jueves, 12 de mayo de 2016

Ya nada sabe



Vittorio Sereni


Ya nada sabe, alto en sus alas
el primero en caer de boca en la playa normanda.
Por eso esta noche alguno
me tocaba la espalda murmurando
que rezara por Europa
mientras la Nueva Armada
asomaba ante la costa de Francia.
Le respondí en el sueño: —Es el viento,
el viento con su música extraña.
Pero si de verdad fueses tú,
el primero en caer de boca en la playa normanda,
reza tú si puedes, yo estoy muerto
en la guerra y la paz.
Ahora la música es ésta:
la de las lonas que baten contra los palos.
No es música de ángeles, es sólo
mi música y basta.



Non sa più nulla…

Non sa più nulla, è alto sulle ali
il primo caduto bocconi sulla spiaggia normanna.
Per questo qualcuno stanotte
mi toccava la spalla mormorando
di pregar per l'Europa
mentre la Nuova Armada
si presentava alle coste di Francia.
Ho risposto nel sonno: —E' il vento,
il vento che fa musiche bizzarre.
Ma se tu fossi davvero
il primo caduto bocconi sulla spiaggia normanna
prega tu se lo puoi, io sono morto
alla guerra e alla pace.
Questa è la musica ora:
delle tende che sbattono sui pali.
Non è musica d'angeli, è la mia
sola musica e mi basta.



Versión de Pedro Marqués de Armas


domingo, 8 de mayo de 2016

67 versos en recuerdo de Dadá



Juan Eduardo Cirlot


El uno se arrodilla dulcemente,
el dos tiene las trenzas de papel,
el tres llena de plata los triángulos,
el cuatro no solloza,
el cinco no devora el firmamento,
el seis no dice nada a las serpientes,
el siete se recoge en las miradas,
el ocho tiene casas y ciudades,
el nueve canta a veces con voz triste,
el diez abre sus ojos en el mar,
el once sabe música,
el doce alienta lámparas,
el trece vive sólo en los desvanes,
el catorce suplica,
el quince llama y grita,
el dieciséis escucha,
el diecisiete busca,
el dieciocho quema,
el diecinueve sube,
el veinte vuela ardiendo por el aire,
el veintiuno cae,
el veintidós espera,
el veintitrés adora los vestidos,
el veinticuatro sabe matemáticas,
el veinticinco magia,
el veintiséis amor,
el veintisiete guerra,
el veintiocho estrellas,
el veintinueve luna,
el treinta tiene garras de cerezo,
el treinta y uno flota,
el treinta y dos destruye los anillos,
el treinta y tres anula los espacios,
el treinta y cuatro ruge,
el treinta y cinco vive lejos,
el treinta y seis conoce la amargura,
el treinta y siete fulge,
el treinta y ocho baja,
el treinta y nueve quiebra torres,
el cuarenta se expresa,
pero el cuarenta y uno tiene páginas,
donde el cuarenta y dos halla su espejo,
donde el cuarenta y tres se desmenuza,
en el cuarenta y cuatro anidan tigres,
en el cuarenta y cinco monumentos,
en el cuarenta y seis hay una espiga,
en el cuarenta y siete distracciones,
detrás vienen cuarenta y ocho pensamientos,
cuarenta y nueve signos,
cincuenta cruces,
cincuenta y una lágrimas,
cincuenta y dos mujeres,
cincuenta y tres desiertos,
cincuenta y cuatro pianos,
para cincuenta y cinco partituras,
para cincuenta y seis sonidos,
cincuenta y siete soles,
cincuenta y ocho perlas,
cincuenta y nueve bocas,
sesenta muertes,
sesenta y una llagas,
sesenta y dos pirámides,
sesenta y tres adioses,
sesenta y cuatro diccionarios,
sesenta y cinco sentimientos,
sesenta y seis recuerdos,
sesenta y siete flores.

                                                                                                                   
                                                                                         22 de febrero de 1952




Tomado de En la llama (1943-1959), Siruela, Madrid, 2005. 


domingo, 1 de mayo de 2016

El chochín



Chang Hua



El chochín es un pájaro muy pequeño.
Se alimenta únicamente de unos pocos granos,
hace su nido en una sola rama,
no puede volar más que unos pocos metros,
apenas ocupa espacio y no hace daño.
Sus plumas son grises,
no es útil a la especie humana,
pero también recibe la fuerza de la vida.
Los patos y los gansos pueden volar hasta las nubes,
pero son abatidos con flechas, pues tienen mucha carne.
Los martines pescadores y los pavorreales deben morir
porque su plumaje es hermoso.
El halcón es fiero, pero se le mantiene atado;
el loro es inteligente, pero se le encierra en una jaula,
donde se le obliga a repetir las palabras de su amo.
Sólo el pequeño chochín, feo y sin ningún valor, es libre.



Siglo III



Traducción: Eliot Weinberger