Mercedes Cebrían
Miriam Gómez lleva en su adorado Londres más
de cuarenta años. Compartió la mayoría de ellos con su marido, el escritor
cubano Guillermo Cabrera Infante,
hasta el fallecimiento de este en 2005. Miriam es, ante todo, generosa con lo
que posee, ya se trate de la vasta cinemateca que difunde en el blog de Zóe
Valdés o de bienes intangibles como su conocimiento de Londres. Su deseo de que
el visitante se lleve el mejor recuerdo de la ciudad es evidente en todas sus
recomendaciones. Aquí figuran algunas:
01 El Kensington de T. S.
Eliot
"Para disfrutar Londres hay
que conocer su historia", comenta Miriam cuando paseamos por South Kensington, su barrio de
siempre. De ahí que en plena Gloucester Road, a dos pasos del metro del mismo
nombre, señale que en el 133 de la calle vivió J. M. Barrie, el autor de Peter
Pan, y repare también en la iglesia anglicana de St. Stephen:
"Aquí fue sacristán durante veinticinco años T. S. Eliot, y en estas
calles están inspirados sus poemas sobre gatos que dieron lugar al musical Cats". En
efecto, una placa en la iglesia confirma el dato.
Cuando sale a comer por el
barrio, Miriam frecuenta Mohsen, "una
fondita persa donde tú mismo te puedes traer el vino de casa". Aunque
South Kensington sea una especie de sucursal de Francia en Londres, a
Miriam no se le ocurre entrar en un bistró: "Es una bobería: son lugares
caros y en España los hay mejores".
02 Tiendas sin mañana
Así llama Miriam a TK Maxx, Fopp y Poundland, tres
de sus edenes de la oferta favoritos. En todos ellos la mercancía varía
prácticamente a diario, cosa que, para Miriam, es un aliciente. Entramos en la
sucursal de TK Maxx en Hammersmith, una tienda sobreiluminada y multicolor cuya
misión es, como cuenta Miriam, "cumplir esos pequeños deseos que una
tiene". Esos pequeños deseos se pueden traducir en una chaqueta de
Vivienne Westwood rebajadísima o en una falda de Valentino que en su día
costaba 600 doradas libras y allí se adquiere por 129. El consejo de Miriam es
contundente: "Si no compras al momento, te quedarás sin lo que quieres,
pues apenas traen productos repetidos".
Enfrente, y bien escondido en el
centro comercial Kings Mall, está Poundland, la versión esterlina del todo a
cien de antaño: cualquier objeto vale aquí una libra. "He traído a
millonarias y a sus nannies y todas quedan encantadas".
Seguimos la ruta: los empleados de Fopp, donde conviven música, películas y
series de TV, saludan a Miriam afables, como suelen hacer con las buenas
clientas. Se le van los ojos al CD Spanish sketches, de Miles
Davis. "Lo teníamos en vinilo, pero Guillermo se lo regaló al Loco de la
Colina"; por suerte, la pequeña negligencia de su marido se suple pagando
tres modestas libras.
03 El imperio de la baquelita
Entre los teatros y las librerías
de Charing Cross se encuentra Cecil Court, una calle peatonal que nos retrotrae
al Londres de principios del XX. Sus tiendas exponen carteles de circo con
tipografías retro, primeras ediciones de novelas, mapas y también joyas de
fantasía como las de Christopher
St. James, diseñador que ha elaborado sus creaciones para Sexo
en Nueva York, El fantasma de la ópera o Shakespeare in love. Miriam
es asidua de este imperio de la baquelita y la pedrería insólita. "Tengo una
tarántula negra como esa del escaparate. La llevo en la solapa del abrigo y la
gente se queda impresionada", comenta Miriam. También posee una
pulsera-cocodrilo comprada allí por una razón de peso: "Su forma me
recuerda a la isla de Cuba".
04 Por Covent Garden
Durante décadas, Miriam fue
actriz profesional, de ahí su interés por el templo de St. Paul, a dos pasos de
la Ópera de Covent Garden:
"Es la iglesia de los actores; aquí celebran sus funerales y
homenajes". St. Paul -no confundirla con la catedral homónima- posee su
propia compañía de teatro en activo, además de un jardín trasero donde, desde
1633, se puede descansar del bullicio de la zona. El paseo continúa: a unos
metros está la perfumería Penhaligon's, con
olores que la pituitaria de Winston Churchill ya disfrutaba, pues era usuario
de uno de sus perfumes: el Blenheim Bouquet. Y para comer, un restaurante donde
los amigos de Miriam quedan siempre contentos: Rules, inaugurado solamente nueve años después de la
Revolución Francesa. Su decoración a base de taxidermia nos deja ver que la
caza es su especialidad. En Rules, la comida inglesa se dignifica y se hace
inmune a las chanzas y burlas clásicas que tradicionalmente circulan sobre
ella. No estaría de más poder preguntarles a Dickens, Graham Greene o Evelyn
Waugh su opinión al respecto, pues eran asiduos comensales.
Para terminar, Miriam suplica a
los visitantes que no se suban al típico autobús turístico: "Si toman el
número 11 en Trafalgar Square, les llevará por los mismos sitios".
Seguiremos sus consejos a pies juntillas.
Tomado de El País, 11 de junio de 2011
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