martes, 23 de junio de 2015

Informe



Czeslaw Milosz



Oh, señor, quisiste hacer de mí un poeta, y ahora es el momento de hacer el informe.

Mi corazón está lleno de agradecimiento, aunque haya conocido el infortunio de este oficio.

Al practicarlo, llegamos a conocer demasiado sobre la extravagante naturaleza del hombre.

A quien cada día, cada hora y cada año le domina la fantasía.

La fantasía, cuando construye fortalezas de arena y colecciona sellos, y se admira a sí mismo en el espejo.

Y se concede la primacía en el deporte, en el poder y en el amor, y al atesorar dinero.

En la frontera, en la frágil frontera tras la que se extiende un país de quejas y de balbuceos.

Porque en cada uno de nosotros se agita un conejo loco y aúlla una manada de lobos hasta que tememos que otros lo vayan a oír.

De la fantasía surge la poesía, que reconoce su tara.

Aunque sólo al recordar los poemas que escribió su autor siente toda la vergüenza de la fantasía.

Y, con todo, no puede soportar otro poeta a su lado si sospecha que es mejor que él, y le envidia todos los elogios.

Dispuesto no sólo a matarlo, sino también a destrozarlo y a borrarlo de la faz de la tierra.

Hasta que quede él solo, magnánimo y benévolo con sus subordinados, que persiguen pequeñas fantasías.

Así, ¿cómo puede ser que de unos inicios tan viles nazca la excelsitud de la palabra?

He acumulado libros de poetas de varios países, los tengo ahora conmigo y estoy asombrado.

Y es dulce pensar que fui su compañero en esta expedición que nunca se detiene, aunque transcurran los siglos.

Una expedición no del vellocino de oro de la forma perfecta, aunque necesaria como el amor.

Bajo presión del anhelo amoroso para llegar a la esencia del roble y de la cima montañosa, y de la avispa y de la flor de la capuchina.

Porque, en su duración, confirmen nuestra himnicidad frente a la muerte.

Confirmen nuestro pensamiento cordial sobre todos los que, como nosotros, existieron, llegaron a alcanzarlo y no pudieron nombrarlo.

Porque existir en la tierra ya es demasiado para cualquier denominación.

Nos apoyamos fraternalmente, olvidando el daño, traduciéndonos unos a otros en otras lenguas, realmente miembros de una tripulación errante.

¿Cómo pues, no podría estar agradecido, si pronto recibí la llamada y la incomprensible contradicción no me ha arrebatado
mi asombro?

A cada salida del sol renuncio a las dubitaciones de la noche y saludo el nuevo día de una valiosa fantasía. 



Traducción: Xavier Farré 



Tomado de “A la orilla del río”, TIERRA INALCANZABLE, Galaxia Gutenberg, pp.331







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