Héctor Viel Temperley
Frente a las arenas
de la isla San Martín,
como un ángel en las puertas
del paraíso
hay un cartel que dice
“prohibido bañarse”.
Pero ni más arriba ni más abajo,
ni a la derecha ni a la izquierda,
dice que lo prohibido esté prohibido
siempre y para todos.
¿Está prohibido porque el agua
puede arrastrar una flor?
¿Está prohibido porque el guardabosques
no es nadador?
¿Está prohibido porque las cataratas,
al atardecer,
están bajo un naranjo, hay jugo de naranjas
mezclado en sus aguas?
Con un vivísimo deseo nado.
Pero nado de tarde.
De noche pienso en el agua,
en la pequeñita agua de los vasos de agua
obligada a saltar desde tan alto
para que nuestra América sea hermosa,
para mojar el aire,
para vengar a hombres y animales
de tanto verde en sus peñascos blancos.
Aunque tiemble de miedo, el agua pequeñita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario