Dolores Labarcena
IV
Lavabo del camerino. El poeta teletransportado se encuentra completamente desnudo sentado en el inodoro con los pies dentro de la jofaina con hielo. Lo rodean la maquilladora con un cayado, los dramaturgos y la cantante de ópera con los guantes puestos y un espejito de manos.
PRIMER DRAMATURGO (al poeta
teletransportado): Es usted una incógnita. ¿Tanto le cuesta confesar que es
actor, periodista, o quizás crítico de teatro?
CANTANTE DE ÓPERA (al
público): Todo esto es muy absurdo. Hemos perdido una hora de ensayo. Si es
un actor, que confiese. (Socarronamente.) Nadie ha muerto por
interpretar a Hamlet.
VOZ EN OFF: Nadie ha
muerto por interpretar a Hamlet.
Silencio.
POETA TELETRANSPORTADO (lívido,
con la cabeza apoyada en la pared del lavabo y con los ojos clavados en el
techo declama): En Madrid ahora mismo nieva. Y yo ardo, ardo, ardo... Soy
un hombre en una ciudad observando y dejándose observar, dejándose mutilar por
la mirada del tiempo, frágil, entre las luces de neón... Por humanidad,
señores, lo imploro, déjenme en paz.
MAQUILLADORA (mete el
cayado en la jofaina con hielo): ¡¿Por humanidad?! (Ríe a carcajadas.)
Conque esas tenemos… Humanidad… Venga, hombre, es usted más cursi que el
bocadillo que repite una y otra vez como un papagayo. (Menea el cayado en la
jofaina con hielo.) Si sigue en sus trece lo teletransportarán de
cintura para arriba, ¿sabe? (Al público.) Y vean, vean, ¡tiembla! ¡Ya no
suda! (Ríe a carcajadas.)
CANTANTE DE ÓPERA: ¿Ya no
suda?
SEGUNDO DRAMATURGO: Ya no
suda. Por lógica, no es hiperhidrosis.
PRIMER DRAMATURGO (le
quita el cayado a la maquilladora para señalar al poeta
teletransportado desde la puerta del lavabo): De acuerdo, de acuerdo. No
es hiperhidrosis. (Al público.) Pero que hable. ¡Hable, señor
teletransportado! ¿Tanto le cuesta confesar que es actor, periodista, o quizás
crítico de teatro?
MAQUILLADORA (zarandeando
por los hombros al poeta teletransportado): ¡Confiese, confiese!
POETA TELETRANSPORTADO (tirita):
Por… por un fi… por un físico andaluz… (Tose.) me he… me heeee pueeesto
un albornoz… (Vuelve a toser.) un albornoz co… como si… como si fuese un
esmoquin.
CANTANTE DE ÓPERA (colérica):
¡Qué físico andaluz ni qué niño muerto! Exprésese sin tanta rimbombancia que
usted no es Góngora. Observe...
Con el espejito de manos
la cantante
de ópera le enseña al poeta teletransportado sus extremidades
inferiores donde se advierten los signos de entumecimiento.
PRIMER DRAMATURGO (al poeta
teletransportado): Eso, observe.
CANTANTE DE ÓPERA:
¡Hable, por Dios, que cogerá gangrena!
MAQUILLADORA (irónica):
Y la gangrena no es un simple resfriado.
El primer dramaturgo se
dirige al centro del camerino. Se apoya en el cayado con estudiada
postura. Lo secunda la maquilladora.
PRIMER DRAMATURGO (al
público): No. La gangrena no es un simple resfriado.
SEGUNDO DRAMATURGO (al primer dramaturgo): ¡Cállate! (Autoritario.) ¡¿Te quieres callar de una puñetera vez?! Qué ansias de protagonismo… (Al poeta teletransportado) Señor teletransportado, escúcheme, esto no es un interrogatorio. ¡Bastaría más con los tiempos que corren! Pero sepa que nos preocupa su integridad física. ¿Podría decirnos dónde se encuentra el teletransportador que lo teletransportará en su teletransportación al futuro? ¡Dese prisa, hombre! (Lo zarandea por los hombros.) Mire lo malparado que lo ha dejado lo de la supuesta teletransportación. (Le arrebata el espejito de manos a la cantante de ópera. Obliga al poeta teletransportado a observar.) ¿No se ha visto las piernas? Esto irá a peor. O para ser más exacto, puede quedarse irremediablemente aquí, extemporáneo y sin piernas. (Le devuelve el espejito de manos a la cantante de ópera.) Repito. El tiempo corre. ¿Me escucha?
El poeta teletransportado se desmaya. Lo sacan en volandas del lavabo.
Acto IV de la obra de teatro "Paraninfo de los estados limítrofes", perteneciente al libro Electra y el extraterrestre amarillo (Potemkin ediciones, 2025).

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