Graf Eberhards Weißdorn
Johann Ludwig
Uhland
(1787 - 1862)
Graf Eberhard im Bart
Vom Würtemberger Land,
Er kam auf frommer Fahrt
Zu Palästina’s Strand.
Daselbst er einsmals
ritt
Durch einen frischen
Wald;
Ein grünes Reis er
schnitt
Von einem Weißdorn bald.
Er steckt’ es mit
Bedacht
Auf seinen Eisenhut;
Er trug es in der
Schlacht
Und über Meeres Flut.
Und als er war daheim,
Er’s in die Erde steckt,
Wobald manch neuen Keim
Der neue Frühling weckt.
Der Graf, getreu und
gut,
Besucht’ es jedes Jahr,
Erfreute dran den Mut,
Wie es gewachsen war.
Der Herr war alt und
laß,
das Reislein war ein
Baum,
Darunter oftmals saß
Der Greis im tiefsten
Traum.
Die Wölbung, hoch und
breit,
Mit sanftem Rauschen
mahnt
Ihn an die alte Zeit
Und an das ferne Land!
“In a letter dated 4 April 1917, Engelmann
enclosed ‘Count Eberhard’s Hawthorn’[1],
Uhland’s poem recounting the story of a soldier who, while on crusade, cuts a
spray from a hawthorn bush; when he returns home he plants the sprig in his
grounds, and in old age he sits beneath the shade of the fully grown hawthorn
tree, which serves as a poignant reminder of his youth. The tale is told very
simply, without adornment and without drawing any moral. And yet, as Engelmann
says, ‘the poem as a whole gives in 28 lines the picture of a life’. It is, he
told Wittgenstein, ‘a wonder of objectivity’:
Almost all other poems (including the good
ones) attempt to express the inexpressible, here that is not attempted, and
precisely because of that it is achieved.
Wittgenstein agreed. The poem, he wrote to
Engelmann, is indeed ‘really magnificent’:
And this is how it is: if only you do not try
to utter what is unutterable then nothing gets lost. But the unutterable will
be – unutterably – contained in what has been uttered!”[2]
En
una nota a estos fragmentos subrayados en el ebook, escribí: Cuánta falsedad.
Dos que no saben qué es poesía convertidos en dómines de la poesía.
(Tampoco —o aún menos— sería convincente la intención de
ilustrar un postulado lógico con un poema (es decir: con la poesía). Argüir que
Wittgenstein no se proponía juzgar el poema mismo [como poema], sino la cualidad de éste de “expresar lo inexpresable”. Eso
no sería sino confusión y sofisma [inaceptable en quien tendría que ser claro y
preciso], porque “expresar lo inexpresable”[3]
es precisamente lo que hace la verdadera poesía, pero sólo en cuanto poesía, es decir: cuando tiene la intensidad, la profundidad y la originalidad[4] de la [verdadera] poesía.)
Todo
lo cual puede resumirse del siguiente modo:
a)
la lógica de Wittgenstein
puede ser llamada de diferentes maneras, pero sin duda no es una lógica filosófica
b)
Ludwig Wittgenstein no sabía qué es la poesía (lo poético)
c)
el poema de Eberhard no
tiene nada que ver con lo que se ha descrito en inglés (pomposamente) como “the
utterance of the unutterable” (juego de palabras tan endeble[5]
como el poema mismo)
d) lo increíble es el manoseo infinito con lo falso y la increíble
mitologización [de Wittgenstein y de Eberhard], que no es sino añadir más
falsedad a esa “montaña de huesos” que llega ya al mismísimo cielo
Aclaración
(hablando con Susanne):
[No
hay que decir que la poesía es la “expresión de lo inexpresable”, porque es
seguir una lógica viciada en la raíz.]
Susanne
me dice: “Wittgenstein no ve el poema como un poema, sino como una serie de
proposiciones lógicas.”
Le
digo: Eso es falso. El amigo de Wittgenstein comienza diciendo que este poema,
“a diferencia de los otros, incluso los buenos” (¿cómo sabría él que son
“buenos”?), consigue expresar lo inexpresable precisamente porque no se lo propone (“Almost all other poems (including the
good ones) attempt to express the inexpressible, here that is not attempted,
and precisely because of that it is achieved”[6]).
(Son, pues, el amigo de Wittgenstein y Wittgenstein mismo los que comienzan
diciendo que:
a) los [demás] poemas tratan de “expresar lo inexpresable”, y que
ése es precisamente su error, pues
b) la condición necesaria para que lo inexpresable sea expresado es
precisamente no proponerse expresarlo.
Pero:
En
el principio mismo (y por eso digo que la raíz está viciada) hay dos
suposiciones falsas (de Wittgenstein y de su amigo):
a) que el poema [de Uhland] “expresa lo inexpresable” (id est: que
contiene lo (o algo) inexpresable; y que lo inexpresable ha quedado expresado en
él de una manera “simple” y “objetiva”, [precisamente] porque Uhland no se ha
propuesto hacerlo, sino simplemente “contar una historia, sin adornos y sin
ninguna moraleja”
b) que la poesía (“los otros poemas, incluso los buenos”) han “tratado
de expresar lo inexpresable”
(Por
otra parte, ninguno de ellos ha hablado en ningún momento del texto de Uhland
como otra cosa que como un poema, y en
ningún caso simplemente como un “texto que contiene proposiciones lógicas”,
porque (y esto es lo que le dije a Susanne) en esa categoría cabrían no sólo
miles, sino cientos de miles o incluso millones de textos. No. Ellos hablan
específicamente de la poesía (“los
demás poemas”), y de este poema en
particular (el de Uhland).)
Pero:
1) Hay una gran diferencia (ontológica, raíz) entre “querer expresar [algo]” y “expresarlo” (el arte no quiere ser nada:
el arte es; Wittgenstein no comprende
esto, es decir: no comprende qué es la poesía
y no comprende qué es el arte; la
intención de la poesía es desconocida
(Wittgenstein debió leer a Lezama), y es esta hipertelia extrema la que la hace
ser lo que es (pues ella solamente es);
2) en el poema de Uhland no
hay nada inexpresable, y su (supuesta) objetividad es una objetividad ficticia
3) la de Wittgenstein es una visión subjetiva (nada objetiva)
errónea del carácter de la poesía y del carácter de ese poema en particular;
es, de hecho, una mistificación (algo
a lo que el pensador vienés se veía más que inclinado)
Wittgenstein
se vería en un gran aprieto si tratara de señalar qué es lo inexpresable
expresado en el poemilla de Uhland. Aquí hay que poner en su lugar al pseudo
místico y decir que lo único verdaderamente inexpresable es lo que no puede ser conocido[7].
Por
lo demás, Wittgenstein recuerda mucho a Beckett (el parentesco es más que
evidente): No la lógica del lenguaje, sino la asociación de la lógica al lenguaje
(y, de hecho, la sujeción del
lenguaje a la lógica). En el caso de
Beckett, esta asociación es ficticia
(ocurre dentro de lo ficticio y, desde luego, no puede ser integral —y además,
tiene una relación evidente con la retórica [VER: retórica y lógica]). En
el caso de Wittgenstein, la reducción (sujeción) es a la lógica algebraica o matemática (simbólica).
(Aunque, en este caso, no se trata de la lógica específica del cálculo, sino de
una generalización que no abandona la reducción extrema del principio
matemático.)
Dice
Beckett: “Para que lo que estoy tratando en vano de decir pueda ser en vano tratado de ser dicho”. Sonaría
bien (seductor, incluso), pero: ¿dónde
ocurre? ¿dónde tendría validez esa afirmación? (¿en la lógica? ¿en la ficción?).
Hay
que decir, sin embargo, en favor de Beckett, que:
a)
sabía que era un
mistificador, y
b) nunca se propuso ser un místico (ni verdadero ni falso)
dado que
tanto
da querer ver a Dios en la lógica como en las hojas del té (dijera lo que
dijera Spinoza), porque en cualquiera de los dos casos sólo se estarían viendo
visiones.
Quizá
lo mejor hubiera sido responderle, a vuelta de correo, con este texto de Paul
Celan:
Ölig still
schwimmt dir die Würfel-Eins
zwischen Braue und Braue,
hält hier
inne,
lidlos,
schaut
mit.
O con este fragmento de José
Lezama Lima:
Más
que lebrel, ligero y dividido,
al
esparcir su dulce acometida,
los
miembros suyos, anillos y fragmentos
ruedan,
desobediente son,
al
tiempo enemistado.
Rogelio Saunders
(Berlín, 23.01.2023)
Post-Scriptum:
El asunto, sin
embargo, es mucho peor. Antes de escribir estas notas no había leído en
profundidad el intercambio de cartas entre Wittgenstein y Engelmann a
apropósito de Uhland. Ahora lo he hecho. Y lo que he descubierto confirma lo
que había intuido ya: ni Wittgenstein ni Engelmann sabían nada sobre la poesía.
Más aún: eran absolutamente incapaces de comprender la poesía que les era
contemporánea. En la carta anterior a aquella en la cual Engelmann le envía el
poema de Uhland, Wittgenstein le dice que ha recibido dos libros de poemas de
Albert Ehrenstein, y a continuación expresa una opinión realmente indigna, como
sólo podría expresarla el más ignorante, cavernario y conservador de los
pequeñoburgueses de su época. ¡Y estaban hablando (porque Engelmann compartía
la opinión de Wittgenstein) sobre uno de los nombres insoslayables del
expresionismo alemán![8]
De hecho, Wittgenstein le pide a Engelmann que le envíe “poemas de Goethe” (“el
segundo tomo de su Poesía, donde
están los Epigramas venecianos, las Elegías y las Epístolas”), así como poemas de Mörike (Reclamo), “como antídoto” [9].
He aquí la raíz del mal, y la razón por la cual la frase que Wittgenstein
aplica al texto de Uhland (“El poema de Uhland es realmente extraordinario. Ocurre
de este modo: Si uno no se esfuerza por expresar lo inexpresable, no se pierde nada. Más bien, lo
inexpresable queda contenido,
inexpresablemente, en lo expresado”[10])
es una frase que, como de la Beckett, suena bien, pero que a diferencia de la
de éste (animada por el sueño de la ficción), está absolutamente vacía.
[1] Traducción al inglés:
Count
Eberhard’s White-thorn-bush
Count Eberhard-im-Bart
From Würtemburg’s fair land
Went
on a pious pilgrimage
To
Palestina’s strand.
As
through a leafy wood
He
took bis lonely way;
He
cut from off a hawthorn – bush
A
green and healthy spray.
Upon
his cap of steel
He
placed it carefully;
He
wore it in the battle’s brunt,
And
o’er the flowing sea.
And
when he reached his home,
He
placed it in the earth;
Where
soon to many a swelling shoot
the
genial spring gave birth.
The
Count, good knight and true,
As
year by year went by,
Would
mark how strong, how tan it grew
With
well-contented eye.
The
Count was old and weak,
The
sprig was now a tree;
Beneath
its shade he oft would sit
And dream deliciously.
The
arching boughs o’erhead,
Low-murmuring,
softly bore
Sweet
memories of the olden time
And that far-distant shore.
[The songs and ballads of Uhland.
Translated from the German the Rev. W. W. Skeat. M. A. Late fellow of Christ’s
college, Cambridge. Williams and Norgate, 14, Henrietta Stebbt, Covent Garden,
London; and 20, South Frederick Street, Edinburgh. 1864.]
[2] Ray Monk: Wittgenstein: the Duty of Genius.
[3] Utterance (para seguir con el juego de lenguaje,
pero aterrándolo) que quiere decir mucho y que no dice nada.
[4] Cualidades que se derivan de forma natural de la
relación (nueva y única, altamente creativa) que el [verdadero]
poeta tiene con el lenguaje. Extraño [muy extraño] que el dómine del lenguaje y
de lo “indecible” no vea aquí lo eminente (lo supraeminente) del lenguaje. Es
la relación (nueva y única) entre las palabras la que “dice lo indecible” (sin
proponérselo).
[5] Lo he llamado “endeble” para no decir, de plano, que no es poesía (teniendo
en cuenta, además, la imitación de las baladas y gestas antiguas que era, por
así decirlo, la especialidad de Uhland, y la figura de Eberhard, “el de la
barba florida”, al que le dedicó dos poemas. Pero precisamente aquí hay otro
argumento en contra de la supuesta “falta de propósito” del poema, pues, ¿cómo
puede carecer de propósito un texto que empieza por ser la imitación de algo
mucho más antiguo y que fue genuinamente sencillo en su época (como fue
genuinamente sencilla en su época la poesía española del siglo de oro), pero que
aquí (en Uhland) es ya algo artificial (la invención de un pasado)? Hay, en
cambio, en el texto otras cosas que Wittgenstein y su amigo no vieron ni por
asomo. Por ejemplo, le dije a Susanne que el “Weissdorn” (el espino blanco), la
planta a la cual pertenece la rama cortada por Eberhard, se asociaba en la
fitoterapia al corazón, y que las antiguas tribus germánicas tenían al parecer
un gran conocimiento de las plantas. Y Susanne me dijo a su vez que la palabra
“Reis” (“rama”, además de “arroz”) remitía a la figura de Jesús de Nazareth, a
través del uso de esa palabra en los Evangelios. Profundizar en eso (y ver por
tanto un subtexto diferente en los textos de Uhland) hubiera sido sin duda
mucho más interesante y enriquecedor).
[6] „Es ist ein Wunder von Objektivität. Fast alle andern Gedichte (auch die guten) bemühen sich, das Unaussprechliche auszusprechen, hier wird das nicht versucht, und eben deshalb ist es gelungen.“ (“Es un milagro de objetividad. Casi todos los demás poemas (incluso los buenos) se proponen expresar lo inexpresable; aquí no se ha intentado hacerlo, y precisamente por eso se ha conseguido.”)
[7] Lo que hace un poema no es ocultar algo, ni revelar algo; más bien: lo que
en él toma forma sigue siendo desconocido.
[8] Desde luego, aquí no se trata de si los textos expresionistas de Ehrenstein
son poesía o no, sino del hecho indudable de que ni Engelmann ni Wittgenstein
estaban en condiciones de saberlo.
[9] En su respuesta, Engelmann le dice que ya ha dicho antes lo que piensa de Ehrenstein,
y pone, refiriéndose a éste, la palabra poeta entre comillas. Dice que
Ehrenstein “le cae bien”, pero que sus poemas “lo perturban” (y cómo no iban a
hacerlo, si no eran imitaciones románticas de una balada provenzal). Estas
cartas (estas opiniones, de Engelmann y
de Wittgenstein) muestran la verdad sobre el “milagro de objetividad” y lo
“inexpresable expresado”.
[10] „Das Uhlandsche Gedicht ist wirklich großartig. Und es ist so: Wenn
man sich nicht bemüht das Unaussprechliche auszusprechen, so geht nichts verloren.
Sondern das Unaussprechliche ist, – unaussprechlich – in dem
Ausgesprochenen enthalten”. (Los subrayados son de Wittgenstein. R.
S.)
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