sábado, 10 de noviembre de 2018

La menstruación cuando en la ciudad pasaba


Herberto Helder

La menstruación cuando en la ciudad pasaba 
el aire. Las muchachas respirando,
comiendo higos -y la menstruación cuando en la ciudad
corría el tiempo por el aire.
Eran clavos en la nieve. Las muchachas
reían, gritaban -y las higueras soplando desde dentro
de los higos, con sus pulmones de esponja
blanca. Y las muchachas
comían clavos por el aire.
Ellas reían en la nieve y gritaban: era
el tiempo de la menstruación.

Las manzanas resbalaban en la casa.
Alguien hablaba: nieve. La noche venía
a partir la cabeza de las estatuas, y las manzanas
resbalaban en el tejado -alguien 
hablaba: sangre.
En la casa, ellas reían -y la menstruación
corría por las cavernas blancas de las esponjas,
y se partían las cabezas de las estatuas.
Clavos -era alguien que hablaba así.
Y las muchachas respirando, comiendo
higos en la nieve.
Alguien hablaba: manzanas. Y era el tiempo.

La sangre escurría de los pescuezos de granito,
la niña abatía la boca negra
sobre la nieve en los higos -y ellas gritaban
en la sombra de la casa.
Alguien hablaba: sangre, tiempo.

Las higueras soplaban en el aire que
corría, las máquinas amaban. Y un pez
recorriendo, como una antigua palabra
sensible, la página de ese amor.
Y alguien hablaba: es la nieve.
Las muchachas reían dentro de la menstruación,
comiendo nieve. Las cabezas de las
estatuas estaban llenas de clavos,
y las niñas abatían la boca negra sobre
los gritos. La noche venía por el aire,
en la sombra resbalaban las manzanas.
Y era el tiempo.

Y ellas reían en el aire, comiendo
la noche, alimentándose de higos y de nieve.
Y alguien hablaba: niñas.
Y la menstruación escurría en silencio 
-en la noche, en la nieve- 
exprimida de las esponjas blancas, allá en la noche
de las muchachas
que reían en la sombra de la casa, resbalando,
comiendo clavos. Y alguien hablaba:
es un pez recorriendo la página de un amor
antiguo. Y las muchachas
gritaban.

Las vacas entonces acechando,
y en los hocicos se consumía la luz en silencio.
Por las ventanas los violines
pasaban por el aire. Y la menstruación en las muchachas
escurría por la sombra, y ellas
gritaban y comían arena. Alguien hablaba:
fuego. Y las vacas pasaban por los violines.
Y las ventanas en silencio escurrían
su fuego. Y las admirables
muchachas cantaban su canción, como 
una palabra antigua escurriendo
en una página por la nieve,
coronada de higos. Y en el fuego las niñas
eran tocadas por el tiempo de la menstruación.

Se alimentaban apenas de higos y de arena.
Y por el tiempo afuera,
reían -y la nieve cubría su página de tiempo,
y las vacas resbalaban en la sombra.
En silencio su luz escurría de las esponjas.
Se partían las cabezas de los violines.
Las muchachas, cantando a sus niñas,
comían higos.
La noche comía arena.
Y eran clavos en las cavernas blancas.
Menstruación -hablaba alguien. El aire pasaba-
y por la noche, en silencio,

la menstruación escurría por la nieve.



A menstruação quando na cidade passava

A menstruação quando na cidade passava 
o ar. As raparigas respirando, 
comendo figos -e a menstruação quando na cidade 
corria o tempo pelo ar. 
Eram cravos na neve. As raparigas 
riam, gritavam -e as figueiras soprando de dentro 
os figos, com seus pulmões de esponja 
branca. E as raparigas 
comiam cravos pelo ar. 
E elas riam na neve e gritavam: era 
o tempo da menstruação. 

As maçãs resvalavam na casa. 
Alguém falava: neve. A noite vinha 
partir a cabeça das estátuas, e as maçãs 
resvalavam no telhado -alguém 
falava: sangue. 
Na casa, elas riam -e a menstruação 
corria pelas cavernas brancas das esponjas, 
e partiam-se as cabeças das estátuas. 
Cravos -era alguém que falava assim. 
E as raparigas respirando, comendo 
figos na neve. 
Alguém falava: maçãs. E era o tempo.

O sangue escorria dos pescoços de granito, 
a criança abatia a boca negra 
sobre a neve nos figos -e elas gritavam 
na sombra da casa. 
Alguém falava: sangue, tempo. 

As figueiras sopravam no ar que 
corria, as máquinas amavam. E um peixe 
percorrendo, como uma antiga palavra 
sensível, a página desse amor. 
E alguém falava: é a neve. 
As raparigas riam dentro da menstruação, 
comendo neve. As cabeças das 
estátuas estavam cheias de cravos, 
e as crianças abatiam a boca negra sobre 
os gritos. A noite vinha pelo ar, 
na sombra resvalavam as maçãs. 
E era o tempo.

E elas riam no ar, comendo 
a noite, 
alimentando-se de figos e de neve. 
E alguém falava: crianças. 
E a menstruação escorria em silêncio 
-na noite, na neve- 
espremida das esponjas brancas, lá na noite 
das raparigas 
que riam na sombra da casa, resvalando, 
comendo cravos. E alguém falava: 
é um peixe percorrendo a página de um amor 
antigo. E as raparigas 
gritavam. 

As vacas então espreitando, 
e nos focinhos consumia-se o lume em silêncio. 
Pelas janelas os violinos 
passavam pelo ar. E a menstruação nas raparigas 
escorria pela sombra, e elas 
gritavam e comiam areia. Alguém falava: 
fogo. E as vacas passavam pelos violinos. 
E as janelas em silêncio escorriam 
o seu fogo. E as admiráveis 
raparigas cantavam a sua canção, como 
uma palavra antiga escorrendo 
numa página pela neve, 
coroada de figos. E no fogo as crianças 
eram tocadas pelo tempo da menstruação. 

Alimentavam-se apenas de figos e de areia. 
E pelo tempo fora, 
riam -e a neve cobria a sua página de tempo, 
e as vacas resvalavam na sombra. 
Em silêncio o seu lume escorria das esponjas. 
Partiam-se as cabeças dos violinos. 
As raparigas, cantando as suas crianças, 
comiam figos. 
A noite comia areia. 
E eram cravos nas cavernas brancas. 
Menstruação -falava alguém. O ar passava 
-e pela noite, em silêncio, 

a menstruação escorria pela neve. 



Trad. Pedro Marqués de Armas (2006)


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