Dolores Labarcena
Según el antropólogo suizo
Edler Ketzer, la justicia en Waithesaji está dividida en dos tribunales y no
en tres tal como afirma Mbweha Wazamani, quien ofició de embajador de Ghana en
la República Popular de Waithesaji desde 1957 hasta 1979. El primer tribunal de
Waithesaji es el Mbwar Dam, y el segundo Izidumbut Kuhuthulwá. Los méritos que
debe reunir un ciudadano para formar parte del primer tribunal es pertenecer
al Partido Único Libertario, los del segundo tribunal es ser militares de alto
rango.
Debo aclarar, para quienes
desconocen la existencia de Waithesaji, antigua colonia británica, que el país
tiene un black out cibernético que resulta dificilísimo encontrarlo
incluso en Google Maps. Por lo que, después de una investigación exhaustiva, y
doy gracias por la mano tendida de Jamiro Gyurjiyev, profesor en el
Departamento de Historia y Geografía Políticas de la UNAM, pude componer el
muñeco.
La lengua que se habla en
Waithesaji es el waithesaji, mezcla de suajili, inglés y esperanto. Mbwar Dam
significa Tribunal Popular; Izidumbut Kuhuthulwá, Órgano Superior de Justicia.
El actual presidente de Waithesaji es Gelding Mwaminifú. Tomó el poder tras la
muerte de su padre en 1946.
En otra de sus imperdibles
páginas Edler Ketzer expresa: “La razón me obliga a decir que los waithesajiz
siguen adorando al presidente como si fuese el dador y destructor de los Cinco
Elementos o Wu Xing, como se conoce en la filosofía tradicional china. Basta
con ver las marchas multitudinarias el Día de la Liberación Imperialista en la
Plaza de los Caídos donde los waithesajiz exhiben sus particulares vestimentas:
pareos azules los hombres, floreados los de las mujeres. Dicho acto, una vez
que suena el disparo de inauguración, se realiza sin consignas ni aplausos, lo
que se escucha es como un coloquio pajaril: ¡Aj, aj, aj!... Ti, ti, ti, ti, ti…
¡Aj, aj, aj!..., no por orden de Gelding Mwaminifú, sino por algo intrínseco en
el espíritu de los waithesajiz, que son tan temerosos de lo que representa el
presidente y la contrainteligencia del Partido Único Libertario, que solo
demuestran el dominio de su lengua en los tribunales. Tal peculiaridad hace que
los comparen de modo erróneo con los hmong, etnia asiática que nació y vivió
silbando hasta que los declararon ‘enemigos prioritarios’ en la Guerra de
Vietnam por espionaje para favorecer a los norteamericanos con semejante tipo
de comunicación”.
“Aunque oculto a la prensa y
medios audiovisuales extranjeros, hay un tercer tribunal, el Panya Naan Mikoko
o Tribunal Administrativo de la Cultura Nacional y Bienes Comunes. Por citar un
ejemplo: los waithesajiz que cometan delitos relacionados con el arte, sea
contra el patrimonio material o inmaterial, serán juzgados en el Panya Naan
Mikoko. En esta categoría se tiene el privilegio (toca decir que para los
waithesajiz la muerte es un nuevo amanecer, parafraseando a la Kübler-Ross) de
acabar en el rinoceronte de Diktetamkuú, artefacto atribuido al padre de
Gelding Mwaminifú que sirvió para escarmentar de manera pública a los
waithesajiz que intentaban huir de la isla o desafiaban al Partido Único
Libertario. Este método de tortura fue utilizado (aunque muy excepcional en las
últimas décadas) hasta las postrimerías del siglo XX. Transmitida la orden, la
cual consiste en introducir al ajusticiado en una especie de caballo de Troya
en forma de rinoceronte al que una vez cerrado herméticamente por una
escotilla que tiene en el bandullo, le dan candela por los cuatro costados. Los
ciudadanos de Waithesaji, testigos forzosos de tan aberrante crimen, comienzan
a emitir sonidos. ¡Jamás escuché llanto ni lamento! Sonidos. ¡Aj, aj, aj!...
Ti, ti, ti, ti, ti… ¡Aj, aj, aj!... Y presté atención porque fui invitado en
1969 por Gelding Mwaminifú a presenciar la ejecución de un artista conceptual
que, imitando a Yves Klein, pintó en uno de los muros de la Plaza de los Caídos
siete figurillas antropomorfas en color índigo en protesta contra la Ley
Esuatini, lo que viene siendo el Servicio Militar Obligatorio. El semblante
impasible y el gollete cantor de aquel condenado se me grabó con tinta
indeleble. Cantó y cantó hasta que se quemó el último palo del rinoceronte de
Diktetamkuú. Por eso recuerdo el título de la obra: Happening of Roho
Waithesaji”, escribió en sus memorias Mbweha Wazamani.
Hace unos días, con los
tentáculos de la pandemia haciendo estragos a nivel global, tuve el honor de
participar en la videoconferencia mundial “Efectos del Cambio Climático sobre
los Arrecifes de Coral y el Medio Marino de los Océanos Pacífico y Atlántico”.
Encuentro importantísimo de animalistas, ecologistas y tribus en extinción. No
sé si por azar, o por sincrodestino, ¡que tire la primera piedra quien no crea
en la metempsicosis!, en una ventana de la pantalla reconocí a unos
waithesajiz; dos estaban sentados y tres de pie. Y los reconocí aun con las mascarillas
porque de fondo tenían la bandera verdinegra de la que emerge un avesol en
medio de unos escarabajos amarillos. Por lo cual, me dirigí a ellos en una
lengua que reconocerían, el inglés. How are you? Are you free?... ¡Aj,
aj, aj!... Ti, ti, ti, ti, ti… ¡Aj, aj, aj!... En resumidas cuentas, no logré
descifrar su lenguaje. Tampoco supe si se encontraban en Waithesaji o eran
refugiados políticos conectados desde Estocolmo o Groenlandia. Entonces me
quedé observándolos como quien observa a un alcatraz patiazul o a un camalón
takahe. Flemáticos, inalterables, emitiendo aquellos sonidos… ¡Aj, aj, aj!...
Ti, ti, ti, ti, ti… Dicha escena, porque soy como el perro que no suelta prenda
para rendirme a un enigma, me hizo congelar de inmediato la videoconferencia.
Las palabras “Mbwar Dam”, “Izidumbut Kuhuthulwá” y “Panya Naan Mikoko”
retumbaban en mi cabeza como un yembé. Volando fui a la mesita de noche y
agarré el Kultur und Macht in Waithesaji, libro póstumo de Edler Ketzer acabado
de comprar en la semana del Black Friday por un precio irrisorio, y en
el que aparecía, aunque lacónica, la biografía de Gelding Mwaminifú. Según
esta, nació en Waithesaji en 1913. Es decir, que ahora tendría 107 años. Por lo
tanto, sería como el gato de Schrödinger o, siendo más pesimista y ganándole a
los Castro, el dictador más longevo del planeta. ¡Qué paradoja!, me dije y
descongelé la videoconferencia para reencontrarme con los waithesajiz. One
question, please… Is Gelding Mwaminifú still alive? ¿La diktatoro ankoraŭ
vivas? Indagué incluso hasta en esperanto. ¡Aj, aj, aj!... Ti, ti, ti, ti,
ti… ¡Aj, aj, aj... Uh, uh… Crot, crot.
Tomado de la revista Parva Forma, número I, 2021.
No hay comentarios:
Publicar un comentario