A Ramón López Velarde
México, 13 de noviembre de 1919
Mi querido amigo:
¿Vio usted en Social de La Habana
unos poemas míos que llamo “ideográficos”, dos madrigales y una “Impresión de
la Habana”? Pues bien, ellos son los avant
coureurs de toda una obra, más de treinta poemas que integrarán mi próximo
volumen: Los ojos de la máscara. Hace muchos años leí
en la Antología griega de Planudes, que un poeta heleno había escrito un poema
en forma de “ala” y otro en forma de “altar”; supe por mis estudios chinos que
en el templo de Confucio se canta cierto himno cuyos caracteres escriben, con
el movimiento de su danza, los coreógrafos sobre el pavimento. Por fin vi
aquello de Jules Renard: “les fourmis, elles sont: 3333333333”:… con lo que
sugiere tan admirablemente la inquieta fila de hormigas. En New York hace 5
años hice los “Madrigales ideográficos”. Luego vi algunos intentos semejantes
de pintores cubistas y algún poeta modernista. Pero no eran más que un
balbucir. Mis poemas actuales son franco lenguaje; algunos no son simplemente
gráficos sino arquitectónicos: “La calle en que vivo” es una calle con casas,
iglesias, crímenes y almas en pena. Como la “Impresión de la Habana”, es ya
todo un paisaje. Y todo es sintético, discontinuo y por tanto dinámico; lo
explicativo y retórico están eliminados para siempre; es una sucesión de
estados sustantivos; creo que es poesía pura…
Lo que me dice de la
ideografía me interesa y me preocupa. Le parece a usted convencional… ¿más
convencional que seguir expresándose en odas pindáricas, y en sonetos, como Petrarca?…
La ideografía tiene, a mi modo de ver, la fuerza de una expresión
“simultáneamente lírica y gráfica”, a reserva de conservar el secular carácter
ideofónico. Además, la parte gráfica sustituye ventajosamente la discursiva o
la explicativa de la antigua poesía, dejando los temas literarios en calidad de
“poesía pura”, como lo quería Mallarmé. Mi preocupación actual es la síntesis,
en primer lugar porque sólo sintetizando creo poder expresar la vida moderna en
su dinamismo y en su multiplicidad; en segundo, porque para subir más, en
llegando a ciertas regiones, hay que arrojar lastre… Toda la antigua mise en
scène, mi vieja guardarropía, ardió en la hoguera de Thais convertida…
Cinco años permanecí
absolutamente desinteresado de los viejos modos de expresión, buscando otros
más idóneos para mis nuevos propósitos. ¡Un lustro! La entomología moderna ha
descubierto que la cigarra permanece diecisiete años en un limbo subterráneo
antes de surgir y cantar su himno al sol, que estremece el éter primaveral y perdura
en las noches del trópico…
Si usted, mi querido
amigo, no fuera tan grande poeta, si en su obra no manifestara un ejemplo tan
encantador de liberación personal, tomaría a mal esa frase suya: “Dudo que la
poesía ideográfica se halle investida de las condiciones serias del arte
fundamental”. Estas condiciones y ese arte, ¿no serán, en último análisis, el
respeto a la tradición que nos abruma, nos iguala, impidiendo con la tiranía de
sus cánones, la diferenciación artística de las personalidades?…
Más bien creo, y me lo
confirma su actitud expectante [sic], en que aún no tiene usted documentación
abundante para hacer un juicio definitivo. Además, mi poesía ideográfica,
aunque semejante en su principio a la de Apollinaire, es hoy totalmente
distinta; en mi obra el carácter ideográfico es circunstancial, los caracteres
generales son más bien la síntesis sugestiva de los temas líricos puros y
discontinuos, y una relación más enérgica de acciones y reacciones entre el
poeta y las causas de emoción… Mis libros Un
día y Li-Po le explicarían mis
propósitos mejor que esta exégesis prematura…
José Juan Tablada
Obra poética. Ramón López Velarde, Ed. Crítica, ALLCA XX, 1998, p. 300.
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