domingo, 27 de marzo de 2016

Junto al fuego




Josep Pla 



7 enero

He pasado la noche del 6-7 leyendo las notas de Voltaire al Diccionario filosófico. Brunet sostenía —incluso en los momentos álgidos de su catolicismo— que Voltaire era el mejor escritor en prosa de todos los tiempos. Tiene razón, aunque le falta un poco de poesía. Voltaire sumado a Chateaubriand formaría el fenómeno literario más extraordinario de la lengua francesa. A veces queda muy seco. Trabajo por la tarde para Destino. En cuanto a Brunet, la prensa viene superficial —nada. La decadencia es tan enorme que es ya imposible leer una nota necrológica decente. Ceno en Palafrugell. Montserrat Isern me manda un roscón grande. Hace frío.

1 febrero

La tramontana se entabla de madrugada. Descenso rapidísimo de la temperatura. Día despejado y friísimo. Carta de Vergés: dice que le da la impresión de que el artículo sobre el algodón no pasará. Me dan ganas de emigrar todos los días. Los días como hoy, las ganas son fortísimas. Bonal se ha ido a Suiza por la mañana. Oigo el silbido de la tramontana en la chimenea. Paso el día en la cama; por la noche escribo junto al fuego.

                                                                                                                     1956


Traducción: Concha Cardeñoso Sáenz de Miera

Tomado de De la vida lenta (notas para tres diarios), Ediciones Destino, 2014. 


viernes, 25 de marzo de 2016

Una cabeza humana viene lenta




Emilio Adolfo Westphalen 


Una cabeza humana viene lenta desde el olvido
Tenso se detiene el aire
Vienen lentas sus miradas
Un lirio trae la noche a cuestas
Cómo pesa el olvido
La noche es extensa
El lirio una cabeza humana que sabe el amor
Más débil no es sino la sombra
Los ojos no niegan
El lirio es alto de antigua angustia
Sonrisa de antigua angustia
Con dispar siniestro con impar
Tus labios saben dibujar una estrella sin equívoco
He vuelto de esa atareada estancia y de una temerosa
Tú no tienes temor
Eres alta de varias angustias
Casi llega al amor tu brazo extendido
Yo tengo una guitarra con sueño de varios siglos
Dolor de manos
Notas truncas que se callaban podían dar al mundo lo que faltaba
Mi mano se alza más bajo
Coge la última estrella de tu paso y tu silencio
Nada igualaba tu presencia con un silencio olvidado en tu cabellera
Si hablabas nacía otro silencio
Si callabas el cielo contestaba
Me he hecho recuerdo de hombre para oírte
Recuerdo de muchos hombres
Presencia de fuego para oírte
Detenida la carretera
Atravesados los cuerpos y disminuidos
Pero estás en la gloria de la eterna noche
La lluvia crecía hasta tus labios
No me dices en cuál cielo tienes tu morada
En cuál olvido tu cabeza humana
En cuál amor mi amor de varios siglos
Cuento la noche
Esta vez tus labios se iban con la música
Otra vez la música olvidó los labios
Oye si me esperaras detrás de ese tiempo
Cuando no huyen los lirios
Ni pesa el cuerpo de una muchacha sobre el relente de las horas
Ya me duele tu fatiga de no querer volver
Tú sabías que te iba a ocultar el silencio el temor el tiempo tu cuerpo
Que te iba a ocultar tu cuerpo
Ya no encuentro tu recuerdo
Otra noche sube por tu silencio
Nada para los ojos
Nada para las manos
Nada para el dolor
Nada para el amor
Por qué te había de ocultar el silencio
Por qué te habían de perder mis manos y mis ojos
Por qué te habían de perder mi amor y mi amor
Otra noche baja por tu silencio




De Las ínsulas extrañas, 1933


domingo, 13 de marzo de 2016

La frontera del decir



Horácio Costa

        a Haroldo de Campos, in memoriam

- Conecta con eso.
Y es una piedra.
- Conecta con eso.
Es tierra.
- Conecta con eso.
Es nube. Tiene forma de dragón.
- Conecta con eso.
Es ola. Tiene forma de ola.
- Conecta con eso.
Es chip. Parece Shangri-lah.

No es sílice. Ni silencio. Ni palabra.
Conecta con eso.


                  STRUGA, MACEDONIA, 27 VIII 03



Versión Pedro Marqués de Armas



martes, 8 de marzo de 2016

Junto al lago





Robert Walser 



Una tarde, después de cenar, salí deprisa hacia el lago que ya no recuerdo bien en qué oscura y lluviosa melancolía estaba envuelto. Me senté en un banco colocado bajo las ramas abiertas de un sauce, y mientras me abandonaba a cavilaciones vagas, me imaginé que no estaba en ninguna parte, idea esta que me proporcionó un bienestar singularmente atractivo. Era maravillosa la imagen de tristeza junto al lago lluvioso, en cuyas aguas, cálidas y grises, caía una lluvia diligente y cautelosa, si se me permite la expresión. Mi anciano padre de blancos cabellos se presentó en mi mente, convirtiéndome en el acto en un crío tímido e insignificante, mientras la imagen de mi madre se unía al chapoteo suave y quedo de las delicadas olas. Con el vasto lago mirándome, vi la infancia que a su vez me contemplaba con ojos claros, bellos, bondadosos. Olvidaba por completo dónde me encontraba y volvía a saberlo. Algunas personas paseaban en silencio y con cuidado por la orilla, arriba y abajo; dos jóvenes obreras se sentaron en el banco vecino y empezaron a charlar entre ellas, y fuera, en el agua, en el lago encantador, donde se difundía suavemente el llanto benigno y apacible, los amantes de la navegación se deslizaban en lanchas o barquillas, con paraguas abiertos por encima de sus cabezas, una visión que me hizo fantasear que me encontraba en China, en Japón o en cualquier otro país fantástico, poético. Caía una lluvia dulce, mansa, sobre el agua, y estaba tan oscuro... El pensamiento dormía y un momento después velaba. Un barco de vapor se adentró en el lago; sus luces doradas brillaban en el agua reluciente, plateada y oscura que sostenía al hermoso barco, como si se regocijara por la fabulosa aparición. Poco después llegó la noche y con ella la orden amable de levantarse del banco bajo los árboles, alejarse de la orilla y emprender el regreso a casa.



Traducción: Rosa Pilar Blanco


Sueños. Prosa de la época de Biel (1913-1920), Ediciones Siruela.