miércoles, 24 de marzo de 2021

La humareda en el Sertón



João Cabral de Melo Neto


Donde la humareda apenas toma cuerpo;

donde ni puede el barroco festoneado 

de la manguera matriarcal, corpopulenta,

de la que en Mata el humo finge el gesto. 

Ni siquiera el barroco, más torcido pero rastrero, 

de cuando la humareda se hace en el anacardo. 


*

Donde tampoco la humareda toma cuerpo;

donde ni puede enarbolarse de tan rala,

tanto como el aire ralo por el que arbola 

el hilo del árbol que puede, deshilachado.

Donde sin embargo, porque no puede el barroco,

puede ella empinarse esencial, en su único tallo;

unicaule, pero muy distinta del cocotero,

incapaz de ir rectilíneo al enarbolarse;

tallo único más bien de palmera a plomada,

de una palmera-pilastra, sin follaje.



A fumaça no Sertão


Onde tampouco a fumaça encorpa muito;

onde nem pode o barroco mil folheiro

da mangueira matriarca, corpopulenta,

de que na Mata a fumaça finge o jeito.

Nem o barroco, mais torto mas rasteiro,

de quando a fumaça se faz em cajueiro.


*

Onde também a fumaça encorpa pouco;

onde nem pode encopar-se de tão rala,

tanto quanto o ar ralo por que arvora

o fio da árvore que pode, desfiapada.

Onde porém, porque não pode o barroco,

ela pode empinar-se essencial, unicaule;

unicaule, mas bem diversa do coqueiro,

incapaz de ir linheiro ao empinar-se;

unicaule mais bem de palmeira a prumo,

de uma palmeira coluna, sem folhagem.


Versón: Pedro Marqués de Armas


domingo, 21 de marzo de 2021

Agujas



João Cabral de Melo Neto


En las playas del Nordeste, todo padece

a causa de la punta de finísimas agujas:

primero, la punta de las agujas de la luz

(cruda para los ojos y la carne desnuda),

fundidas a ese metal azulado y duro

del cielo de allí, fundido en duraluminio,

y afiladas en la piedra de un mar duro,

de brillo pez no menos duro, de zinc.

Después, a causa de las agujas del aire,

vaporizadas en los alisios de un mar cítrico,

desinfectante, fumigando tales agujas

hasta lavar la arena de basura y de lo vivo.

 

2. 

Sin embargo, en las playas del Nordeste,

no todo viene siempre en aceradas agujas:

así, los alisios que van por allí de visita

no llevan bajo la capa un arma blanca.

El viento, que en otros lados lleva puñales

hechos del metal del hielo, agudísimos,

en el Nordeste sopla brisa: de algodón,

despuntado; viento combo y blando;

y ni siquiera en agosto, al enflorestarse

viento-Mata de la Mirueira la brisa-arbusto,

el viento mete metales dentro del puño:

entonces bate fuerte, pero siempre romo.

 


Agulhas 


Nas praias do Nordeste, tudo padece

com a ponta de finíssimas agulhas:

primeiro, com a das agulhas da luz

(ácidas para os olhos e a carne nua),

fundidas nesse metal azulado e duro

do céu dali, fundido em duralumínio,

e amoladas na pedra de um mar duro,

de brilho peixe também duro, de zinco.

Depois, com a ponta das agulhas do ar,

vaporizadas no alíseo do mar cítrico,

desinfetante, fumigando agulhas tais

que lavam a areia do lixo e do vivo.

 

2

Entretanto, nas praias do Nordeste,

nem tudo vem com agulhas e em lâmina:

assim, o vento alíseo que ali visita

não leva debaixo da capa arma branca.

O vento, que por outras leva punhais

feitos do metal do gelo, agulhíssimos,

no Nordeste sopra brisa: de algodão,

despontado; vento abaulado e macio;

e sequer em agosto, ao enflorestar-se

vento-Mata da Mirueira a brisa-arbusto,

o vento mete metais dentro do soco:

então bate forte, mas sempre rombudo.


Versión: Pedro Marqués de Armas 



martes, 16 de marzo de 2021

Lindbergh: un novelón aéreo

 


Pedro Marqués de Armas


El revuelo que generó en medio mundo el viaje sin escala de Lindbergh entre Nueva York y París, no se hizo sentir menos en Cuba, país que contaba con el mayor número de periódicos por habitantes de América Latina.

Ese 20 de mayo de 1927 la gente se lanzó hacia las redacciones en espera de noticias, en lo que, más que una masa, parecía un público transnacional.

El alboroto tuvo, entre sus connotaciones, la de poner al descubierto que una nación es siempre porosa a menos que se le aplique un recorte a lo albanés.

Algunas crónicas testimonian que nunca salió tanta gente a la calle y que jamás se vio a tantos cubanos rodeando agencias de prensa y estaciones de radio.

Así que la Fiesta Nacional con motivo del aniversario de la República Cubana se vio opacada. 

Los ciudadanos mostraron estar más puestos para la moderna odisea del aire, con todo su suspense, que para lo que ofertaba la tarima patriótica en esa ocasión.

Como las comparsas estaban prohibidas, y los discursos y la recitadera a tres trozos, no hubo mejor festejo que aquel novelón aéreo.

Tras el pionero viaje trasatlántico se sucederían los vuelos de Lindbergh como enviado del progreso y la paz entre las naciones.

Antes de volar a La Habana en febrero de 1928 invitado a la VI Conferencia Panamericana, ya había recorrido México y varios países de Centroamérica, con especial resonancia Nicaragua.

También Colombia, Venezuela, República Dominicana, Puerto Rico e Islas Vírgenes.

A Cuba voló desde Haití.

Cuando el célebre aeroplano aterrizó en el campamento de Columbia tuvo lugar una escena penosa. Como el piloto demoraba en salir de la nave, que llevaba rato en tierra, la prensa y algunos curiosos sospecharon lo peor: que Lindbergh se había estampado contra el periscope.  

La gente comenzó a rodear al Espíritu de St. Luis y en breve la molotera se convirtió en avalancha en lo que la policía reprimía a trocha y mocha, llevándose los periodistas los mejores porrazos.

El asunto era que Lindbergh tenía por costumbre acicalarse para bajar arreglado, es decir, al gusto civil. A fin de cuentas, además de piloto, era un alto representante interamericano.  

Días más tarde se pondría el traje nuevamente para pasear a Machado sobre La Habana. El paseo duró 24 minutos. El presidente llevaba sus habituales gafas redondas que le daban aspecto de piloto, unos lentes fondo de botella para corregir su pronunciada miopía.

Parecían instructor y alumno, como puede apreciarse en una fotografía donde se ve al presidente señalando la ruta a seguir.  

No faltaron buenas crónicas sobre la estancia habanera de Lindbergh, entre ellas una de Ramón Vasconcelos y otra del desopilante Miguel de Marcos.

El retrato del humorista resultó tan logrado, que no se equivocó José Manuel Carbonell al incluirlo en el tomo La Prosa en Cuba de su monumental Historial de la Cultura Cubana.

El Lindbergh de Marcos era un muñeco que no sabía hilar dos frases seguidas, un timorato acosado por la prensa y por los voraces besos que le enviaban sus ardientes fans desde medio planeta. Este Lindbergh edípico, de mejillas rosáceas, no conocía y no pretendía conocer más amor que el amor de madre.

Los poetas, claro está, hicieron del vuelo el símbolo de los nuevos tiempos.

Algunos, como el venezolano Andrés Eloy Blanco, captaron el lado cómico de asunto: 

Y el Águila voló. Cuando volaba,

desde su altura oyó que el Bagre hablaba

y detuvo su vuelo triunfador.

Y sólo oyó que el Bagre murmuraba:

              

        —¡Eso es valor!


Bagre: eso eres tú,

allí,

aquí,

allá:

Ujú.

Ijí.

Ajá.

Otros, como Pellicer –quien estuvo entre las siete personas que empujaron el aeroplano hacia su hangar en París- se hicieron mejores aviadores tanto en vida como en poesía.

Huidobro, por su parte, voló más alto a partir de ese acontecimiento, dedicándole a Lindbergh un extenso poema que no es sino el embrión de Altazor.  

Pero hubo, en general, más arrebato que eficacia.

Mariblanca Sabás Alomá, que se hacía llamar la bolchevique cubana, echó mano de aviador para confeccionar una receta destinada a los poetas latinoamericanos. A su juicio estos debían dejarse de tanta “estridencia cascabelera para asustar a los burgueses”, y hacerse de un “ojo avizor que descubra mayor poesía en el vuelo de Lindbergh que tras las celosías orientales donde se oculta una amada hipotética.”

Sostenía que Huidobro era artífice de lo nuevo pero le echaba en falta una actitud combativa. Lo llamo esteta, no apto para el “vuelo revolucionario”. Sin embargo, no traspasó ella el verso aburguesado. Marxista al fin, no le acudieron alas.


viernes, 26 de febrero de 2021

viernes, 5 de febrero de 2021

Elogio a Fidel Castro




Reinaldo Arenas


En estos momentos en que casi todos los países comunistas marchan hacia un proceso democrático, Fidel Castro se ha puesto en la picota de la opinión pública por negarse a aceptar ningún tipo de cambio, ni nada que huela a perestroika o a democracia. Yo, tal vez por mi espíritu de contradicción, en vez de criticar al "Máximo Líder", voy a hacer aquí un breve recuento de sus virtudes.

Político calculador y astuto, cuando tomó el poder en 1959 tenía tres alternativas: 1) la democracia, con la cual hubiese ganado las elecciones en esa fecha, pero hubiese disfrutado de un poder efímero y compartido con la oposición. 2) La tiranía de derecha o convencional, que nunca ofrece una seguridad absoluta ni un poder ilimitado. 3) La tiranía comunista, que en aquel momento, además de cubrirlo de gloria, parecía asegurarle un poder vitalicio. Hábil, Castro optó por esta alternativa.

Profundo filósofo, les ha hecho comprender de una u otra manera a sus súbditos que la vida material es cosa baladí, a tal punto que en Cuba no existen casi cosas materiales y el índice de suicidios, según serios informes de las Naciones Unidas, es el primero en América Latina.

Intelectual lúcido, comprendió que la mayoría de los artistas son víctimas de un ego hipertrofiado. Desde 1959 comenzó a invitar a destacados escritores, atendiéndolos personalmente y mostrándoles lo que él quería que vieran. Castro ha creado premios literarios internacionales y ha promovido a algunos intelectuales fieles hasta las cúspides del Premio Nobel, como es el caso de Gabriel García Márquez.

Economista inteligentísimo, ha implantado desde hace casi treinta años la libreta de racionamiento con la cual evita la inflación económica en su país, ya que el pueblo prácticamente no puede consumir nada. Además, se dedica, a través de sus más distinguidos generales y con la participación de Raúl Castro (como consta en documentos publicados), al tráfico internacional de drogas, lo cual se revierte en una entrada de dinero fuerte que le puede servir para costear su aparato propagandístico en el exterior y estimular la subversión armada en América Latina.

Sexólogo experto, ha preparado unos magníficos ejércitos juveniles que funcionan como guías de turismo y traductores y que complacen gentilmente tanto a las damas como a los caballeros invitados.

Ganadero y agricultor de nota, logró que una vaca (Ubre Blanca) diera todos los días más de cien litros de leche. El pobre animalito reventó y la leche sigue racionada en Cuba; pero el recuerdo de Ubre Blanca permanece en la prensa de la época y Castro mandó modelar numerosas copias de este extraordinario ejemplar vacuno. En 1970, Castro dijo que produciría diez millones de toneladas de azúcar y "ni una libra menos" y se equivocó sólo en dos millones menos de toneladas.

Alumno aplicado y fiel a su maestro, ha seguido con intachable ortodoxia las lecciones de Stalin: por una u otra vía se ha desembarazado de sus contrincantes políticos o de los personajes que podían ensombrecer su gloria, desde Huber Matos hasta Carlos Franqui, desde Camilo Cienfuegos hasta Ernesto Guevara. Creó desde 1961 los campos de confinamiento para disidentes de todo tipo y los oficializó en 1966 bajo el ingenuo título de UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción). Ha trasladado pueblos completos, situados donde había focos de guerrilleros anticastristas, hacia nuevas ciudades perfectamente vigiladas. Como hizo con muchos campesinos que vivían en la provincia de Las Villas, los cuales tuvieron que irse a vivir a una ciudad prefabricada en Pinar del Río, llamada Ciudad Sandino. También desde hace casi treinta años, Castro pone en práctica las purgas políticas y las retractaciones públicas. En esos actos, el acusado, luego de varias semanas o meses en las celdas de la Seguridad del Estado, confiesa haber cometido todo tipo de crimen, ser un miserable y un traidor contrarrevolucionario y, desde luego, un infiel a Castro. Ejemplos: el juicio público de Marcos Rodríguez (fusilado en 1964), el juicio del general Arnaldo Ochoa (fusilado en 1989) o la confesión de Heberto Padilla, donde delataba además a sus amigos más íntimos y a su propia esposa, en 1971. Fiel a su política de "bloque monolítico", Fidel Castro aprobó públicamente la invasión soviética a Checoslovaquia, la invasión a Afganistán y la masacre del ejército chino a los estudiantes en la plaza de Tiananmen.

Estadista sagaz, Castro sabe perfectamente que un dictador no debe nunca realizar un plebiscito, pues perdería el poder. De ahí sus furias, desde su punto de vista justificadas, contra todos los intelectuales (incluyendo seis premios Nobel) que le han enviado una carta abierta solicitándole civilizadamente que celebre elecciones libres. Castro hábilmente rechazó la consulta popular, que otros dictadores menos taimados, pensando que iban a ganar, celebraron. Véanse las dramáticas derrotas del general Augusto Pinochet y del comandante Daniel Ortega.

Nada nos puede sorprender en la actual actitud de Fidel Castro. A lo largo de más de treinta y un años en el poder absoluto ha sido siempre fiel a sí mismo, gobernando con tan maquiavélica habilidad que hoy por hoy es uno de los únicos herederos de Stalin que se mantiene en el trono.

A los pocos que aún siguen arrobados con la imagen "reivindicadora" y hasta "heroica" del Comandante en Jefe que no se hagan ilusiones. El mismo Castro a través de su ejército ha dicho que "no cederá ni un milímetro en su ideología" y ha declarado que "prefiere que la isla se hunda en el mar antes de renunciar a sus principios políticos"... Claro que le toca al pueblo cubano decidir si quiere esa zambullida apocalíptica o si prefiere vivir en paz y con libertad como afortunadamente lo hace ahora gran parte de la humanidad.

 


El País, 7 de agosto de 2006.