domingo, 30 de noviembre de 2014

Treinta proposiciones




Leonardo Sinisgalli


1. La poesía no se desarrolla: se edifica.
2. La poesía está completamente cerrada por todos lados.
3. La sustancia de la poesía es inalterable.
4. No hay devenir para la poesía; está completa desde su nacimiento.
6. La poesía está acabada tan pronto como existe. Se cierra sobre sí misma en todos sus puntos.
7. Para la poesía, el crecimiento es indiferente. 
5. La poesía está excluida del tiempo, en el que no se mueve. Su naturaleza le impone un reposo absoluto.
8. La poesía tiene simpatía por ciertos números y por ciertas figuras.
9. En el curso de su formación, la poesía no se deja desviar.
10. La poesía tiende a volverse como inanimada.
11. La poesía necesita el sostén de leyes perfectas: no puede subsistir laboriosamente.
12. la poesía es pensamiento vuelto sensible.
13. Solo la poesía existe sin la menor interrupción de su modo de ser.
14. Eternamente aislada, la poesía no conoce otra cosa que ella misma. Es forma, es memoria, es conciencia.
15. Es imposible determinar el instante en que nace la poesía; su nacimiento mismo no es pensable.
16. En un poema las palabras se ignoran, aunque tengamos la impresión de que una arrastra a otra en cierta dirección.
17. La poesía no es nacimiento: es un accidente, es un desastre.
18. La poesía está ligada al tiempo por algo abrupto: una cortadura, una amputación, un sobresalto, un chorro, algo que llega enteramente en un instante incalculable, de un solo golpe, sin progresión.
19. La poesía nace de una gran voluntad de conservación.
20. En alguna medida puede sostenerse que todos los hombres tienden a expresarse en verso.
21. Una sola cosa le importa a la poesía: el estado último de su formación; si no lo alcanza, es como si estuviera arruinada, negada.
22. Puede decirse sin temor a exagerar que la historia de los hombres se edifica sobre las ruinas de los versos.
23. Cuando la poesía pierda el control de la naturaleza, la naturaleza se hundirá.
24. La poesía, desde el soneto hasta las palabras en libertad, se degrada hacia la prosa para dar alimento y cuerpo a la vida que, sin esa poesía, es decir sin su ruina, nunca habría sido.
25. Si la vida no hubiera nacido nunca, el mundo habría permanecido en el deseo de las palabras.
26. La poesía es una forma severa, inaccesible, incompatible con la vida. Sin embargo, desfallece constantemente por volverse vida.
27 La poesía nunca se deja plegar: la naturaleza nunca puede ejercer sobre ella una acción decisiva.
28. La poesía no puede reconocer nada fuera de sí, ni siquiera a su semejante.


Los anillos de esta cadena de proposiciones fueron transcritos del bellísimo tratado sobre los cristales de J. Killian. La transcripción por substitución, procedimiento caro a Lautréamont, sigue siendo muy útil para deducir de una ley de medida, una ley de posición.





Versión de Aurelio Asiain


Tomado de Vuelta, México, marzo de 1991.


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