadas o menos conocidas de escritores hispanoamericanos, antologías, traducciones, libros personales, etc. Todo bajo secreto sumario.