martes, 14 de marzo de 2023

(a)notaciones Wittgenstein y Uhland

 


 Rogelio Saunders 

 

Graf Eberhards Weißdorn

Johann Ludwig Uhland 

(1787 - 1862)

 

Graf Eberhard im Bart

Vom Würtemberger Land,

Er kam auf frommer Fahrt

Zu Palästina’s Strand.

 

Daselbst er einsmals ritt

Durch einen frischen Wald;

Ein grünes Reis er schnitt

Von einem Weißdorn bald.

 

Er steckt’ es mit Bedacht

Auf seinen Eisenhut;

Er trug es in der Schlacht

Und über Meeres Flut.

 

Und als er war daheim,

Er’s in die Erde steckt,

Wobald manch neuen Keim

Der neue Frühling weckt.

 

Der Graf, getreu und gut,

Besucht’ es jedes Jahr,

Erfreute dran den Mut,

Wie es gewachsen war.

 

Der Herr war alt und laß,

das Reislein war ein Baum,

Darunter oftmals saß

Der Greis im tiefsten Traum.

 

Die Wölbung, hoch und breit,

Mit sanftem Rauschen mahnt

Ihn an die alte Zeit

Und an das ferne Land!

 

“In a letter dated 4 April 1917, Engelmann enclosed ‘Count Eberhard’s Hawthorn’[1], Uhland’s poem recounting the story of a soldier who, while on crusade, cuts a spray from a hawthorn bush; when he returns home he plants the sprig in his grounds, and in old age he sits beneath the shade of the fully grown hawthorn tree, which serves as a poignant reminder of his youth. The tale is told very simply, without adornment and without drawing any moral. And yet, as Engelmann says, ‘the poem as a whole gives in 28 lines the picture of a life’. It is, he told Wittgenstein, ‘a wonder of objectivity’:

Almost all other poems (including the good ones) attempt to express the inexpressible, here that is not attempted, and precisely because of that it is achieved.

Wittgenstein agreed. The poem, he wrote to Engelmann, is indeed ‘really magnificent’:

And this is how it is: if only you do not try to utter what is unutterable then nothing gets lost. But the unutterable will be – unutterably – contained in what has been uttered!”[2]

En una nota a estos fragmentos subrayados en el ebook, escribí: Cuánta falsedad. Dos que no saben qué es poesía convertidos en dómines de la poesía.

(Tampoco —o aún menos— sería convincente la intención de ilustrar un postulado lógico con un poema (es decir: con la poesía). Argüir que Wittgenstein no se proponía juzgar el poema mismo [como poema], sino la cualidad de éste de “expresar lo inexpresable”. Eso no sería sino confusión y sofisma [inaceptable en quien tendría que ser claro y preciso], porque “expresar lo inexpresable”[3] es precisamente lo que hace la verdadera poesía, pero sólo en cuanto poesía, es decir: cuando tiene la intensidad, la profundidad y la originalidad[4] de la [verdadera] poesía.)

Todo lo cual puede resumirse del siguiente modo:

a)    la lógica de Wittgenstein puede ser llamada de diferentes maneras, pero sin duda no es una lógica filosófica

b)    Ludwig Wittgenstein no sabía qué es la poesía (lo poético)

c)    el poema de Eberhard no tiene nada que ver con lo que se ha descrito en inglés (pomposamente) como “the utterance of the unutterable” (juego de palabras tan endeble[5] como el poema mismo)

d)    lo increíble es el manoseo infinito con lo falso y la increíble mitologización [de Wittgenstein y de Eberhard], que no es sino añadir más falsedad a esa “montaña de huesos” que llega ya al mismísimo cielo

Aclaración (hablando con Susanne):

[No hay que decir que la poesía es la “expresión de lo inexpresable”, porque es seguir una lógica viciada en la raíz.]

Susanne me dice: “Wittgenstein no ve el poema como un poema, sino como una serie de proposiciones lógicas.”

Le digo: Eso es falso. El amigo de Wittgenstein comienza diciendo que este poema, “a diferencia de los otros, incluso los buenos” (¿cómo sabría él que son “buenos”?), consigue expresar lo inexpresable precisamente porque no se lo propone (“Almost all other poems (including the good ones) attempt to express the inexpressible, here that is not attempted, and precisely because of that it is achieved”[6]). (Son, pues, el amigo de Wittgenstein y Wittgenstein mismo los que comienzan diciendo que:

a)    los [demás] poemas tratan de “expresar lo inexpresable”, y que ése es precisamente su error, pues

b)   la condición necesaria para que lo inexpresable sea expresado es precisamente no proponerse expresarlo.

Pero:

En el principio mismo (y por eso digo que la raíz está viciada) hay dos suposiciones falsas (de Wittgenstein y de su amigo):

a)    que el poema [de Uhland] “expresa lo inexpresable” (id est: que contiene lo (o algo) inexpresable; y que lo inexpresable ha quedado expresado en él de una manera “simple” y “objetiva”, [precisamente] porque Uhland no se ha propuesto hacerlo, sino simplemente “contar una historia, sin adornos y sin ninguna moraleja”

b)    que la poesía (“los otros poemas, incluso los buenos”) han “tratado de expresar lo inexpresable”  

(Por otra parte, ninguno de ellos ha hablado en ningún momento del texto de Uhland como otra cosa que como un poema, y en ningún caso simplemente como un “texto que contiene proposiciones lógicas”, porque (y esto es lo que le dije a Susanne) en esa categoría cabrían no sólo miles, sino cientos de miles o incluso millones de textos. No. Ellos hablan específicamente de la poesía (“los demás poemas”), y de este poema en particular (el de Uhland).)

Pero:

1)    Hay una gran diferencia (ontológica, raíz) entre “querer expresar [algo]” y “expresarlo” (el arte no quiere ser nada: el arte es; Wittgenstein no comprende esto, es decir: no comprende qué es la poesía y no comprende qué es el arte; la intención de la poesía es desconocida (Wittgenstein debió leer a Lezama), y es esta hipertelia extrema la que la hace ser lo que es (pues ella solamente es);  

2)    en el poema de Uhland no hay nada inexpresable, y su (supuesta) objetividad es una objetividad ficticia

3)   la de Wittgenstein es una visión subjetiva (nada objetiva) errónea del carácter de la poesía y del carácter de ese poema en particular; es, de hecho, una mistificación (algo a lo que el pensador vienés se veía más que inclinado)

Wittgenstein se vería en un gran aprieto si tratara de señalar qué es lo inexpresable expresado en el poemilla de Uhland. Aquí hay que poner en su lugar al pseudo místico y decir que lo único verdaderamente inexpresable es lo que no puede ser conocido[7].

Por lo demás, Wittgenstein recuerda mucho a Beckett (el parentesco es más que evidente): No la lógica del lenguaje, sino la asociación de la lógica al lenguaje (y, de hecho, la sujeción del lenguaje a la lógica). En el caso de Beckett, esta asociación es ficticia (ocurre dentro de lo ficticio y, desde luego, no puede ser integral —y además, tiene una relación evidente con la retórica [VER: retórica y lógica]). En el caso de Wittgenstein, la reducción (sujeción) es a la lógica algebraica o matemática (simbólica). (Aunque, en este caso, no se trata de la lógica específica del cálculo, sino de una generalización que no abandona la reducción extrema del principio matemático.)

Dice Beckett: “Para que lo que estoy tratando en vano de decir  pueda ser en vano tratado de ser dicho”. Sonaría bien (seductor, incluso), pero: ¿dónde ocurre? ¿dónde tendría validez esa afirmación? (¿en la lógica? ¿en la ficción?).

Hay que decir, sin embargo, en favor de Beckett, que:

a)    sabía que era un mistificador, y

b)    nunca se propuso ser un místico (ni verdadero ni falso)

dado que

tanto da querer ver a Dios en la lógica como en las hojas del té (dijera lo que dijera Spinoza), porque en cualquiera de los dos casos sólo se estarían viendo visiones.

Quizá lo mejor hubiera sido responderle, a vuelta de correo, con este texto de Paul Celan:

Ölig still

schwimmt dir die Würfel-Eins

zwischen Braue und Braue,

hält hier

inne, lidlos,

schaut mit.

O con este fragmento de José Lezama Lima:

Más que lebrel, ligero y dividido,

al esparcir su dulce acometida,

los miembros suyos, anillos y fragmentos

ruedan, desobediente son,

al tiempo enemistado.

 

 

Rogelio Saunders

(Berlín, 23.01.2023)

 

Post-Scriptum:

El asunto, sin embargo, es mucho peor. Antes de escribir estas notas no había leído en profundidad el intercambio de cartas entre Wittgenstein y Engelmann a apropósito de Uhland. Ahora lo he hecho. Y lo que he descubierto confirma lo que había intuido ya: ni Wittgenstein ni Engelmann sabían nada sobre la poesía. Más aún: eran absolutamente incapaces de comprender la poesía que les era contemporánea. En la carta anterior a aquella en la cual Engelmann le envía el poema de Uhland, Wittgenstein le dice que ha recibido dos libros de poemas de Albert Ehrenstein, y a continuación expresa una opinión realmente indigna, como sólo podría expresarla el más ignorante, cavernario y conservador de los pequeñoburgueses de su época. ¡Y estaban hablando (porque Engelmann compartía la opinión de Wittgenstein) sobre uno de los nombres insoslayables del expresionismo alemán![8] De hecho, Wittgenstein le pide a Engelmann que le envíe “poemas de Goethe” (“el segundo tomo de su Poesía, donde están los Epigramas venecianos, las Elegías y las Epístolas”), así como poemas de Mörike (Reclamo), “como antídoto” [9]. He aquí la raíz del mal, y la razón por la cual la frase que Wittgenstein aplica al texto de Uhland (“El poema de Uhland es realmente extraordinario. Ocurre de este modo: Si uno no se esfuerza por expresar lo inexpresable, no se pierde nada. Más bien, lo inexpresable queda contenido, inexpresablemente, en lo expresado”[10]) es una frase que, como de la Beckett, suena bien, pero que a diferencia de la de éste (animada por el sueño de la ficción), está absolutamente vacía.

 


[1] Traducción al inglés:

 

Count Eberhard’s White-thorn-bush

 

Count Eberhard-im-Bart

From Würtemburg’s fair land

Went on a pious pilgrimage

To Palestina’s strand.

 

As through a leafy wood

He took bis lonely way;

He cut from off a hawthorn – bush

A green and healthy spray.

 

Upon his cap of steel 

He placed it carefully;

He wore it in the battle’s brunt,

And o’er the flowing sea.

 

And when he reached his home,

He placed it in the earth;

Where soon to many a swelling shoot

the genial spring gave birth.

 

The Count, good knight and true,

As year by year went by,

Would mark how strong, how tan it grew

With well-contented eye.

 

The Count was old and weak,

The sprig was now a tree;

Beneath its shade he oft would sit

And dream deliciously.

 

The arching boughs o’erhead,

Low-murmuring, softly bore

Sweet memories of the olden time

And that far-distant shore.

[The songs and ballads of Uhland. Translated from the German the Rev. W. W. Skeat. M. A. Late fellow of Christ’s college, Cambridge. Williams and Norgate, 14, Henrietta Stebbt, Covent Garden, London; and 20, South Frederick Street, Edinburgh. 1864.]

[2] Ray Monk: Wittgenstein: the Duty of Genius.

[3] Utterance (para seguir con el juego de lenguaje, pero aterrándolo) que quiere decir mucho y que no dice nada.

[4] Cualidades que se derivan de forma natural de la relación (nueva y única, altamente creativa) que el [verdadero] poeta tiene con el lenguaje. Extraño [muy extraño] que el dómine del lenguaje y de lo “indecible” no vea aquí lo eminente (lo supraeminente) del lenguaje. Es la relación (nueva y única) entre las palabras la que “dice lo indecible” (sin proponérselo).

[5] Lo he llamado “endeble” para no decir, de plano, que no es poesía (teniendo en cuenta, además, la imitación de las baladas y gestas antiguas que era, por así decirlo, la especialidad de Uhland, y la figura de Eberhard, “el de la barba florida”, al que le dedicó dos poemas. Pero precisamente aquí hay otro argumento en contra de la supuesta “falta de propósito” del poema, pues, ¿cómo puede carecer de propósito un texto que empieza por ser la imitación de algo mucho más antiguo y que fue genuinamente sencillo en su época (como fue genuinamente sencilla en su época la poesía española del siglo de oro), pero que aquí (en Uhland) es ya algo artificial (la invención de un pasado)? Hay, en cambio, en el texto otras cosas que Wittgenstein y su amigo no vieron ni por asomo. Por ejemplo, le dije a Susanne que el “Weissdorn” (el espino blanco), la planta a la cual pertenece la rama cortada por Eberhard, se asociaba en la fitoterapia al corazón, y que las antiguas tribus germánicas tenían al parecer un gran conocimiento de las plantas. Y Susanne me dijo a su vez que la palabra “Reis” (“rama”, además de “arroz”) remitía a la figura de Jesús de Nazareth, a través del uso de esa palabra en los Evangelios. Profundizar en eso (y ver por tanto un subtexto diferente en los textos de Uhland) hubiera sido sin duda mucho más interesante y enriquecedor).

[6] „Es ist ein Wunder von Objektivität. Fast alle andern Gedichte (auch die guten) bemühen sich, das Unaussprechliche auszusprechen, hier wird das nicht versucht, und eben deshalb ist es gelungen.“ (“Es un milagro de objetividad. Casi todos los demás poemas (incluso los buenos) se proponen expresar lo inexpresable; aquí no se ha intentado hacerlo, y precisamente por eso se ha conseguido.”)

[7] Lo que hace un poema no es ocultar algo, ni revelar algo; más bien: lo que en él toma forma sigue siendo desconocido.

[8] Desde luego, aquí no se trata de si los textos expresionistas de Ehrenstein son poesía o no, sino del hecho indudable de que ni Engelmann ni Wittgenstein estaban en condiciones de saberlo.

[9] En su respuesta, Engelmann le dice que ya ha dicho antes lo que piensa de Ehrenstein, y pone, refiriéndose a éste, la palabra poeta entre comillas. Dice que Ehrenstein “le cae bien”, pero que sus poemas “lo perturban” (y cómo no iban a hacerlo, si no eran imitaciones románticas de una balada provenzal). Estas cartas (estas opiniones, de Engelmann y de Wittgenstein) muestran la verdad sobre el “milagro de objetividad” y lo “inexpresable expresado”.

[10] „Das Uhlandsche Gedicht ist wirklich großartig. Und es ist so: Wenn man sich nicht bemüht das Unaussprechliche auszusprechen, so geht nichts verloren. Sondern das Unaussprechliche ist, – unaussprechlich – in dem Ausgesprochenen enthalten”. (Los subrayados son de Wittgenstein. R. S.)

 

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