sábado, 29 de marzo de 2025

La comedia de la verdad




César Aira


El otro día me contaba un amigo su visita a Cuba; era una visita semioficial, y el chofer que le habían puesto se proclamaba furiosamente opositor, no paraba de hablar mal del régimen, de contar chismes procaces de los Castro, tanto que mi amigo no dudó de que era un espía de la policía, y se cuidó consiguientemente en su presencia. Yo pensé: qué buen trabajo consiguió ese hombre. Cómo se lo envidiarán sus compatriotas. En un régimen policial represivo, poder hacer con impunidad todas las críticas que se le antojen, dar voz a los rumores más escandalosos y descabellados, explayarse en los vicios, ineptitudes y hasta en los defectos físicos de los dirigentes, ¡y que le paguen por hacerlo¡

El gobierno crea estos empleos para saber la verdad. Para saberla debe montar la comedia de la verdad, con buenos actores que deban convencer a su empleador del dolor que sienten al mentir. Todo se vuelve transparente de pronto, como no lo hace nunca en sociedades liberales. Se necesita crear un aparato represivo y censor, mantenerlo durante años y décadas, hacer efectiva toda una tradición de castigos, exclusiones y miedo, para llegar a este triunfo explosivo de la verdad. ¿Y eso era la verdad, entonces? ¿Una mentira? ¿Por eso matan y encarcelan…?


 Ideas diversasBlatt&Ríos, 2024. 


sábado, 22 de marzo de 2025

Capiró

 

 

Lo seguiste en secreto incluso en series provinciales

en el Pontón y el D’Beche

con tal verlo a menos

de dos metros

 

Tenía un modo propio de pararse en home

sostenía el bate en alto 

como si apuntara a un punto 

(invisible)

tras las gradas

 

Lo seguiste en secreto incluso cuando se lesionó 

justo donde era firme

casi equino el pie

y desde luego a la salida del estadio

y cuando lo sacaron en andas

y al regresar más tarde (efímero)

y cuando no salió más 

(al diamante)

también lo seguiste


pero nunca le palmeaste el hombro

ni le pediste que te firmara nada

siempre a dos metros 

de él

 

era a fin de cuentas tu ídolo

tenías derecho a hacerlo

hasta el juego aquel en que

sin más

te saludó

no como a una sombra (por costumbre)

sino como el que advierte

otra forma de adoración

 

tú escribías en secreto su biografía

y él debió

entender


                                                                        Pedro Marqués de Armas



lunes, 17 de marzo de 2025

Potemkin ediciones: Lino Novás Calvo



 

 Leer aquí 


De cuantos viajes realizó a lo largo de su vida, tal vez este fue, positivamente hablando, el más importante para su formación como escritor. En este relato que con el título orteguiano “Un emigrante en la isla de Cuba. La ciudad, el campo y el mar”, publicó en el diario madrileño La Voz entre el 20 y 28 de agosto de 1934, se concreta una experiencia que no es sino el trasfondo vital —y a la vez, el plan de obra— de los cuentos que aparecieran poco antes en Revista de Occidente. Si allí forja un estilo, aquí muestra de modo directo, a medio camino entre autobiografía y reportaje, los avatares de un azaroso desplazamiento por los repartos, cayos y colonias agrícolas de la isla, en lo que constituye —si no me equivoco— la primera narración literaria cubana que involucra en su recorrido a casi todo el país, sus resortes más violentos y conmovedores. Justo en lo espontáneo de la escritura, en el escaso forcejeo mágico, radica la fuerza igualmente deslumbrante de esta pieza, entre lo mejor de su obra. No importa si Lino la concibe a continuación de sus grandes cuentos inaugurales, pues se trata del engranaje afectivo del que parte su narrativa.







domingo, 16 de marzo de 2025

En el cementerio de pueblo junto al muro de los suicidas



Vladimir Holan

 

Aquí, donde la cizaña crecida besa la foto de los muertos

y la monja de la lápida tiene el gastado movimiento de la canica

en el cloquear de los gansos… ¡ah, sí! Aquí.

Aquí todo mueve la cabeza afirmando que el hombre no fue creado

sino prefabricado. Las cosas también son prefabricadas.

¡Hombres y cosas reacias a la persuasión de los muertos!

Las cosas esperan. El hombre pronostica.

Las cosas importunan. Él resiste.

Las cosas envejecen y sobreviven a su tiempo.

Él es inmortal y perece.

Las cosas están desoladas y él está solo.

Y no está solo solamente

cuando su vida se vuelve contra sí misma.


 

Traducción: Clara Janés



domingo, 9 de marzo de 2025

Levania


Sergio Solmi

 

                       Quinquaginta millubus miliarum Germanicorum

                       in aeteris profundo sita est Levania insula.

                       Joannis Kepleri, Somnium seu de astronomia lunari (1634)

 

 

                              ...Quizás

aterricé en Levania en una sepulta

existencia anterior, y era el cono

del eclipse, que la helada abrió  

en la negra senda de los espíritus. Los ungüentos

de Fiolxhilda, la esponja embebida en agua

bajo las fosas nasales, el suave resuello

rodando en el sueño, el cauto descenso

a las cavernas secretas, el horrible

rayo vengativo al que escapar, encuentro

oscuramente.

 

            Y fue por esto, quizás

que nunca la lámpara fiel, o la exangüe

novia de Endymion en ella vi,

ni la solitaria cazadora, cuando

la miraba de niño entre las casas

brotar en blanca llama y alta entre los signos

ascender en el cielo; sino el acantilado,

arrojada en el éter inaccesible

la isla extrema, centinela insomne

tendida a las olas interminables. Y la ansiedad

agitó mi corazón por alcanzarla

-hipogrifo, bala, nave espacial-

para sacar el silencio de su luz.

 

      ...Era el confín, el mundo

de lava y roca, el mineral ciego,

el punto fijo opuesto a la insensata

fantasía de las formas. Era el cero

que todo cálculo explica, era el concreto,

blanco, perforado, calcinado fondo

del ser.

 

     Y a menudo desde las supremas

     murallas de Levania el verdeante

planeta contemplaba, la vaga sombra

de océanos y bosques, los iridiscentes

manantiales de la vida impetuosa

y fugaz -ascendiendo por el borde

de sus cráteres convulsos, vagando

por la orilla de sus mares muertos.

 

 

Levania

 

                       Quinquaginta millubus miliarum Germanicorum

                       in aeteris profundo sita est Levania insula.

                       Joannis Kepleri, Somnium seu de astronomia lunari (1634)

 

 

                                 …Forse

a Levania approdai nella sepolta

esistenza anteriore, ed era il cono

dell’eclissi, che l’algida schiudeva

nera via degli spiriti. Gli unguenti

di Fiolxhilda, la spugna infusa d’acqua

sotto le nari, l’affannoso morbido

rotolare nel sogno, il cauto scendere

nelle segrete caverne, l’orrendo

vindice raggio a sfuggire, ritrovo

oscuramente.

 

                  E fu per questo, forse

che mai la fida lucerna, o l’esangue

sposa d’Endimione in essa io vidi

nè la solinga cacciatrice, quando

la miravo fanciullo tra le case

sgorgare in bianca vampa e ratta ai segni

ascendere dal cielo. Ma la rupe

nell’inaccesso etere scagliata

l’isola estrema, sentinella insonne

protesa ai flutti interminati. E l’ansia

mi sommuoveva il cuore di raggiungerla

-ippogrifo,proiettile,astronave-

d’attingere al silenzio del suo lume.

 

      …Era il confine, il mondo

di ferro e roccia,il minerale cieco

il punto fermo opposto alla insensata

fantasia delle forme. Era lo zero

che ogni calcolo spiega, era il concreto,

bianco, forato, calcinato fondo

dell’essere.

 

     E sovente dai supremi bastioni

     di Levania il verdeggiante

pianeta ho contemplato, l’ombra vaga

di oceani e di foreste, della vita

impetuosa e fuggevole le polle

irridescenti - risalendo l’orlo

dei suoi convulsi crateri, vagando

lungo la sponda dei suoi mari morti.

 


Versión: Pedro Marqués de Armas